Nuevas imágenes cerebrales sugieren que es difícil que la gente renuncie a este tipo de valores, a cambio de incentivos
Un estudio realizado con técnicas de neuroimagen por especialistas de la Universidad de Emory, en Estados Unidos, ha revelado que los valores “sagrados” son procesados por regiones del cerebro que nada tienen que ver con el sistema de recompensa cerebral. Esto significaría que no puede convencerse a nadie de que renuncie a sus creencias más profundas, a cambio de incentivos. Los resultados obtenidos en la investigación ayudarán comprender mejor ciertos factores influyentes en el comportamiento humano, en todos los países y culturas. Por Yaiza Martínez.
Un estudio realizado con técnicas de neuroimagen por especialistas de la Universidad de Emory,
en Estados Unidos, ha revelado que aquellos valores que las personas se
resisten a rechazar, incluso cuando se les ofrece dinero a cambio, son
procesados de manera distinta en el cerebro que los valores a los que se
renuncia fácilmente.
“Nuestro experimento ha constatado que el ámbito de lo sagrado –ya sea lo sagrado una fuerte creencia religiosa, una identidad nacional o un código ético- entraña un proceso cognitivo distinto”, afirma Gregory Berns, director del Center for Neuropolicy de la Universidad de Emory y director del estudio, en un comunicado emitido por la propia universidad.
Los resultados obtenidos en esta investigación han aparecido publicados en la revista especializada Philosophical Transactions of the Royal Society.
El cerebro y los valores culturales fundamentales
Según los autores del estudio, los valores sagrados provocan una mayor actividad en una región del cerebro relacionada con normas básicas y procesos mentales sobre lo correcto o lo incorrecto. En cambio, no potencian la actividad neuronal en regiones cerebrales relacionadas con la consideración de costes y beneficios.
Para la investigación, se aplicó un método que permitirá comenzar a responder a cuestiones científicas sobre cómo la gente toma decisiones que implican a valores sagrados, explica Berns.
Los resultados obtenidos permitirían asimismo entender mejor ciertos factores influyentes en el comportamiento humano, en todos los países y culturas. “Estamos viendo cómo están representados los valores culturales fundamentales en el cerebro”, asegura el investigador.
Características del estudio
Los científicos usaron la técnica de exploración de resonancia magnética funcional (fMRI), un procedimiento que permite mostrar en imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea determinada, para captar las respuestas neuronales de 32 adultos norteamericanos, en el transcurso de un experimento.
“Nuestro experimento ha constatado que el ámbito de lo sagrado –ya sea lo sagrado una fuerte creencia religiosa, una identidad nacional o un código ético- entraña un proceso cognitivo distinto”, afirma Gregory Berns, director del Center for Neuropolicy de la Universidad de Emory y director del estudio, en un comunicado emitido por la propia universidad.
Los resultados obtenidos en esta investigación han aparecido publicados en la revista especializada Philosophical Transactions of the Royal Society.
El cerebro y los valores culturales fundamentales
Según los autores del estudio, los valores sagrados provocan una mayor actividad en una región del cerebro relacionada con normas básicas y procesos mentales sobre lo correcto o lo incorrecto. En cambio, no potencian la actividad neuronal en regiones cerebrales relacionadas con la consideración de costes y beneficios.
Para la investigación, se aplicó un método que permitirá comenzar a responder a cuestiones científicas sobre cómo la gente toma decisiones que implican a valores sagrados, explica Berns.
Los resultados obtenidos permitirían asimismo entender mejor ciertos factores influyentes en el comportamiento humano, en todos los países y culturas. “Estamos viendo cómo están representados los valores culturales fundamentales en el cerebro”, asegura el investigador.
Características del estudio
Los científicos usaron la técnica de exploración de resonancia magnética funcional (fMRI), un procedimiento que permite mostrar en imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea determinada, para captar las respuestas neuronales de 32 adultos norteamericanos, en el transcurso de un experimento.
En la primera fase de éste, se le mostró a los participantes una
serie de enunciaciones que iban desde lo más mundano (por ejemplo, “eres
un bebedor de té”) hasta lo más controvertido (como “apoyas el
matrimonio homosexual” o “eres pro-vida” –o contrario al aborto-).
En total, fueron presentadas 62 frases, así como otras tantas de contenido opuesto. Los investigadores pidieron a los participantes que eligieran, en cada caso, el enunciado con el que se sentían más identificados.
Al final del experimento, se ofreció a los voluntarios la opción de subastar sus enunciaciones personales, es decir, la posibilidad de rechazar sus elecciones iniciales a cambio de dinero real.
De esta forma, podían llegar a ganar hasta 100 dólares por frase, simplemente firmando un documento en el que señalaban estar de acuerdo con lo opuesto a aquello en lo que en realidad creían.
Además, se les ofreció a los participantes la posibilidad de no participar en la subasta de aquellas enunciaciones que ellos consideraban las más valiosas o esenciales.
Resultados obtenidos
“Usamos la subasta para medir el apego de los participantes a determinadas enunciaciones”, explica Berns. “Si una persona rechazaba coger dinero a cambio de modificar su elección, consideramos que el valor (representado en esa frase) era personalmente sagrado para ella. Pero si cogía el dinero, consideramos que ese valor no le resultaba sagrado”.
