María Mikhailova
El coach más famoso y mejor pagado del mundo, Tony Robbins, suele repetir una frase que siempre me llamado mucho la atención: “la gente exitosa se hace preguntas mejores y por tanto obtienen resultados mejores”.
Hacerse una buena pregunta, ésa es la clave. No sé vosotros, pero yo me paso la vida haciéndome preguntas a mí misma, buscando respuestas en el entorno, en los problemas. He acudido a todo tipo de opciones para encontrarme a mí misma: desde la astrología o el tarot de Osho hasta el Coaching, la PNL o los Registros Akáshikos.
Es curioso, porque no todo el mundo ve de la misma manera esa necesidad de encontrar respuestas. Una chica que conozco cree que esto puede deberse a nuestra inseguridad: buscamos respuestas porque necesitamos sentirnos seguros.
Tal vez haya cierta parte de verdad en esto, pero también creo que las personas que más preguntas se hacen son personas inconformistas, personas curiosas, personas que no quieren una vida sin más, la que les viene dada, sino que pretender superarse y crecer.
Esas son las personas de las que me rodeo últimamente y con las que aprendo muchísimo, sean maestros, escritores, bloggers, amigos, clientes o lectores de este blog. De hecho, cuando oigo a la gente decir que el mundo está fatal, que apenas hay gente buena, me cuesta aceptarlo o entenderlo: yo veo a muchísima gente maravillosa con cualidades humanas admirables a mi alrededor. En realidad todos tenemos cualidades bellas, es nuestra naturaleza humana, pero no todos somos capaces de verlo o de sacarlo fuera. Es cierto que la vida no es un camino de rosas, también hay espinas, a veces muchas, a veces, demasiadas.
Pero volviendo a la pregunta inicial y el tema de este artículo: ¿cuál es la pregunta de tu vida? Es algo que me parece transformador.
De hecho, hace días pude ver unos vídeos sobre el coaching estratégico, con temas que aunque conocía en parte, me iluminaron, porque tuve otra visión sobre ciertos aspectos de psicología y coaching. Todo un descubrimiento.
El caso es que en estos vídeos, el autor mencionaba mucho algo que llamó mi atención: la pregunta primaria y cómo encontrarla puede cambiar tu vida. Imaginaos mi cara de niña ilusionada: ¡o sea que si doy con la pregunta correcta, podré encontrar la respuesta correcta y mejorará drásticamente la calidad de mi vida! O mejor todavía: si consigo cambiar una pregunta poco útil por otra mejor, la respuesta que encuentre será clave para mi crecimiento.
¿Pero cómo encontrar la pregunta primaria?
Para ello tuve que investigar en páginas de internet de habla inglesa y llegué a uno de los vídeos de Tony Robbins. Aunque su manera de hablar me irrita un poco (es muy americano él, muy directo, muy o demasiado motivador... pero a la vez es de los mejores coaches del mundo), me vi el vídeo y saqué algunas conclusiones:
- La pregunta primaria es una pregunta que determina la mayoría de tus acciones de forma inconsciente.
- La pregunta primaria aparece en tus momentos más difíciles de la vida: retos, obstáculos, dificultades, problemas...
- Cuando te enfrentas a una situación que te provoca un especial malestar, casi siempre detrás está la misma pregunta primaria, y respondiendo a ella entenderás por qué te sientes tan mal, qué es lo que te está frenando.
- La pregunta primaria podrías encontrarla también en tus obsesiones, en tus pensamientos recurrentes... se trata de observarte diariamente o analizar tus pensamientos repetitivos.
- Encontrar la pregunta primaria y sobre todo lograr responder a ella puede ayudarte a romper con viejos patrones, creencias limitantes y bloqueos. Es una especie de insight o iliminación, o lo que en Coaching llamamos"momento ahá", cuando te das cuenta de algo importantísimo que no estabas viendo hasta ahora.
Descubrir tu pregunta primaria lo cambia todo
Según Tino Fernández, si descubres tu pregunta primaria, descubres tu identidad. Y el caso es que encontrar tu identidad es una de las cosas más importantes que puedes hacer por ti. Porque tus resultados nunca van a ser mayores que tu propia identidad.
Te pongo un ejemplo. Yo siempre he tenido la identidad de ser alguien que no consigue grandes cosas, que vive en segundo plano, que se conforma con poco o con lo primero que encuentra (y así me pasó hasta que cumplí los 30: trabajos, relaciones de pareja...) Yo siempre sentí que no me merecía más de lo que la vida o mis circunstancias personales podían darme, que no era capaz de salir de mi zona de confort.
Recuerdo que uno de mis anhelos era vivir en el extranjero. Me surgió mientras estudiaba mi carrera universitaria. El extranjero, los viajes, otras culturas, otros idiomas... eran cosas que siempre me han atraído muchísimo. Recuerdo que a mi pareja en aquella etapa le comenté un día que deseaba irme de Erasmus a estudiar ni más ni menos que a Holanda.
