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Singularity University, la innovadora institución académica de Silicon Valley que busca enseñar a los grandes dirigentes las posibilidades del desarrollo exponencial de las tecnologías para resolver los desafíos de la humanidad, estuvo de nuevo presente en laFundación Rafael del Pino. En esta ocasión, de la mano de José Luis Cordeiro, profesor fundador y asesor en Energía de la organización.
También director del Millennium Project, y fundador y presidente Emérito de la World Future Society de Venezuela, Cordeiro es ingeniero mecánico por el MIT, Máster en Administración de Empresas por INSEAD y se ha formado en Economía Internacional y Política Comparada en la Universidad de Georgetown.
Además de sus actividades en la World Future Society y la Singularity University, es investigador del Institute of Developing Economies (IDE–JETRO) en Tokio, director de la Single Global Currency Association (SGCA) y de la Lifeboat Foundation, cofundador de la Internet Society, consejero del Center for Responsible Nanotechnology, miembro del Comité Académico del Centro para la Divulgación del Conocimiento Económico y de la World Futures Studies Federation (WFSF), así como asesor de la Asociación Venezolana de Ejecutivos (AVE) y de varias compañías y organismos internacionales.
Para algunos, escuchar a Cordeiro es todo un acto de fe; para otros, la oportunidad de aprender a razonar de una manera totalmente distinta, de abrir la mente para entender un cambio que llevará al fin de la edad humana, tal y como ahora la conocemos. Sea como sea, su relato no deja a nadie indiferente.
Habla con vehemencia del apasionante futuro que se avecina, del inicio de la edad post-humana, que puede ser contemplado de cuatro formas: “Con una actitud pasiva, sin hacer nada; con una actitud reactiva, tratando de responder a los cambios; con una actitud preactiva, preparándose para esos cambios, o con una actitud proactiva, convirtiéndose en creador de ese futuro. Esta última actitud es la más recomendable”, nos cuenta.
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Sostienen que entre 2029 y 2045 viviremos la “singularidad tecnológica”. ¿A qué se refieren exactamente? ¿Será posible teniendo en cuenta que estamos inmersos en un contexto de ralentización política y legislativa que no favorece la innovación?
JOSÉ LUIS CORDEIRO: Para nosotros, la singularidad tecnológica es el momento en el que la inteligencia artificial alcanza a la inteligencia humana, y luego la supera. Para expresarlo de manera más radical, yo digo que ese será el fin de la edad humana y el inicio de la edad post-humana; es decir, de humanos aumentados, mejorados, más inteligentes, más éticos, más amorosos… En definitiva, una perfección casi inimaginable en estos momentos.
La cuestión legislativa es interesante. Hoy vivimos en una sociedad que todavía piensa linealmente, mientras que la tecnología cambia exponencialmente. Obviamente, a los gobiernos –además de ser burocracias a las cuales no les gusta el cambio, y cuando uno se produce siempre es lineal– les toma tiempo adaptarse, pero esperamos que los cambios sean cada vez más acelerados.
Estimamos que en el año 2029, como muy tarde, seremos capaces de pasar el test de Alan Turing (el científico británico desarrolló esta prueba para decidir si una máquina podía ser considerada pensante de manera indistinguible para las personas, de modo que uno no discierne si está comunicándose con una inteligencia artificial o con un humano).
Incluso esto puede suceder antes. La inteligencia artificial está avanzando a una velocidad tan increíble que mi amigo Ray Kurzweil, el cofundador de Singularity University, ya se ha equivocado dos veces en sus pronósticos. Él predijo que una computadora de inteligencia artificial iba a ganar al ajedrez en el año 99, y sucedió en el 97, cuando Deep Blue ganó a Kasparov. También dijo que el juego de estrategia GO sería vencido en el año 2017 o 2018, y acaba de suceder a finales de enero de este año. Es algo absolutamente increíble, porque el sistema de inteligencia artificial que lo ha logrado –el AlphaGo– no fue programado para hacerlo, sino que aprendió por sí mismo, viendo y jugando contra sí. Entiendo que es difícil de concebir cómo una inteligencia artificial no programada aprendió simplemente viendo, pero así ha sucedido. Por eso, es muy probable que lleguemos a pasar el test de Alan Turing antes del año 2029.
En cualquier caso, para el año 2045 todo será mucho más radical. A pesar de que un 90% del estamento científico piensa que esto va a ocurrir más tarde, ya que consideran el cambio linealmente, nosotros lo analizamos exponencialmente. En los próximos 20 años vamos a ver más cambios que en los últimos 2.000 años. Insisto, esto es radical, en las próximas dos décadas vamos a ver más cambios que en los dos milenios anteriores.
