¿Qué es la resiliencia emocional? José Manuel Guevara nos cuenta
-¿Quiere sobrevivir a la jungla de asfalto? Usted necesitará “resiliencia emocional”.
¿Conoce usted el término “resiliencia emocional”?¿No?, pues más vale que empiece hacerlo, pero sobre todo a identificarlo como una habilidad
que se puede estimular y desarrollar en pos de nuestro bienestar y felicidad.
¿No he atrapado del todo su atención?
Imagine entonces esta escena:
Se levanta temprano porque le espera un día importante: una junta, una entrevista, una presentación, un evento, un viaje, una conferencia, lo que fuere. A estas alturas, usted conoce bien los tiempos y trayectos que realiza a diferentes lugares que frecuenta en su ciudad de residencia, por lo que sale con un colchón de tiempo considerable para evitar cualquier inconveniente. Ah, pero el caos de muchas ciudades contemporáneas (no solo del D.F., aunque es un excelente ejemplo), una vez más tiene la capacidad de sorprendernos—y no para bien—; que los taxistas contra Uber, que otro bloqueo, que de nuevo Ayotzinapa y hoy de plano ya no sé ni de qué va la marcha pero ésta no falta. Entonces usted llega a esa famosa avenida donde el tiempo no se detiene pero la movilidad sí.
Ahora, si cree que ése es el único estimulo que lo invitará a perder la calma, piénselo de nuevo; ahí va usted sentado—en el mejor de los casos—en un vehículo y entonces suena el celular y le preguntan que por qué no ha llegado (hay que hacerle unos cambios a la presentación), le tocan el claxon para que avance apenas unos metros, ve constantemente el reloj porque sabe que en 40 minutos se cierra el vuelo, escucha en la radio que el dólar volvió a subir y se acerca a la barrera de los 16 pesos—toco madera—, le vuelven a tocar el claxon, llega un correo que le recuerda que debe presentar su declaración de impuestos y de pronto se percata de que olvidó algo de vital importancia en la casa.
¿Cómo reaccionaría—o reacciona ya—ante este tipo de circunstancias?
Bueno, sin duda la gran mayoría de nosotros perdemos la cabeza y nos abandonamos al caos; Empezamos por imaginar las terribles consecuencias de llegar tarde (aunque hay que decir que muchas veces la mente las exagera), aparecen así los juicios (pinche ciudad, siempre es lo mismo, el gobierno no hace nada, por qué en lugar de manifestarse no se ponen a trabajar, etc.), entonces no podemos aceptar la realidad y nos peleamos con la experiencia(es que si la esposa hubiera llevado a los niños, si tan solo tuviéramos un sistema colectivo de transporte más eficiente, no hubiera tomado esta ruta, etc.), con lo que llegan las emociones aflictivas (ansiedad, angustia, pánico, estrés, preocupación, y enojo) y, finalmente, nos sumamos a las mentadas de madre, a las peleas de vehículo a vehículo y al famoso voy derecho no me quito y si me pegan me desquito.
No obstante y por increíble que parezca, existe una forma alternativa de reaccionar a este o cualquier otro tipo de dificultades, inconvenientes y/o obstáculos. En el “World Happiness Report 2015”, los autores y neurocientíficos Richard Davidson y Brianna S. Schuyler, definen la “resiliencia emocional” como la capacidad de no sucumbir a los efectos nocivos de las manipulaciones que causan estrés.
Se lee fácil, ¿no? Pero no me malentiendan. Por supuesto entiendo que, ante un escenario como el anteriormente descrito, la amígdala (región del cerebro donde nacen todas nuestras emociones) simplemente busca llevarnos a nuestro destino lo antes posible en pos de nuestros intereses. Sin embargo y aunque muchos de los juicios o pensamientos que surgen en un momento como éste pueden no ser del todo insensatos, es un hecho que en ese instante poco o nada podemos hacer para cambiar la realidad que vivimos y que cuando la amígdala esta activa nuestra capacidad de perspectiva se limita considerablemente y entonces no podemos ver las consecuencias de nuestros actos.
¿Consecuencias cómo cuáles? Bueno, éstas pueden ir desde poner un mal ejemplo a los niños y jóvenes haciendo cualquier tontería, pasando por comprometer nuestra eficiencia para trabajar y hasta poner en predicamento nuestra salud mental y emocional.
Por lo que ya lo sabe, si usted por fin llegó a su centro de trabajo pero los manifestantes siguen dándole vueltas en la cabeza—y agitando los hombros, el cuello, el pecho y el estómago—, más vale que empiece a ver a la “resiliencia emocional” como un nuevo valor de supervivencia para el hombre moderno. Y que, según Davidson y Schuyler, un elemento clave del bienestar es qué tan rápido nos recuperamos de los estímulos negativos.
Es así que si consideramos que la Organización Mundial de la Salud ha venido advirtiendo que para el ya no lejano 2020 las enfermedades mentales podrían ser la segunda causa de incapacidad en el mundo y que propio Richard Davidson señala que una mala gestión emocional afecta ampliamente el rendimiento escolar o laboral, rápidamente entenderemos cómo el estado psicológico de los habitantes de una ciudad como el D.F. ante el caos de vial (en donde pasan un importante número de horas al día) se convierte en un problema de salud pública y de seguridad económica.
No por nada empresas como Google, Facebook e Instagram (famosas por su creatividad y buen ambiente laboral) o incluso algunos congresistas y miembros del parlamento en los Estados Unidos y el Reino Unido han implementado programas de atención plena omindfulness (práctica que la neurociencia ha demostrado contribuye a mejorar la concentración y la regulación emocional) en sus oficinas.
Por lo que finalmente y a manera de conclusión, si bien hay diferentes estrategias y prácticas que podemos buscar individualmente para estimular y desarrollar la “resiliencia emocional”, vale la pena preguntarse qué está haciendo la iniciativa pública y privada de nuestro país para adaptarse a las exigencias que presenta este cada vez más vertiginoso planeta.
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