Si al ocaso no le llamáramos ocaso, no le pusiéramos una etiqueta, y no cristalizáramos la idea de lo que es un ocaso en nuestra mente.
Si al cielo no le llamáramos cielo, no le pusiéramos una etiqueta, y no cristalizáramos la idea de lo que es el cielo en nuestra mente.
Si a nosotros mismos no nos pusiéramos una etiqueta y no cristalizáramos la idea de lo que somos en nuestra mente.
Nos daríamos cuenta que no hay frontera, que no hay límite entre eso que llamamos yo y todo lo que nos rodea.
Nos daríamos cuenta que lo que es es todo lo que es.
Y nos daríamos cuenta y realizaríamos que natural y esenciamente somos eso.
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