F.F.S.: ¿Qué pasará en el año 2045?
J.L.C.: En el año 2045, cuando termine la edad humana, una inteligencia artificial va a tener más capacidad que los 9.000 millones de habitantes que existirán en ese momento. No se trata de una invasión, sino de una inteligencia que estamos desarrollando los humanos para estar con nosotros, para aumentarnos y mejorar nuestro bienestar.
Vamos a agregar una cuarta parte a nuestro cerebro. Al cerebro reptílico, al límbico, y al neocórtex, añadiremos un exocórtex por el cual estaremos conectados a la nube y aumentaremos nuestra capacidad mental, porque va a procesar millones de veces más rápido que el cerebro humano. En un segundo conectados al exocórtex, vamos a procesar más que un humano normal en toda su vida hoy. Es el fin de todo lo que conocemos de la especie humana y el inicio de una especie post-humana avanzada.
Como consecuencia, parte de la humanidad se va a quedar atrás trágicamente. Principalmente por razones religiosas, porque hay quien cree que esto es jugar a ser dios y no está de acuerdo con la evolución. De hecho, ya existen grupos humanos que se han quedado atrás. En Sudamérica hay muchas poblaciones aborígenes que viven como hace miles de años. Los indígenas yanomamis no quieren hablar español, no quieren vestirse, no tienen teléfono móvil, ¡no tienen nada! Sin embargo, su actitud me parece consistente porque así han vivido miles de años. Otros grupos en cambio me parece más inconsistentes, como los amish, porque ellos sí adoptaron tecnología hasta el siglo XVIII, cuando dejaron Europa para irse a las Américas. No usan tecnología, excepto la de aquel siglo.
F.F.S.: Steven Pinker, en sus estudios sobre la evolución de la violencia a lo largo de la historia tiene también un approach de este tipo. ¿Hasta qué punto pueden evolucionar socialmente las relaciones entre las personas en un entorno de cambio tecnológico tan radical? ¿Podemos esperar una continuación del proceso de reducción de la violencia?
J.L.C.: A lo largo de la historia han sucedido muchas cosas, pero son tan insignificantes que no tienen comparación con la singularidad. La cuestión es cómo se adapta la humanidad, porque lo que viene es mucho más radical. Hasta ahora estamos hablando de cambios que representan un 1%. Lo que viene es un cambio de millones de veces, porque es exponencial.
Por ejemplo, ya existe un GeneChip para secuenciar el genoma humano. La primera vez que se secuenció costó más de mil millones de dólares, ahora se puede hacer por mil dólares gracias a este tipo de aparatos. En 10 años, costará 10 dólares y se hará en un minuto.
Esto también demuestra que somos iguales que un chimpancé en un 99%. Ambos somos simios mutantes, pero fíjate lo que el 1% del genoma hizo entre un chimpancé y un humano. Lo que viene ahora no es un cambio de un 1%, sino de millones de veces. Es tan radical que va mucho más allá del cambio de un humano con un chimpancé, ni siquiera con un ratón –cuyo genoma es un 90% igual al nuestro–, sino un cambio comparable a la diferencia entre una hormiga y un humano. O tan radical como la evolución de los primeros organismos multicelulares. Los humanos somos descendientes de bacterias y de organismos unicelulares que hace millones de años decidieron juntarse. Pues bien, en el futuro vamos a juntar las inteligencias humanas para crear un cerebro planetario, y luego un cerebro transplanetario. Vamos a ser parte de una inteligencia colectiva, en la que desapareceremos como humanos independientes.
Pinker explica en su teoría The better angels of our nature que estamos viviendo los tiempos más pacíficos de la historia humana y cada vez vamos a ser más empáticos. Las transformaciones que están por venir van a ser de una magnitud casi inimaginable, pero seremos sumamente empáticos, porque vamos a comunicarnos telepáticamente.
Hoy sabemos que hablar y escribir son tecnologías primitivas. Sin duda hablar fue un gran avance, porque nuestros ancestros simios no tienen la capacidad de procesamiento analítico que tenemos los humanos gracias al lenguaje, pero este tiene muchas limitaciones. Es un sistema de comunicación de banda estrecha, muy lento e ineficiente, porque no nos permite expresarnos completamente. Por eso tenemos que usar las manos, los ojos y otro tipo de elementos para transmitir más información. En el futuro, todo se comunicará telepáticamente de manera inmediata, a alta velocidad, por banda ancha, y seremos increíblemente más empáticos, porque vamos a comprender lo que realmente el otro quiere transmitir.
