En los próximos 20 años van a desaparecer 700 empleos, porque muchos trabajos serán automatizados. Las tareas repetitivas, rutinarias y monótonas serán realizadas por robots. La tecnología seguirá destruyendo empleos. Al principio fueron los que exigían gran esfuerzo físico, siguieron los más peligrosos y ahora abarcan lo que las máquinas pueden hacer mejor que el hombre. La tecnología ya logra superar a los expertos. El atractivo económico es que la máquina no duerme, no cobra, no toma vacaciones, no hace huelgas, ni se va a trabajar para la competencia.
Empleo en extinción. Hasta Japón ya no tiene el empleo de por vida que caracterizó a su industria en otra época. Un estudio realizado en Inglaterra reveló que muchas tareas serán efectuadas por robots. Transporte, producción, agricultura y venta al público, serán las áreas más afectadas. La inteligencia de las máquinas y de los robots portátiles, automatizarán ocupaciones. Son presagios que desde hace un siglo previeron los escritores de ciencia ficción. La evolución tecnológica, que se supone al servicio del hombre, tomará las tareas que en la actualidad cumple la población activa, la que perderá su empleo. Esta tendencia afectará a los países en vías de desarrollo y a los desarrollados. Algunos ejemplos de trabajos a desaparecer son: el cajero del supermercado o funciones rutinarias como el cobro de peajes. El proceso será gradual pero inevitable.
IBM puso a disposición del público la supercomputadora Watson, para que se le puedan realizar todo tipo de consultas en forma gratuita sobre análisis de datos, predicciones estadísticas y planificación de negocios, lo que Watson hace sin costos y en menos tiempo que un asesor.
La inteligencia artificial ya es una realidad cotidiana, como el asistente digital en los teléfonos inteligentes. Como sucedió con la tecnificación de la agricultura y en la revolución industrial, la innovación mejoró las capacidades productivas del hombre, pero planteó innumerables retos laborales y educativos. En la Inglaterra de aquella época surgieron los movimientos de “destructores de máquinas”, los “ludditas” que percibían que eliminarían trabajadores y someterían a los que quedaban a ritmos de trabajo abusivos. El abaratamiento en los sensores hará que los electrodomésticos y coches estén conectados a Internet y se automatizarán desde empleos rutinarios hasta los que requieren habilidades cognitivas. Un robot podrá operar con más precisión que un médico, redactar textos legales, ofrecer orientación psiquiátrica y cuidar a personas mayores.
Hacer lo que no hacen las máquinas. El hombre opera bajo una racionalidad limitada y deberá capacitarse para un futuro incierto. Es más inteligente ir dejando las tareas que hacen mejor las máquinas y entrenar las funciones que hacen la diferencia, como la resolución de problemas. Un problema es por definición algo desconocido y para resolverlo no sirven las viejas recetas. Las máquinas no sienten emociones ni piensan.
La educación no se adaptó a los cambios ni investigó a fondo la vocación del estudiante en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples.
La educación no se adaptó a los cambios ni investigó a fondo la vocación del estudiante en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples.
Es sabido que lo que no le interesa no lo quiere aprender. Para Einstein olvidamos casi todo lo que nos “enseñaron” en la escuela. Contar con información no equivale a saber usarla. El trabajo exige hacer y no sólo saber. El proceso educativo debe ser rediseñado para aprender a hacer y no para seguir con la ceguera pedagógica del enciclopedismo. No importa leer 100 veces algo, no se aprende nada hasta que se lo practica.
Bill Gates tuvo el número mágico de 10 mil horas de práctica. El éxito no se logra sólo por ser bueno. Los chicos asiáticos estudian más que en occidente, es la base para rendir. Su herencia cultural de trabajo duro deriva del cultivo de arroz. Según un proverbio chino: Nadie que se levanta antes del amanecer 360 días al año deja de hacer a su familia rica. La educación es la industria pesada de un país porque fabrica ciudadanos.
Exámenes sin sentido. El sistema educativo se basa en que los alumnos respondan preguntas que no les interesan y que no cuestionen por qué las cosas son como son y no pueden ser otra forma. No hay cosa peor que responder correctamente la pregunta equivocada. Habría que enseñarles a manejar el método científico, a proponer hipótesis, a entender porque no resultaron correctas y qué hay nuevos caminos a explorar. Nada de esto resulta difícil porque los niños pequeños son máquinas de preguntar. Pero al poco tiempo de estar en la escuela ya no preguntan ni quieren ser preguntados. El sistema transforma la ignorancia en mediocridad, lo que hay que hacer es convertirla en excelencia. Para eso hace falta la pasión.
