miércoles, 22 de diciembre de 2010

El secreto de la percepción

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El secreto de la percepción

La realidad está ahí pero lo que importa es la percepción. Sin ingreso no hay proceso y no hay percepción sin memoria. Como el corazón que se expande y se contrae, el cerebro se expande con la meditación por asociación de ideas. Contracción es concentración. El juego mental asociativo dirigido por el querer diferencia al vagabundeo mental del pensamiento creador. Pensar es anticiparse: 1) decidir a qué atender, 2) mover la voluntad desde un concepto a otro, 3) inspeccionarlos, relacionarnos y viajar a través de ellos.

El éxito de la asociación depende de la elección de la segunda idea, porque dirige al pensamiento. En un accidente, según el interés, el pensamiento circulará por rutas distintas. La víctima, el abogado, el mecánico, el médico, el policía, verán aspectos diferentes y se alejarán del origen.

Los estímulos compiten para captar la atención, pero el querer es un imán. Sin él el pensamiento no tiene conductor. La concentración materializa el triunfo de quien conociendo su destino crea la senda que lo conduce.

Basura entra basura sale. Funes el memorioso -el cuento de Borges, no podía ponerle límites a su memoria ni jerarquizar sus componentes ya que todo le daba igual. Así acumulaba basura. El peso de la basura lo hacía sufrir tanto que finalmente se suicidó. No pudo aguantar el peso de su memoria.

El cerebro para evitar el suicidio borra el 80% del suceso dentro de las 8 horas, esto se llama -curva del olvido-. El problema es que borra lo bueno y lo malo. Si dejamos que la mente funcione de este modo estaremos perdidos.

Los canales de la percepción. Hay tres canales de la percepción: la lectura, la escucha y la observación. Es necesario mejorar la percepción porque el crecimiento exponencial del conocimiento lleva a correr contra el reloj y a renunciar a muchas cosas. La ecuación del hombre con el tiempo ya no cierra.

Con la bipedestación la mano transfirió a las piernas la locomoción y realizó tareas, como tomar el alimento, que antes hacía la boca. En posición erecta el cerebro creció, fue el símbolo intelectual y los ojos su instrumento. Se produjo la división entre lo sensorial y lo intelectual. El sector abdominal, como tensión en el estómago, nos recuerda nuestro pasado animal.

La mano contribuyó al desarrollo cerebral ejecutando las decisiones. La palabra creó un mundo cultural y simbólico. La imprenta y la educación masiva situaron en el hemisferio izquierdo la razón y en el derecho la intuición, la creatividad y las emociones. Un cable de fibras nerviosas los unió, facilitando la cooperación entre estas dos formas de sentir y de pensar.

La voz interior. Sócrates fue hijo de una partera y partero de las almas. Lo hacía preguntando: ¿qué es la belleza? ¿qué hace que lo bello sea bello? Las respuestas eran cada vez más breves hasta que se reconocía la ignorancia. Sócrates dijo “sólo sé que no se nada”, era partero de ideas pero no daba a luz: cada persona lo hacía escuchando la voz interior que le hacia saber lo que quería, y así accedía a la fuente de energía del poder realizador.

Aprender a escuchar. El aprendizaje es progresivo: reproducir, decir con otras palabras, descifrar emociones, sintetizar, demostrar interés, preguntar, tomar notas. La clave es no dialogar con uno mismo sino abrir la mente. Tenemos dos orejas y una lengua para escuchar el doble de lo que decimos.

Se puede hablar sin decir y oír sin escuchar. Hay que mejorar la calidad del diálogo. Sólo el 7% es verbal, lo emocional se expresa con tonos, expresiones y ademanes. Hay que observar más lo que se hace que lo que se dice. No basta con simpatizar, empatía es sentir, es detectar la congruencia entre lo que dice, piensa y corporiza. La empatía crea la destreza social.

