Un proyecto es un conjunto de actividades, finitas en el tiempo, que persiguen un objetivo determinado. En innovación, el proyecto es la unidad elemental, como el electrón a la corriente eléctrica o el átomo a la materia. Un proyecto es la unidad básica de innovación, unidad que suele ser transversal a las organizaciones y requiere estructuras dedicadas, equipos dinámicos, a menudo multidisciplinares. Y, en la medida que el proyecto es la unidad de innovación es también la fuerza motriz del cambio organizativo. Por el proyecto circula la savia de la renovación, del aprendizaje, y del futuro.
Pero los contextos donde se deben desarrollar los proyectos cada vez son más complejos. Sufrimos un exceso de información (Alfons Cornella, magistralmente, denominó este fenómeno como “infoxicación”). Poca información produce confusión en el momento de la toma de decisiones. Una sobredosis de información, también. Los proyectos de innovación deben navegar en entornos organizativos sometidos a conflictos políticos (en toda organización, desgraciadamente, hay política –coaliciones parciales de intereses-), competir por recursos, justificarse para garantizar su continuidad, ganarse aliados internos y externos, y gestionar imprevistos y disrupciones. Los directores de proyectos deben tomar decisiones en tiempo real, tener una orientación clara a la solución de problemas y a la improvisación táctica, y ejercer un liderazgo diplomático con el entorno (especialmente con aquellos stakeholders que se puedan sentir más amenazados, o con aquellos que patrocinan el proyecto). Los proyectos navegan en sistemas complejos, sistemas que surgen de una interacción de fuerzas sociales, culturales, tecnológicas y económicas. Y, en la medida que el ritmo de innovación se acelera, y las antiguas organizaciones verticales y jerárquicas han de reconvertirse en bombas de proyectos innovadores, cada vez es más crítica la correcta gestión de proyectos complejos.
Miquel Barceló y Sergi Guillot han escrito un libro magistral, “Gestión de Proyectos Complejos”, que parte de la cultura del proyecto, sustentada en una fuerte tradición de ingeniería, para desarrollar una auténtica metodología de desarrollo estratégico, basada en la gestión de proyectos complejos. No en vano lideraron, entre otras muchas cosas, el despliegue de 22@, el proyecto de desarrollo económico en área urbana más grande de Europa en su momento. Un proyecto que integraba actuaciones de política urbanística, económica, de innovación, de promoción internacional, de creación de marca de ciudad, y de atracción de inversión extranjera en Barcelona. Algunos de sus protagonistas, lamentablemente, ya no están (recuerdo especial para el compañero Vicente López, alma máter del Centro de Innovación Barcelona Media y del clúster audiovisual), pero 22@ continúa como referente en el imaginario colectivo de emprendedores, tecnólogos y amantes de la innovación de Barcelona y del mundo.
Barceló y Guillot sintetizan su propuesta metodológica en base a 10 factores críticos, que deben ser gestionados con inteligencia estratégica y precisión operativa:
- El modelo: la aproximación conceptual a la realidad, que sirve para valorar las decisiones tomadas y anticipar las reacciones del entorno ante las mismas.
- El entorno: el conjunto de agentes que puede verse afectado, positiva o negativamente, por los resultados del proyecto. El ecosistema organizativo e innovador donde estamos inmersos.
- Los objetivos: sin los cuales, no hay dirección posible ni valoración de nuestras actuaciones.
- Los instrumentos: conjunto de recursos de los que disponemos para lograr los objetivos. Desplegar hábilmente dichos recursos es un ejercicio de diseño.
- El equipo humano: sin talento no hay éxito posible.
- Las alianzas: la tipología, abasto y profundidad de relaciones con elementos clave del entorno.
- La innovación: el proceso que nos debe conducir a la diferenciación estratégica, al auténtico resultado transformador.
- El tempo: el ritmo con el que se deben ejecutar los planes previstos, tomar las decisiones y reaccionar ante los cambios provocados. En ocasiones, se debe ser expeditivo y rápido. En otras, sereno y prudente. Existe un tempo estratégico ante cada acción y, posiblemente, ante cada agente del entorno.
- El márketing y la comunicación: esenciales para posicionar el proyecto, sus resultados, y sus agentes clave.
- La gestión de la crisis: la preparación de escenarios alternativos, con balances precisos de sus activos y pasivos.
Un libro que me ha recordado a “El Arte de la Guerra”, clásico de estrategia, de Sun Tzu. Un libro que puede llegar a ser también un clásico y desde luego, un manual excepcional de dirección estratégica en el siglo XXI.
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