Inteligencia digital. Las máquinas son más rápidas para calcular, almacenar información y actualizar contenidos. La memoria humana es frágil, inexacta y traicionera. Nuestro cerebro es más lento para buscar y recuperar información y su formato comunicacional es primitivo. Lo ideal es sincronizar el sistema nervioso humano con el digital y desarrollar las competencias que tenemos y que ellas no poseen. Cambiemos la forma de enseñar para garantizar el aprendizaje de las destrezas creativas y emocionales, aprender a aprender y a emprender, a resolver problemas y las destrezas sociales para trabajar en colaboración con los demás. Hay que cambiar el contenido de los programas actuales y el modo de enseñar.
La nueva educación. La computadora no hace magia, el que hace magia es quien enseña. Mobile learning es tener el aula en el celular y en el bolsillo, y es el sucesor del e-learning. Con nuevas tabletas y smartphones, el m-learning, significa que la enseñanza se puede brindar con dispositivos móviles, en cualquier momento y lugar. Para competir con los automatismos la nueva educación debe dar prioridad a la indagación y a la opinión propia. La mejor pregunta que un docente puede hacer a un alumno es: ¿Y vos qué opinás? Hasta ahora nadie le preguntaba qué opina desaprovechando su forma diferente de pensar. El niño es curioso por naturaleza, vive preguntando por qué, por qué y por qué. Pero al crecer atrofian su curiosidad porque lo educan para responder lo que dice el manual y no a preguntar por qué. Si siguiéramos aprendiendo como antes de ir a la escuela seríamos adultos creativos e innovadores. Volvamos al espíritu infantil. El desafío es lograr que los chicos pregunten por qué.
Para eso se necesita el incentivo de las ciencias en la escuela. Que se aprenda a observar, la metodología de las ciencias: tesis, hipótesis, pruebas, éxitos y fracasos. Que vea el error como un aprendizaje. Hay sociedades avanzadas donde se contrata a los fracasados. Saben que a esa persona ya le fue mal en tal o cual proyecto, y lo perciben como un “activo” y como parte del aprendizaje de la vida y de la experiencia laboral.
La educación tecnológica. La computadora no hace magia. Se puede tener la mejor, la más potente, la mejor conectividad, pero la computadora no es un fin, es un medio. Es al docente al que hay que valorizar, capacitar, darle oportunidades y herramientas. El docente es una pieza clave.
En Finlandia tienen que cursar un master antes de ser maestros. El docente aprovecha la tecnología para hacer preguntas cuyas respuestas deban ser pensadas. Los alumnos buscan la información y aprenden a diferenciarla y procesarla. Lo que se aprende por descubrimiento no se olvida. Capacitar a los docentes ni equipar escuelas con Internet es todo. La transformación tiene que ser integral, con políticas de Estado, infraestructura, evaluaciones, capacitación docente, conectividad, colaboración entre grupos y una alianza estratégica público-privada.
Sacarse un 10 no asegura el éxito laboral. Lo que lo consigue son las habilidades intelectuales. El docente, además de enseñar la materia, tiene que fomentar el pensamiento crítico, resolución de problemas, uso de la tecnología y trabajo en equipo: la educación en sentido amplio. En el mundo global, la competitividad es difícil. Hay que promocionar a los nuevos talentos ayudando a que los jóvenes tengan su oportunidad.
Educación informal. Posgrados online, workshops intensivos y programas que mezclan lo presencial y lo virtual son las opciones más elegidas por quienes buscan capacitarse a un ritmo que la educación “formal” aún no puede ofrecer. Este tipo de cursos son la única forma de actualizarse al ritmo que va la tecnología. Las opciones son muchas y abarcan desde cursos online hasta programas intensivos con formato de workshop , o posgrados concebidos con un sistema mixto, llamado blended learning, que integra lo virtual y lo presencial. La gran ventaja del aprendizaje online es que puede ser personalizado e interactivo: recibe tanta información como la que da. Se presenta en videos y se complementa con ejercicios interactivos con un fuerte componente de gamification (la incorporación de la lógica del juego en el proceso) y con un foro abierto donde se pueden despejar dudas. Es necesario un cambio hacia este tipo de recursos. Se estima que el 65% de los niños que hoy cursan la escuela primaria se desempeñarán en trabajos que aún no existen. Estos cambios drásticos en las demandas del mercado laboral están impulsando a las universidades del mundo a replantear sus programas de formación y especialización.