Pero no me atreví. Ni siquiera me informé del procedimiento en la universidad. Simplemente tuve un deseo momentáneo que desapareció o al que no dejé aflorar en mí. Porque estaba enfocada en mis recursos y éstos eran más bien pobres: ¿quién me iba a pagar mi estancia en el extranjero (desde luego yo sentía claramente que mis padres no lo harían, bastante hacían pagándome las matrículas de la universidad, aunque fuera pública), ¿cómo me iría fuera si mi inglés no era realmente alto?, ¿cómo iban a darme la beca en la universidad, por qué precisamente a mí?
Tenía miedo y el miedo no es que me paralizara ante una situación desafiante, es que sencillamente no me permitía imaginar una vida más allá de lo que conocía: casa, universidad, exámenes, pareja, hermanas, familia.
Conclusión: mi identidad era muy pequeña, muy conformista, muy limitada por los miedos, las creencias, la sensación de no valer, de no merecer. Estaba clarísimo que con esta mentalidad no conseguiría grandes cosas en la vida. ¡Si ni siquiera me atrevía a soñar con ellas!
Sólo cambiando de identidad empecé un nuevo camino. Primero fue un cambio a nivel personal o emocional: me di cuenta de que mis relaciones personales era justo lo que me mantenía anclada en esa identidad pequeña y miedosa. Me relacionaba con personas tóxicas que lo único que hacían con su actitud era rechazarme o infravalorarme. Pero no era problema de ellos, sino mío. Yo, inconscientemente, buscaba reafirmarme en mi propia identidad: "soy poca cosa, no valgo para que me amen, no merezco nada mejor".
Una actitud de víctima total, como puedes ver. Gracias a mi necesidad de encontrar respuestas, cayó en mis manos un libro americano, traducido al ruso, llamado El Síndrome de Marilyn Monroe. Algún día hablaré del tema. A grandes rasgos se refiere a mujeres (aunque también puede aplicarse a hombres) que buscan relaciones tóxicas en su vida sentimental porque sufren de baja autoestima, consecuencia muchas veces de un entorno familiar desestructurado.
Empecé mi sanación poco a poco hasta que se produjo un click, pasados varios años, no enseguida.
La consecuencia de todo esto fue encontrar por fin a una pareja que me merecía y con la que pude iniciar una relación duradera, cercana y muy fructífera. Tanto que a día de hoy es una de las personas más importantes de mi vida: mi marido, mi amigo, mi compañero de viajes. Una persona que confió totalmente en mí y me animó a descubrirme, a creer en mis cualidades, junto a la cual he podido cumplir mis sueños como por ejemplo vivir en países extranjeros (uno de ellos, Holanda), mejorar mi inglés, cambiar de trabajo, formarme en lo que realmente me llenaba a nivel profesional, abrir mi blog, emprender...
Como ves, mi identidad fue cambiando poco a poco en los últimos 6 años. Ahora puedo obtener resultados diferentes, como lo cuento en esta entrevista con la coach y blogger Ana Vico:
El problema con la identidad es que si mantienes una mentalidad de víctima, de baja autoestima, de inseguridad constante... tus resultados van a ser del mismo tamaño. Y es que aunque luches por cambiar de situación, por prosperar, tu identidad pequeña te saboteará en cada intento, luchará por mantenerse, por seguir siendo la misma.
Es vital que tu identidad esté alineada con tu objetivo. Es importante hacer crecer tu identidad, expandirla, sacarla fuera del confort, ponerla en situaciones incómodas.
Pasos para encontrar tu pregunta primaria
Así que, puedes preguntarte, ¿cómo descubro esa pregunta primaria?
Como te comenté más arriba, obsérvate, recuerda todas las situaciones más cruciales en tu vida, casi desde tu infancia. Pregúntate qué es lo que más te duele cuando hay un conflicto en tu vida, al nivel que sea: personal, social o laboral. En esa pregunta están tus grandes respuestas, las respuestas que te permitirán crecer, desbloquear esa identidad encadenada por las creencias, los miedos, la falta de fe...
Puede que descubras que no hay una sola pregunta. Apúntalas todas. Practica lo que yo llamo escritura automática o creativa. Es un ejercicio bastante útil. Te recomiendo hacerlo a mano. De hecho fue así cómo llegué ayer a mi propia pregunta primaria.
Paso #1: Encontrar tu pregunta
Como en este blog suelo ponerme de ejemplo y contar mis experiencias en primera persona, he decidido compartir contigo cómo llegué yo a dar con esa pregunta. Todavía no puedo decirte que sea la definitiva, pero resuena mucho conmigo misma y con todo lo que te he contado hasta ahora.
