El pasado 17 de marzo, en nuestro espacio de coaching del programa Las Mañanas de Radio Nacional de España, hemos hablado sobre cómo nuestro cerebro se relaciona con el dinero, sobre qué dice la neurociencia de un tema tan cotidiano.
¿Somos racionales a la hora de manejar nuestras finanzas? En cuestión de dinero somos, de hecho, menos racionales que en muchas otras facetas de nuestra vida. Es más, si analizamos los modelos macroeconómicos basados supuestamente en lo racional, podemos comprobar que fracasan. ¿Por qué? Pues porque a la hora de la verdad, cuando tomamos decisiones financiaras, a nivel micro nuestras emociones adelantan al intelecto.
Pero, ¿cómo es posible? La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde se genera el pensamiento más avanzado y la toma de decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, como señala el Dr. Mario Alonso Puig, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando. Y la protagonista de este embrollo es la amígdala. Es como si la amígdala le dijera al resto del cerebro: “Eso me gusta, es bueno para nosotros: acércate” o “¡Cuidado! Eso no es bueno para nosotros, es un peligro: aléjate”. Activándose así el circuito de recompensa o amenaza, de los que ya hemos hablado en alguna ocasión. No obstante, recordemos que la información puede utilizar dos caminos para llegar a la amígdala:
- El que pasa a través de la corteza cerebral, por el tálamo que valora toda la información y vuelve a mandarlo a la amígdala y el hipocampo. Este proceso permite que la amígdala valore y responda con información de contexto (tengo que ahorrar porque estoy sin blanca o voy a comprar porque puedo permitírmelo). Estas decisiones pueden ser más conscientes.
- El camino corto, de menos sinapsis. Une el tálamo con la amígdala, saltándose la corteza cerebral. Pone en activo, sin apenas información contrastada, a la amígdala, por una cuestión de supervivencia. Son decisiones más impulsivas, menos conscientes.
Lo que pensemos sobre el dinero si es bueno ahorrar o si lo mejor es disfrutar en el momento que lo tienes, va a activar nuestra amígdala de forma inconsciente. Por ello, identificar nuestras creencias al respecto, nos puede ayudar a elegir con más libertad. Lo mismo sucede con los marcadores somáticos negativos que pueden activar el camino rápido hacia la amígdala. Están relacionados con un resultado futuro, que se convierte en una señal de alarma para nosotros, pues una experiencia anterior negativa fijó este recuerdo en nuestro organismo, recordándonoslo cada vez que sucede algo similar. La clave para no caer en la trampa de activar el camino rápido hacia la amígdala es la identificación de nuestras creencias y nuestros marcadores somáticos.
Hay más factores que influyen en que nuestra relación con el dinero sea tan emocional. El contagio emocional y las neuronas espejo. Nos influye la sensación general de los demás, de las personas que tenemos cerca, incluso de la sociedad en la que vivimos, y tendemos a sentirnos identificados con la pasión social predominante en el momento.
También nos influye el sesgo del presente que nos puede jugar malas pasadas. Por ejemplo, nos lleva a preferir 10 euros ahora mismo que 20 pasado mañana. Esto lo vemos cuando preferimos adquirir un servicio de telefonía por ejemplo, por el regalo que nos ofrecen en el momento, aunque sepamos que a la larga será más económico con otra compañía. Este sesgo también hace que gastemos más con las tarjetas de crédito que con dinero en efectivo. En concreto gastamos de un 12% a un 18% más, según Dunn & Bradstreet.
Y a veces nos emborrachamos con las emociones y caemos en la tentación… porque está demostrado que cuando nos hablan de ganar dinero se activan las mismas partes de nuestro cerebro que cuando estamos disfrutando una buena comida o ante el sexo, y claro… nos dejamos llevar. Y, por el contrario, cuando perdemos dinero o pensamos en esa posibilidad, nos duele como si nos doliera físicamente. Se puede decir que el dinero es un regulador del placer y el dolor.
¿La solución para tener una buena relación emocional con el dinero? La mil veces dicha y grabada en piedra en el templo de Delfos: conócete a ti mismo. Examina tus creencias, sobre todo las familiares, y analiza aquello que te traumó (los marcadores somáticos) y de manera inconsciente te protege para que no vuelvas a vivir aquel dolor o shock. Con una mente más clara tu relación con el dinero también lo será.
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