Al mismo tiempo que los voluntarios realizaban sus elecciones, se registró su actividad cerebral con la tecnología fMRI.
Los datos de las imágenes cerebrales obtenidos mostraron una fuerte relación entre los valores sagrados y la activación de sistemas neuronales relacionados con la evaluación de lo correcto y lo incorrecto (unión temporoparietal izquierda) y con la recuperación de normas semánticas (corteza prefrontal ventrolateral izquierda).
En total, fueron presentadas 62 frases, así como otras tantas de contenido opuesto. Los investigadores pidieron a los participantes que eligieran, en cada caso, el enunciado con el que se sentían más identificados.
Al final del experimento, se ofreció a los voluntarios la opción de subastar sus enunciaciones personales, es decir, la posibilidad de rechazar sus elecciones iniciales a cambio de dinero real.
De esta forma, podían llegar a ganar hasta 100 dólares por frase, simplemente firmando un documento en el que señalaban estar de acuerdo con lo opuesto a aquello en lo que en realidad creían.
Además, se les ofreció a los participantes la posibilidad de no participar en la subasta de aquellas enunciaciones que ellos consideraban las más valiosas o esenciales.
Resultados obtenidos
“Usamos la subasta para medir el apego de los participantes a determinadas enunciaciones”, explica Berns. “Si una persona rechazaba coger dinero a cambio de modificar su elección, consideramos que el valor (representado en esa frase) era personalmente sagrado para ella. Pero si cogía el dinero, consideramos que ese valor no le resultaba sagrado”.
Al mismo tiempo que los voluntarios realizaban sus elecciones, se registró su actividad cerebral con la tecnología fMRI.
Los datos de las imágenes cerebrales obtenidos mostraron una fuerte relación entre los valores sagrados y la activación de sistemas neuronales relacionados con la evaluación de lo correcto y lo incorrecto (unión temporoparietal izquierda) y con la recuperación de normas semánticas (corteza prefrontal ventrolateral izquierda).
Asimismo, las imágenes mostraron que los valores esenciales para
los participantes no activaban sistemas cerebrales relacionados con el
sistema de recompensa del cerebro.
Por otro lado, la investigación revelo que los participantes que previamente informaron estar activamente afiliados a organizaciones –iglesias, equipos deportivos, grupos musicales, etc.- presentaban una actividad mayor en las áreas del cerebro vinculadas a los valores sagrados.
Según Berns, esto podría deberse a que los grupos organizados infunden valores de manera más potente, a través de la aplicación de reglas y normas sociales.
Consecuencias sociales
A partir de estos hallazgos, Berns declara: “La mayoría de las políticas públicas están basadas en ofrecer a la gente incentivos o disuasiones. Pero nuestras constataciones indican que es irracional pensar que una política basada en análisis de costes y beneficios influirá en el comportamiento de los individuos, en lo referente a sus valores personales sagrados, porque el cerebro humano procesa dichos valores en regiones que no responden a los incentivos”. El científico añade que “a medida que la cultura cambia, nuestro cerebro también, y los cambios en el cerebro afectan a la cultura. No se pueden separar ambos elementos. Ahora tenemos los medios para empezar a comprender esta relación, y esto está llevando al relativamente nuevo campo de la neurociencia cultural a un escenario global”.
En su estudio, Berns ha dirigido a un equipo constituido por la economista de la Universidad de Emory, Monica Capra; por Michael Prietula, profesor de sistemas de información de la Goizueta Business School de Emory; por un psicólogo y por antropólogos del instituto Jean Nicod de París, en Francia.
Por otro lado, la investigación revelo que los participantes que previamente informaron estar activamente afiliados a organizaciones –iglesias, equipos deportivos, grupos musicales, etc.- presentaban una actividad mayor en las áreas del cerebro vinculadas a los valores sagrados.
Según Berns, esto podría deberse a que los grupos organizados infunden valores de manera más potente, a través de la aplicación de reglas y normas sociales.
Consecuencias sociales
A partir de estos hallazgos, Berns declara: “La mayoría de las políticas públicas están basadas en ofrecer a la gente incentivos o disuasiones. Pero nuestras constataciones indican que es irracional pensar que una política basada en análisis de costes y beneficios influirá en el comportamiento de los individuos, en lo referente a sus valores personales sagrados, porque el cerebro humano procesa dichos valores en regiones que no responden a los incentivos”. El científico añade que “a medida que la cultura cambia, nuestro cerebro también, y los cambios en el cerebro afectan a la cultura. No se pueden separar ambos elementos. Ahora tenemos los medios para empezar a comprender esta relación, y esto está llevando al relativamente nuevo campo de la neurociencia cultural a un escenario global”.
En su estudio, Berns ha dirigido a un equipo constituido por la economista de la Universidad de Emory, Monica Capra; por Michael Prietula, profesor de sistemas de información de la Goizueta Business School de Emory; por un psicólogo y por antropólogos del instituto Jean Nicod de París, en Francia.
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