El sector de las comunicaciones está cambiando exponencialmente. Esta es la primera generación de lo que yo llamo lectores de mente. Ya existe un aparato que capta lo que está ocurriendo en el lóbulo frontal de tu cerebro y lo transmite a una computadora a través una conexión bluetooth. A nivel científico, en estos momentos ya se pueden leer 500 neuronas, y estimamos poder leer un millón de neuronas en cuatro años. El objetivo es que en 10 años podamos leer el cerebro, transmitir pensamientos a un ordenador y luego de cerebro a cerebro. Esto va a cambiar el mundo. Actualmente, hay en marcha tres proyectos internacionales –en EE.UU., Europa y Japón– para conseguirlo.
F.F.S.: Parece que caminamos hacia un mundo de selección genética…
J.L.C.: En el tiempo pre-singularidad, es decir, durante el fin de la edad humana, vamos a tener modificaciones genéticas para aumentar la inteligencia. Esto ya está comenzando. Inglaterra acaba de aprobar los bebés de tres padres, China ha empezado a hacer modificaciones genéticas en el embrión, etc.
Tener hijos más inteligentes, más altos o más rubios será posible. Ya se puede secuenciar el genoma humano y se están comenzando a diferenciar los genes para distintas características. Como todas las tecnologías, al principio serán caras y malísimas. Acordémonos de los primeros teléfonos móviles… Sin embargo, hoy cualquier teléfono inteligente tiene más poder computacional que la misión Apolo en 1969. En el futuro, la gente podrá modificarse biológicamente. Habrá quien incluso quiera tener agallas para sumergirse en el mar, quien quiera tener alas, etc.
A partir de la singularidad, nuestros cuerpos no serán viables en el largo plazo. Los cuerpos biológicos son patéticos, porque se van estropeando y no son buenos para el espacio. Los cuerpos robóticos mecanizados son mucho mejores y más eficientes.
La cuestión es qué va a suceder cuando nosotros nos unamos –como lo hicieron los organismos unicelulares durante la evolución–, para conformar una inteligencia planetaria, y luego poder crear una inteligencia interplanetaria. Nuestros cuerpos cuerpos biológicos no funcionan a escala planetaria.
Lo que nosotros creemos, como explica Ray Kurzweil, es que asistiremos a la quinta fase de la evolución del universo. La primera fue la aparición de la materia, el Big Bang; luego la aparición de la química, después de la biología, la cuarta la de los cerebros y ahora la integración humano-máquina. Más tarde, llegaremos a la última etapa que es la colonización del universo, lo que llamamos el despertar del universo. En esa fase, la unidad máxima es el computronion, que es lo más útil que se puede hacer con la materia.
Nuestro cerebro actual es muy deficiente porque evolucionó al azar, pero en la singularidad la evolución va a ser diseñada. Por eso la capacidad computacional empática, incluso de amar, de crear, de ser generoso, va a ser infinitamente superior a la actual de los humanos.
F.F.S.: Esa generación post-humana, ¿tendrá derechos post-humanos superiores?
J.L.C.: En Corea están trabajando en una ley para otorgar derechos humanos a los robots en los próximos 10 años. Japón y Corea son hoy los países más avanzados en robótica humana. Además, la población de Japón los necesita, porque se está reduciendo. Si no fuese porque vamos a llegar a la inmortalidad y la longevidad indefinida en las próximas dos o tres décadas, Japón desaparecería en 100 años, ya que su edad promedio es tan elevada –45 años– que las mujeres no pueden tener bebés.
El hecho de otorgar derechos humanos a los robots forma parte de la sinergia con la civilización cyborg. Suiza acogerá en octubre la primera Olimpiada de cyborgs humanos. Será una celebración muy interesante, porque nos va a demostrar lo que viene, no solo a los discapacitados.
Nuestros cinco sentidos son muy subóptimos comparados con lo que ofrece la naturaleza en este momento. Nuestro olfato es pésimo, escuchamos muy pocas frecuencias, muchos animales tienen mejores ojos que los nuestros, etc. Ahora nos vamos a mejorar. ¡Quién le iba a decir a una persona sin piernas que podrá tenerlas incluso mejores que las humanas! ¡O que en pocos años tendremos ojos biónicos superiores a los humanos!
F.F.S.: La hipereficiencia de ese mundo cambiará los modelos económicos y sociales que hoy conocemos. ¿Quién va a trabajar en un futuro? ¿Quién va a mantener un planteamiento de este tipo, que es tan costoso y complejo?
