Los expertos insisten en que no prestamos atención a los aspectos metacognitivos del aprendizaje, y en ellos reside la verdadera clave para que no perdamos la información que vamos descubriendo
Sí, recuerdas que en matemáticas tuviste que aprender algo llamado logaritmo neperiano, y probablemente aprobases el examen. ¡Genial! Ahora el para qué servía o cómo se calculaba ya es otro cantar. ¿Por qué apenas somos capaces de retener las cosas que aprendemos a lo largo de la vida? Los expertos tienen una explicación.
Para asimilar cualquier cosa se necesitan dos tipos de conocimientos previos: nociones sobre la materia en cuestión y saber cómo funciona realmente el aprendizaje. “La mala noticia es que cuando el sistema educativo se salta alguna de las dos partes”, explica Drake Baer en 'Business Insider', nos cuesta mucho más aprender y retener informaciones, especialmente cuando vamos haciéndonos mayores.
“Los padres y los educadores son bastante buenos para impartir la primera clase de conocimiento”, opina la experta en psicología Annie Murphy Paul. Somos capaces de retener informaciones concretas como nombres, fechas, números o acontecimientos, pero los expertos insisten en que no prestamos atención a los aspectos metacognitivos del aprendizaje, y en ellos reside la verdadera clave para que no perdamos todos esos datos que aprendemos.
“La investigación en educación muestra que los estudiantes de bajo rendimiento tienen un déficit sustancial en la comprensión de las estrategias cognitivas, encargadas de permitir a las personas que aprendan bien”, continúa Murphy, quien sugiere que gran parte de la culpa de que no retengamos los conocimientos proviene de que no sabemos demasiado sobre cómo funciona realmente el aprendizaje.
Siguiendo estas estrategias podrás empezar a aprender de verdad, no sólo a memorizar, y lograr el éxito académico. Sea cual sea tu edad.
1. Pon a prueba tu memoria, a diario
Lo sentimos pero nadie dijo que fuese fácil. Lo cierto es que para que el aprendizaje sea realmente efectivo tenemos que esforzarnos y emplear tiempo. Los investigadores creen que cuanto más difícil resulte mejor se estará haciendo. De la misma manera que levantar cada vez más peso hace que cada vez seamos más fuertes, si nos ponemos metas difíciles y nos entrenamos a diario para alcanzarlas estaremos ejercitando la memoria mucho más de lo que creemos. “Aunque no es fácil de conseguir, sí es sencillo de intentar: oblígate a recordar cada día un dato o un hecho”, recomienda Baer.
2. Cuidado con la soltura
“Cuando estás leyendo algo y te resulta fácil, estás experimentando lo que se conoce como fluidez o soltura. Y eso solo conduce a problemas y a hacer las cosas por inercia y sin pensar”, explica Baer.
Gran parte de la culpa de que no retengamos los conocimientos proviene de que no sabemos cómo funciona realmente el aprendizaje
Y nos pone un ejemplo: llegas al aeropuerto y tratas de recordar dónde estaba la puerta de embarque por la que saliste la última vez hacia tu destino. Miras en los monitores y ves que indica la misma que la última vez, así que echas a andar sin pensarlo… Y de pronto olvidas hacia dónde ibas exactamente. Según el experto, si en lugar de poner el automático, miramos en las pantallas, preguntamos a alguien y hacemos varios ejercicios mentales para estar atentos permanentemente a lo que estamos haciendo, mejoraremos nuestra memoria a medio y largo plazo.
3. Conectar nuevos y viejos conocimientos
Si somos capaces de relacionar nuestros nuevos conocimientos con otros bien asentados en nuestra cabeza, resultará más sencillo que se nos queden los recién aprendidos. “Así conseguimos que la comprensión de la nueva formación sea más fuerte, y cuantas más conexiones creemos será más fácil recordarlo todo más tarde”, aseguran los autores.
Cuando la gente tiene la oportunidad de reflexionar, experimenta un aumento en la autoeficacia
Algo así como cuando en un artículo que leemos en una página web nos enlazan a través de hipervínculos a contenidos relacionados para ampliar información, pero en nuestra cabeza. Una técnica sencilla para relacionar nuevos conocimientos con antiguos es buscando nexos de unión sencillos. Por ejemplo, si acabas de descubrir cómo entran los líquidos en ebullición, puedes relacionarlo con una taza de café caliente y tus conocimientos sobre esta bebida.
4. Reflexionar, reflexionar y reflexionar
Según demostró un estudio realizado en la Universidad de Harvard, las personas que tienen más tiempo para poder recordar y recopilar datos son capaces de retener más información, por ejemplo, sobre lo que ha ocurrido durante su jornada laboral.
“Cuando la gente tiene la oportunidad de reflexionar, experimenta un aumento en la autoeficacia: se sienten más seguros de ser capaces de lograr cosas, y, en consecuencia, ponen más esfuerzo en lo que están haciendo y lo que aprenden”, explicaba la profesora y coautora de la investigación Francesca Gino
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