En los últimos años han surgido múltiples iniciativas para convertir la programación en una materia accesible para niños. ¿Por qué no esperar a la Universidad?
La tecnología lleva tiempo alterando nuestro entorno, nuestras actitudes y la forma de relacionarnos con los demás. No es factible, por lo tanto, que la educación pretenda mantenerse dentro de una burbuja que ignore las nuevas tecnologías a nuestra disposición, pero tampoco puede pretender ver a la tecnología como una mera herramienta que facilite la puesta en marcha de los métodos y objetivos de la educación de la generación analógica.
Por ello, a la hora de subir a las escuelas al tren de la tecnología debería ponerse el acento en la introducción de la programación informática en el currículo escolar de Primaria, antes que en enfoques más centrados en el equipamiento, como ha sido frecuente hasta ahora.
Pero… ¿por qué deberíamos enseñar a los niños a programar?
Porque las nuevas herramientas son divertidas y fáciles de usar
En los últimos años estamos viviendo una implosión de herramientas diseñadas para introducir a niños a partir de los 6 años en los fundamentos básicos de la programación sin necesidad de ‘picar código’. Un buen ejemplo de ello puede ser Stencyl, una plataforma que permite crear juegos recurriendo únicamente al método de ‘arrastrar y soltar’, definiendo posteriormente en comportamiento de los elementos. Los juegos así creados pueden después ejecutarse en la web, en escritorio y en dispositivos móviles.
Opcionalmente, se puede aumentar la complejidad de estos juegos usando lógica de programación en formato ‘Lego’ (mediante bloques que se van uniendo intuitiva y gráficamente), pero ése es un campo en el que destacan otras dos plataformas aún más populares: Google Blockly (creada por Google como parte de sus esfuerzos en pro del código abierto) y Scratch (desarrollada por el grupo Lifelong Kindergarten del MIT Media Lab) y que ya cuenta con millones de proyectos a sus espaldas.
Además, los niños pueden empezar a familiarizarse con los fundamentos básicos de la computación desde mucho antes de ponerse frente a un PC: hoy en día, los padres y maestros cuentan incluso con libros infantiles (como ‘Hello Ruby‘, de Linda Liukas) recomendados a partir de los 4 años, y que enseñan métodos de razonamiento y las bases de la cultura ‘open source’.
Porque quizá los ‘nativos digitales’ no lo sean tanto
La importancia de la tecnología en nuestra vida cotidiana conduce a que la capacidad de interactuar con soltura con la misma constituya un valor añadido dentro y fuera de la escuela. Pero, pese a la percepción de muchos padres y educadores de que los niños de hoy en día desarrollan dicha capacidad de forma natural (al fin y al cabo, ¿no son ‘nativos digitales’?), eso no es del todo así.
Mitchel Resnick, uno de los creadores de Scratch, afirma que efectivamente la mayoría de nuestros jóvenes están dotados de una amplia familiaridad a la hora de interactuar con las nuevas tecnologías, pero que eso no se traduce en que sepan usarlas para crear y expresarse. Para él, enseñarles a programar es facilitar que quien ya sabe ‘leer’ aprenda, además, ‘a escribir’.
¿Qué implica aprender a programar, entonces? Que los niños puedan dejar de ‘usar’ la tecnología y que aprendan a ‘descifrarla’. Para ello, tendrán que desarrollar una serie de habilidades (pensamiento creativo, capacidad de resolución de problemas complejos, trabajo colaborativo, predisposición a la autocorrección y la búsqueda de errores, etc) que les resultarán de gran utilidad para enfrentarse a los retos que les esperan tras su etapa escolar.
Porque podemos y debemos preparar a los niños para el futuro
¿Tiene algún sentido, acaso, que la primera experiencia de programación de muchos jóvenes sea en el primer curso de universidad, cuando ya han decidido dedicarse al estudio de una titulación de ámbito ecológico? En la medida en que la escuela debe preparar a los niños para un futuro en el mercado laboral, debe tener en cuenta también qué sabemos sobre la evolución del mismo.
La primera certeza es que el factor tecnológico pesará mucho más que ahora (sólo un dato: en Estados Unidos, la velocidad a la que está creciendo la generación de puestos de empleo relacionados directamente con la programación es el doble que la media nacional).
La segunda es que somos incapaces de aventurar por qué senderos discurrirá la evolución tecnológica que dará forma a dicho mercado, por lo que resulta fundamental dotarles de competencias vinculadas al desarrollo de software antes que de conocimiento especializado de ciertos lenguajesen concreto.
Porque muchos países ya lo hacen
Aunque en materia educativa alegar que “otros ya lo hacen” no siempre sea un argumento suficiente, esperamos que a estas alturas del artículo haya quedado claro que no apostar por la programación desde la escuela supondría condenar a la próxima generación a una situación de desventaja en varios aspectos de su vida frente a aquellos estudiantes / profesionales que se hubieran formado en sistemas educativos con espírituo pionero.
¿Qué países son esos? Estonia, Francia o Reino Unido, por ejemplo, ya han empezado a implantar la programación en los planes educativos de primaria, al igual que varios estados alemanes. Australia, Nueva Zelanda, Israel o Finlandia ya están dando pasos en el mismo sentido.
En otros países, los esfuerzos por enseñar programación a los niños están partiendo de iniciativas privadas (al margen de las escuelas o en colaboración con las mismas). Así, cabe mencionar los CoderDojos (nacidos en Irlanda, pero extendidos a varios países) o el proyecto Code.org en Estados Unidos (promovido por personajes centrales de la industria tecnológica como Bill Gates, Jack Dorsey o Mark Zuckerberg).
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