A aprender haciendo. No hay libros o calificaciones, es aprendizaje basado en la experiencia. Experimentando se aprende un 75% más que en una clase. Si hay una lección que uno se lleva en estos cursos es que hay que desaprender, repensar y volver a aprender. Y que equivocarse haciendo está bueno. La velocidad del cambio se acelera. Vivimos el fin de la comunicación haragana. Hoy todos podemos ser David contra Goliat.
No hay títulos para convertirse en alguien. Traen mentores de distinto origen, que vienen del mundo del hacer y dirigen con un fin en mente.
El punto de partida es admitir que hay un problema y algo que provoca incertidumbre. Luego vendrán las charlas inspiradoras que ayudan a pensar sobre disrupciones, nuevos comportamientos de los usuarios y su influencia en la sociedad. A comprender las paradojas del ser creativo, de poder volar y a la vez tener los pies sobre la tierra para dar forma a las ideas. A vincular tecnología, con datos y deseos, basándose en ejercicios de reflexión y trabajo en equipo, compartiendo conclusiones y aprendizajes. El mensaje es esperanzador. Más que de tecnología, uno encuentra que se trata de dar vuelo a la imaginación, provocando emociones positivas. Se trata de mirar desde la orilla y tener la confianza para zambullirse en la próxima revolución creativa. Después de todo, el mundo necesita más gente que ame lo que hace, haciéndolo mejor
Neurociencia de las ideas. Como son las ideas las que dirigen al mundo y lo seguirán conduciendo en el futuro, hay que aprender a viajar al “momento Eureka” que ocurre en el instante previo a la inspiración. Allí la actividad del cerebro vinculada al área visual se apaga. Esta “ceguera” no se advierte por su rapidez, y es un momento de profunda introspección. Es frecuente ver como cerrar los ojos ayuda a dominar señales internas, que favorecen la concentración y enfocarse en la inspección de la evidencia. Después de detectar un estímulo relevante, el proceso visual se apaga, dejándonos ciegos ante lo que viene. Este «pestañeo atencional» es la evidencia de que existía un cuello de botella cognitivo.
El pintor francés Paul Gauguin dijo una vez “cierro mis ojos para ver”. Para el artista, es necesario apagar el resto del mundo, aunque sea por un instante, para rescatar ideas de la mente. La manera analítica de resolver es paso a paso y construyendo lentamente la solución. La otra es discontinua y es estar en blanco hasta el momento de la revelación, dando lugar al famoso «Eureka, lo encontré».
Un sueño generó el “Principio de Arquímedes”: un cuerpo sumergido experimenta un empuje igual al peso del líquido que desaloja. Hierón, de Siracusa, entregó a un joyero oro y plata para hacer una corona. Desconfió de su honradez y pidió a Arquímedes que lo investigara. No sabía cómo hacerlo hasta que un día al dormirse en la bañera el agua se derramó y despertó sobresaltado con una asociación repentina. Dedujo que ante la resistencia del agua el cuerpo parece pesar menos. Tal fue su excitación que salió desnudo al grito de ¡Eureka! ¡Lo encontré! Pesó la corona comprobando que su densidad no era la que hubiera resultado si el joyero hubiese usado todo el oro y la plata. Así comprobó la estafa.
En los dilemas la respuesta llega de golpe y luego parece obvia. Un segundo antes de tener una revelación miramos hacia adentro, en busca de la solución y lo hacemos inhibiendo la información sensorial. Los procesos de inteligencia tradicionales se parecen a una autopista neuronal donde se maximiza la velocidad, la creatividad es un fenómeno más cercano a un suburbio con pequeñas calles y atajos misteriosos. Son muchos los hábitos que podemos fomentar para lograr disparadores. El buen humor los promueve mientras que la ansiedad fomenta el pensamiento analítico. Hay un proceso muy rico de consolidación de la memoria que ocurre cuando dormimos. Recuerdos que se transforman y conducen a detalles no obvios y a conexiones ocultas. Dormir bien nos lleva a generar insights. Los grandes desafíos que enfrenta la humanidad y que seguirán en el futuro son: desempleo, pobreza, escasez, contaminación y drogas. Las soluciones vendrán siempre que podamos iluminar qué pasa en el cerebro antes de que aparezcan las ideas. Como dijo Picasso, cuando la inspiración llegue espero que me encuentre trabajando.
Dr. Horacio Krell CEO de Ilvem. Mail de contacto horaciokrell@ilvem.com
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