- ¿Por qué me cuesta tanto obtener lo que otros obtienen fácilmente?
- ¿Por qué cuando algo es importante para mí tarda tanto en llegar?
- ¿Por qué la vida me está poniendo constantemente a prueba?
- ¿Por qué siento a menudo que no soy como todos, o sea, no me veo “normal”?
- ¿Por qué tengo que demostrar siempre que soy igual de valiosa que el resto?
- ¿Por qué siempre tengo que luchar para demostrarme que soy digna?
- ¿Por qué siento a menudo que no soy suficiente?
De todas esas preguntas, escogí una que me parece la más importante. ¿Por qué tengo que demostrar siempre que soy igual de valiosa que el resto?
Y es que cada vez que hay un problema de cualquier índole, mi mayor preocupación es demostrar que soy buena, que soy valiosa, que no soy mala, que no soy poca cosa. Éste podría entenderse por el leitmotiv de mi vida.
Paso #2: Encontrar la respuesta a la pregunta
Y ahora lo más importante. Hecha la pregunta, es el momento de encontrar una respuesta.
- ¿Por qué tengo que demostrar siempre que soy igual de valiosa que el resto?
- Porque no me lo creo yo. Porque creo que valgo menos. Y para que nadie se dé cuenta de que valgo poco, me desvivo por demostrar que soy buena.
Como ves, una pregunta tan importante puede apuntarte la dirección en la que debes resolver todos tus problemas. Si tienes un conflicto con tu madre, por ejemplo, es posible que la pregunta esté encerrada en el conflicto. Si tienes un conflicto con tu jefe, también. Si es con tu pareja, más de lo mismo.
Paso #3: Qué necesidad insatisfecha está detrás
Y eso no es todo. Tras encontrar la respuesta a tu pregunta primaria, es necesario hacer algo con ella. Tu vida no va a cambiar si no haces algo con la información que has obtenido.
Piensa qué es lo que te falta solucionar con la respuesta que has encontrado: ¿enfrentarte a algún miedo, necesidad de crecer y expandirte, aprender a amarte?
Cuando sabes qué necesidad tienes que cubrir, o sea, qué te falta o qué necesitas alcanzar, es mucho más fácil dirigirte a tu objetivo. Internet está lleno de blogs, webs, recursos, formaciones, talleres... Puedes contactar con personas que puedan ayudarte en este aspecto: terapeutas, coaches profesionales, mentores.
Para ayudarte a enfocar tu objetivo, te paso esta lista de necesidades humanas:
- seguridad
- variedad
- amor / conexión
- importancia
- crecimiento
- contribución
En mi caso, el problema que tengo de creerme menos tiene que ver con la necesidad de sentirme importante, apreciada, reconocida, sea por mis personas cercanas o gente más alejada. Y siempre que hay un conflicto en mi vida, está detrás esa necesidad insatisfecha, bien sea con mi familia, pareja, finanzas o clientes.
Pero el verdadero reconocimiento puedo dármelo yo misma. Mientras no lo encuentre, buscaré por todos los medios que me lo den los demás.
Así que ya tengo claro mi objetivo: reconocerme yo misma.
Paso #4: Convierte el problema en una oportunidad
Cuando sabes cuál es ese objetivo que te falta conseguir, en lugar de enfocarte en tus limitaciones (¿por qué siempre me pasa esto?, ¿qué es lo que me falta?), enfócate en la solución. Es decir, cambia esa pregunta primaria por otra más efectiva. Por ejemplo, en mi caso particular sería: ¿Qué puedo hacer para reconocerme yo misma, para quererme y valorarme de verdad? ¿Y qué no debo hacer para seguir infravalorándome?
Éstas son preguntas más efectivas: se dirigen a la acción, a la solución, son más creativas, están relacionadas con tus propios recursos.
Ideas para que empieces a trabajar
Ya sé que el ejercicio que te propongo es complejo, largo de hacer, profundo... Pero es a la vez apasionante si te gustan los retos: conocerte, descubrirte, crecer, progresar como persona.
De hecho, en mi nuevo curso online propongo un ejercicio bastante profundo para encontrar tu propósito vital y viene acompañado de esta visualización guiada que quiero compartir contigo.
Y si lo que quieres es mejorar tu autoestima, no dejes de leer esta masterclass sobre la autoestima que preparé hace poco y que es un resumen de todo lo que sé sobre este tema.
Y ya para terminar, me encantaría que compartieras conmigo tu pregunta primaria. ¿Se te ocurre algo? Siempre digo que no pasa nada si aún no estás seguro de si ésa es tu pregunta o no. Yo tampoco puedo estarlo al 100%, pero en estos momentos mi intuición me ha dado esta pregunta y es la que me vale ahora.
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