J.L.C.: De nuevo, estamos hablando del fin de la edad humana, pero la humanidad en el futuro no va a existir como hoy.
Pensamos que vamos a curar el envejecimiento en 20 a 30 años, pero durante ese intervalo la gente va a seguir muriendo –la única manera para conservarlos y luego reanimarlos es congelarlos inmediatamente después de la declaración de muerte clínica, porque el cerebro y los órganos se mantienen vivos varios minutos–. Cuando podamos revertir el envejecimiento, obviamente esto ya no será necesario. Pero el no envejecimiento no es igual que la inmortalidad.
En 10 años, quizá 15, seremos capaces de curar el cáncer. De hecho, es una enfermedad muy interesante, porque las células de cáncer no envejecen, sino que son mutaciones de células que envejecen y que se convierte en células que no envejecen. Ahora que se ha podido secuenciar el genoma, podremos descubrir por qué no envejecen las células de cáncer para que no envejezca el resto del cuerpo.
Vamos a pasar de la economía de la escasez a la de la abundancia. En Davos se ha estado discutiendo sobre la creación de una renta básica universal para todo el mundo, pero solo será necesaria hasta que lleguemos a la singularidad tecnológica en el año 2045. Luego todos los humanos tendremos recursos para vivir. La robótica, la inteligencia artificial, las impresoras 3D y todas las innovaciones se encargarán de hacer el trabajo.
La disrupción de los humanos –el transhumanismo, que es la evolución de la humanidad con ciencia y tecnología– viene para mejorar la condición humana, para que vivamos mejor, más tiempo, más inteligente y éticamente. Hay gente que tiene miedo a la inteligencia artificial, pero yo creo que a lo hay que tenerle miedo es a la estupidez natural. No hay razón para dar la espalda a un mundo lleno de oportunidades y de recursos, un mundo en el que un ser humano apenas cuesta 100 dólares de materia prima (porque básicamente somos 70% agua y el resto materiales sencillos y abundantes en el planeta: carbono, nitrógeno, etc.), o en el que la nanotecnología va a permitir hacer un kilo de cualquier cosa, de cualquier alimento, por solo un dólar.
Esta conversación que tú y yo estamos manteniendo ahora va a tomar un segundo, porque telepáticamente seré capaz de transmitirte todo lo que te quiero contar, y tú harás fotografías con tu propio ojo.
F.F.S.: ¿Qué pasará con la actual estructura económica, porque hay en marcha grandes inversiones en todos los sectores e infraestructuras que pagar?
J.L.C.: Va a haber una gran oposición, porque los incumbentes no quieren perder sus privilegios, pero este es un tsunami tecnológico indetenible. Incluso algunos de ellos no ven lo que viene, porque la disrupción procede de fuera, de sectores atípicos.
Con respecto a la energía, tal y como explico en mi prólogo del libro Disrupción Limpia, en los próximos 20 años casi la totalidad de la energía del planeta Tierra será solar. No utilizaremos más los combustibles fósiles y viviremos cambios exponenciales en el sector energético.
También en el sector automotor, porque los carros eléctricos ya son imparables. Es fascinante montar en un self-driving car de Google y comprobar que no hay nada (ni volante, ni pedales, ni freno… nada), simplemente le hablas al coche y él te lleva. Estimamos que también es necesario un cambio generacional. Antes todo el mundo quería tener un coche, ahora a los jóvenes les importa cada vez menos. Evolucionan hacia el transporte on demand y hacia las plataformas de economía colaborativa, como Uber. Creemos que más de la mitad de las actuales compañías de motor no existirán en 20 años, porque no hará falta la cantidad de coches que ahora tenemos. Solo necesitaremos un 20% de ellos. Tampoco habrá accidentes, con lo cual cambiará radicalmente el sector de seguros.
Además de esta disrupción inimaginable en el sector energético y en el sector transporte, en dos años vamos a tener Internet gratis en todo el planeta Tierra, de banda ancha y alta velocidad, gracias a un aparato que costará unos 30 dólares y que va a ser más poderoso que cualquier teléfono móvil que hoy exista. Esto va a cambiar el mundo. En estos momentos, ya existen cinco proyectos para Internet gratis en el mundo. 10 años después, vamos a comenzar a conectar nuestros cerebros directamente al exócortex planetario del conocimiento mundial.
Viene una disrupción total que hará que muchas compañías desaparezcan, si no son capaces de cambiar completamente.