Como siempre ocurre en materia educativa, hay fieles defensores y agudos detractores de la pedagogía que enunció Maria Montessori en su momento. Muchos afirman que a día de hoy la enseñanza, tal y como está estructurada, no ve como viable la metodología que introdujo la célebre educadora italiana de finales del siglo XIX y principios del XX.
Para ella, la escuela no es un espacio destinado únicamente a que un maestro o un profesor trasmita conocimientos de forma directiva, Montessori, defendía ante todo que el propio niño desarrollara sus capacidades de una forma más libre a partir de un material didáctico especializado.
Las aulas tenían alumnos de diferentes edades, ahí donde los propios niños eran libres de elegir el material a trabajar, y de ampliar sus habilidades de forma más autónoma. Eran ellos quienes marcaban su velocidad de aprendizaje según sus particularidades, envueltos siempre en un contexto menos rígido, donde las pizarras dejaban de tener tanta importancia, y donde los niños tenían libertad de movimiento en el aula.
La perspectiva pedagógica de María Montessori tuvo un impacto mundial, y renovó muchos de los cimientos educativos mantenidos hasta entonces, hasta el punto de “chocar” bastante con esos sectores más conservadores y clásicos de la enseñanza.
A día de hoy, este método donde se enfatiza ante todo la libertad de aprendizaje y la responsabilidad del propio alumno en su proceso de adquisición de contenidos, no se aprecia en la mayoría de los centros. Podemos encontrarlo eso sí, en algunos colegios de línea privada donde se trabajan muchas de estas interesantes estrategias.
No obstante, tanto la pedagogía de la libertad de Montessori como la de la esperanza que formuló Paulo Freire en su momento, no vertebran demasiados pilares de nuestra educación actual (No al menos en muchos países).
Ahora bien, llegado a este punto puede que te preguntes ¿Dónde quedaba entonces el papel de las madres y los padres en la enseñanza de sus hijos? ¿Era importante? Era, ES, vital. El apoyo, la orientación y el cuidado de los padres es fundamental para educar niños felices, adultos autónomos y buenas personas el día de mañana.
Aquí de dejamos 15 de esos principios que enunció en su momento María Montessori, y que seguro te serán de ayuda.
Los mandamientos de María Montessori para los padres y madres
La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle.María Montessori
- Recuerda siempre que los niños aprenden de lo que les rodea. Sé su mejor modelo.
- Si criticas mucho a tu hijo, lo primero que aprenderá es a juzgar.
- En cambio, si lo elogias con regularidad, él aprenderá a valorar.
- ¿Qué ocurre si le muestras hostilidad al niño? él aprenderá a pelear.
- Si se ridiculiza al niño de modo habitual, será una persona tímida.
- Ayuda a que tu hijo crezca sintiéndose seguro a cada instante, será entonces cuando aprenda a confiar en los demás.
- Si desprecias a tu hijo niño con frecuencia, se desarrollará un sentimiento muy negativo de culpa.
- Propicia que tu hijo vea que sus ideas y opiniones son siempre aceptadas, con ello conseguimos que se sientan bien ellos mismos.
- Si el niño vive en una atmósfera donde se siente cuidado, integrado, amado y necesario, aprenderá a encontrar amor en el mundo.
- No hables mal de tu niño/a, ni cuando está cerca, ni cuando no lo está.
- Concéntrate en que tu hijo está creciendo y desarrollándose de modo óptimo, valora siempre lo de lo bueno del niño de tal manera que no quede nunca lugar para lo malo.
- Escucha siempre a tu hijo y respóndele cuando él se acerque a ti con una pregunta o un comentario.
- Respeta a tu hijo aunque haya cometido un error. Apóyalo. Lo corregirá ahora o quizá un poco más adelante.
- Debes estar dispuesto/a a ayudar a tu niño si busca algo, pero debes también estar dispuesto a permitir que encuentre las cosas por sí solo.
- Cuando te dirijas a tu hijo, hazlo siempre de la mejor manera. Ofrécele lo mejor que hay en ti mismo/a.
Cuando un niño se siente seguro de sí mismo, deja entonces de buscar la aprobación de los adultos a cada paso
María Montessori
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