Las emociones contagian y se transfieren. Quien sabe escuchar, incrementa su poder de persuasión y se “meten a la gente en el bolsillo”. Saber escuchar exige dejar de juzgar, crear un espacio de silencio para responder sabiendo manejar las propias emociones. Se recuerda el 5% de lo que se escucha, el 25% de lo que se ve y el 90 % de lo que se hace. Por lo tanto, hay que escuchar activamente, con entusiasmo, haciendo de la escucha un acto.

La memoria eficaz funciona como en el cine, donde se recuerda el film sin anotaciones ni repasos. La clave es poder reconstruir el original. Einstein decía que “estaba seguro que sabía lo que podía explicar a su abuelita”. Mapas y grafosíntesis de conceptos en imágenes, permiten ordenar el saber.

La percepción en la lectura. La mayoría sólo sabe cuando comienza a leer un libro pero no cuando lo terminarán. Esta forma de leer no es estratégica.

El lector estratégico calcula su tiempo de lectura dividiendo la cantidad de palabras del texto por su PLM (cantidad de palabras leídas por minuto).Así decide en cuánto tiempo planificará sus exámenes, tareas y presentaciones.

La intermediación parasitaria, por vocalización e introaudición, distraen y lentifican -no se puede hablar o escuchar más de 100 palabras por minuto.

El día tiene 24 horas, eso no se puede modificar. Se necesita leer con el estilo de lectura mental vista-cerebro que mejora la velocidad y la comprensión.

Ampliar el campo visual en la lectura. La técnica convencional obliga al cerebro a coordinar pausas y detenciones. Al interpretar la palabra escrita por su sonido, recién se puede comprender al terminar de leerla. Los ejercicios permiten leer varias palabras por golpe de vista sincronizando el campo central, más reducido y nítido con el periférico, más amplio pero difuso.

En la lectura lenta el cerebro ocupa el 10 % de su capacidad y la zona inactiva hace perder la concentración. La mente es por naturaleza vagabunda y salta de una idea a otra cada 12 segundos.

El aprendizaje es el cambio en la memoria cuando se incorpora un elemento nuevo. Para subrayar la importancia de la lectura en la conformación de la personalidad, Borges dijo que “somos lo que somos por lo que leemos”.

Observar es más que ver. Observar es la puerta de entrada del mundo externo hacia nosotros. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento, mejor será el resultado. La persona que sabe, puede observar lo que nadie ve.

Para Pasteur “el azar favorece a las mentes preparadas”. Son las que aprovechan las oportunidades que les ofrece la vida para observar. Se trata de cultivar una actitud de asombro y de saber usar correctamente la memoria.

Observar creativamente es generar una diferencia sobre lo habitual. La realidad es la misma, lo que cambia es la visión. La mirada creativa captura lo que el común de la gente no ve. El mejor ejemplo de transformación del azar en buena suerte fue la manzana que cayó en la cabeza de Newton. A muchas personas les habían caído manzanas, pero Newton transformó la situación en buena suerte al descubrir la ley de gravedad.

La memoria es el capital que genera como resultado el aprendizaje. Con la memoria aprendemos y cuando aprendemos la modificamos. Para optimizar la relación memoria-aprendizaje los métodos poseen una importancia capital. Como dijo Nietzche, “los métodos constituyen la mayor riqueza del hombre”.

Lo más importante. El resultado óptimo de conectar la percepción y la memoria es la creación. La calidad de la producción de ideas y el proceso de llevarlas a la práctica o innovación crea un puente directo entre la percepción y los resultados. Este camino se repite en forma continua cuando se descubre el método que permite convertir el espíritu en materia.

Cuando el cerebro dirige el aprendizaje con métodos facilitadores y domina los secretos de la percepción, se abre la mente hacia una comprensión superior. Estos propulsores del aprendizaje se alinean con la frase de Newton: “No soy un genio, estoy parado sobre la espalda de gigantes”.

* Dr. Horacio Krell, es el Fundador y CEO de Ilvem, entidad educativa cuya misión es el desarrollo de la mente humana en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples. Su correo es: horaciokrell@ilvem.com

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