Creo que todos tenemos un brillo que nos hace especiales. Todos tenemos pasiones y cosas que nos calientan el pecho de una manera especial. Y cuando ponemos todo lo que somos al servicio de esas pasiones, cuando vamos al 100% para ese lado, brillamos de una manera especial. No es privilegio de algunos elegidos, es algo con lo que todos venimos equipados de fábrica.
Y para que ese brillo personal brille en serio, hay que darle algunas condiciones básicas: tenerse confianza a uno mismo, alentarse, dejarse soñar, permitirse equivocarse y perder el miedo al error, poner el esfuerzo, amor y pasión a su disposición, y dejar ir un poco la opinión de los demás al respecto… entre otras cosas.
Pero me di cuenta de que a veces con ciertos golpes de la vida perdés la confianza en vos. Y como ella es parte esencial del combustible del brillo propio, con ella se va también lo que te hacía brillar.
¿Y a qué voy con esto? A que si alguna persona, una mala experiencia, un fracaso, una crisis, una pérdida, o alguna situación te robó ese brillo, es hora de hacer un análisis de riesgos,ver lo que perdiste en el camino, ver lo que ganaste (aunque pienses que no hay nada), ver cómo podés usar esa situación no de sofá (para quedarte a descansar para siempre ahí) sino de trampolín (para salir disparado para arriba) y recuperar ese brillo.
Porque ese brillo es tuyo, vino con vos, con lo que sos, con lo que fuiste construyendo en el camino. No es de la otra persona, incluso si era un brillo compartido. Para que sea compartido vos tuviste que poner tu parte. Y si alguien no lo puede (o no lo quiere) compartir más con vos, andate con tu música a otra parte. Llevá tu brillo con vos y volvé a crear, volvé a apasionarte por las cosas, volvé a enamorarte, a equivocarte si es necesario.
Podés sufrir, podés llorar, podés sentir la pérdida y hacer el duelo, podés patalear todo el tiempo que creas necesario. Porque perdiste algo y tenés razón, y está bien, y es natural, que llores al respecto.
Así que llorá, puteá, sufrí y desahogate tranquilo todo lo que necesites. Pero no te olvides que ese brillo sigue esperando en vos a que estés listo para volver a arrancar.
Recuperá la sonrisa, la confianza, recuperá tu personalidad, lo que eras, lo que sos, lo que te hace único. Porque todos tenemos cosas que nos hacen positivamente únicos. ¡Volvé a buscar eso!
El brillo es tuyo, no de la persona, cosa, o situación que se fue. No dejes que se lo lleven con ellos. Si te afectó, es porque fue una parte importante de tu vida. Pero si “fue” una parte importante, justamente es porque “fue”. No “es”. Nadie es indispensable, y podés seguir la vida sin eso que te falta. No seguir “sobreviviendo”. Seguir viviendo a pleno y estar todavía mejor que antes de perderlo.
De ese brillo te vas a volver a enamorar vos después de haber perdido el sentido de lo que valés. Y de ese brillo también se va a enamorar la persona que sigue en la historia de tu vida. Y así vas a cerrar el ciclo y seguir adelante. Brillando.
Va a costar, va a doler, vas a tener que tomar decisiones fuertes. Pero es cuestión de decidir. No es cuestión de tiempo. Es cuestión de lo que vos hagas con vos en ese tiempo que pasa. Es cuestión de decisión. Hoy podés seguir sufriendo un rato más, seguir persiguiendo personas o situaciones que ya se fueron, o podés decidir recuperar el brillo.
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