Marcos López me entrevistó para Adolescentes y más, una entrevista que teníamos pendiente desde hacía tiempo y que retomó al hilo de un artículo sobrela educación como estrategia de paísque publiqué esta semana pasada.
Ha titulado la entrevista con un entrecomillado mío, “Los nativos digitales no existen, son puro mito y no han recibido una educación más sólida“, tesis que casualmente he visto reflejada también en el reciente informe “Learning and teaching technology options“ (pdf, 4,7MB), publicado por el Parlamento Europeo, en el que se afirma entre otras cosas que “aunque los estudiantes son considerados como nativos digitales, tan solo un 30% de ellos pueden ser clasificados como digitalmente competentes”.
En mi experiencia con algunas universidades españolas, ese porcentaje no solo es posiblemente inferior, sino que además, se ve rodeado de un ambiente hostil, lleno de tópicos, de lugares comunes y de errores conceptuales, empeorados por una sensación de que “no hay a quién preguntar” que lleva a una concepción de la tecnología profundamente limitada, que no llega en realidad a aportar nada a la formación y a la preparación para el entorno profesional en el que esos jóvenes van a desarrollarse en el futuro. Si las empresas esperan encontrar jóvenes más preparados en los que hoy salen de las universidades, espera en vano: los pocos que tengan competencias digitales razonablemente buenas no las habrán adquirido como parte de su proceso educativo, sino a través de otros elementos presentes en su entorno.
Una situación que no es responsabilidad de los jóvenes, sino de un entorno que no ha sabido acompañar el desarrollo del entorno tecnológico acompañándolo de las necesarias referencias y anclajes en el proceso educativo. El resultado es que los supuestos “nativos digitales” son, salvo en los casos en los que han desarrollado una fuerte vocación al respecto alimentada generalmente por el entorno familiar, una panda de incompetentes que simplemente pasan muchas horas comunicándose en WhatsApp, pero que poseen enormes carencias a la hora de conceptualizar e incorporar muchas otras herramientas.
En realidad, fruto de un error garrafal: pensar que simplemente por haber nacido a partir de un año determinado y vivir en un entorno en el que la tecnología se estaba haciendo cada vez más presente, iban a incorporarla de manera supuestamente natural, como si estuviesen más preparados para ello. No, la competencia digital no viene dada por el año de nacimiento, sino por la estructuración de esa tecnología que los padres y los educadores deberían haber trasladado a los jóvenes, y que no hicieron por falta de preparación y por no darse cuenta de su importancia… básicamente, por incompetencia.
Mientras no trabajemos seriamente la incorporación de la tecnología a los planes educativos, mientras las Ciencias de la Computación no tengan el rango de asignatura evaluable y al mismo nivel que el resto de las ciencias, y mientras no invirtamos para que el resto de las asignaturas utilicen herramientas tecnológicas como parte indispensable del proceso de aprendizaje, seguiremos cometiendo el mismo error: llenar de teclados, pantallas y cables los colegios, para en realidad tirar el dinero y seguir sin saber qué diablos hacer con ellos. Todo plan estratégico de educación a nivel nacional tiene que girar en torno a la tecnología y a su incorporación a todos los niveles: no hacerlo así es simplemente perpetuar errores y perder miserablemente el tiempo.
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