El futuro siempre pertenece a los soñadores, a aquellos que se atreven a vislumbrar un mundo mejor. Fue Martin Luther King quien dijo en su memorable discurso del 28 de agosto de 1963: «Tengo un sueño, que nuestros hombres sean juzgados por su carácter y no por el color de su piel». Un año más tarde, concretamente el 2 de julio de 1964, se aprobaba la Ley de Derechos Civiles que prohibía la discriminación en base a la raza, el color de piel, la religión, el sexo o el origen nacional.
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