Cuando nace un proyecto hay que gestionar el riesgo, pero también hay que sentir ilusión, el riesgo siempre existirá, pero si la ilusión no puede más, mejor dejarlo.
Cuando nace un proyecto no hay que contar horas, hay que contar posibles clientes.
Cuando nace un proyecto hay que buscar el modelo de negocio, pero mejor hacerlo con operaciones reales, con pruebas de cliente que con que 200 excels.
Cuando nace un proyecto necesitamos un plan de negocio para hablar con inversores y un modelo de negocio para interactuar con clientes reales.
Cuando nace un proyecto si no los sabemos explicar en un minuto es que no está claro. Cuidado.
Cuando nace un proyecto hay que estar dispuestos a pivotar, cambiar de estrategia con flexibilidad, la mayoría de proyectos se consolidan en un formato distinto al del concepto inicial.
Cuando nace un proyecto hay que saber para que lo queremos, para vivir de él, para hacerlo crecer y venderlo, para hacerlo crecer con más socios, para escalarlo rápidamente, luego la realidad nos propondrá lo suyo.
Cuando nace un proyecto lo importante es aprender y lo más difícil desaprender, desprendernos de aquellos patrones que fueron el éxito de otros proyectos en otro momento pero no nos garantiza el éxito de este proyecto en este momento.
Cuando nace un proyecto es mejor tener clientes que inversores, pero si hay que buscar socios hay que hacerlo con tiento, tomamos decisiones poco pensadas que con el tiempo nos pesan como losas muy importantes.
Cuando nace un proyecto es frágil, no resiste a los indicadores de los negocios consolidados, hay que evitar matarlo antes de tiempo pero hay que evitar agonías que nos entierran con el negocio. Saber cuando resistir o cuando matárlos (rápido y barato) es un arte.
Cuando nace un proyecto, nace algo en nosotros, nuevas relaciones, nuevas agendas, nuevas oportunidades, es un brote de vida. Si en nuestra vida no nacen proyectos de vez en cuando es que la gestión del riesgo mata la gestión de la ilusión.
Cuando nace un proyecto entendemos por fin que lo de ser emprendedor era otra cosa.
(la imagen pertenece a una obra de Pinturicchio)
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