Ayer encontré en la librería Gandhi de Cuernavaca El cerebro del triunfador. 8 estrategias de las grandes mentes para alcanzar el éxito, de Jeff Brown y Mark Fenske, con Liz Neporent. El Dr. Brown es psicólogo cognitivo-conductual y catedrático de la Harvard Medical School; el Dr. Fenske es neurocientífico e imparte clases en la misma facultad. Liz Neporent es una neoyorkina autora de varios bestsellers. Publicado en 2010 por Harvard University Press, acaba de aparecer en castellano.
El libro parte de una serie de premisas:
- “El cerebro de los triunfadores se adapta de forma excepcional con el paso del tiempo, valiéndose de un proceso conocido como neuroplasticidad”
- La definición que emplean de triunfador/a es “una persona con éxito extraordinario en los aspectos de la vida que más valora”.
- Los triunfadores “disfrutan del trayecto hacia sus metas tanto como del destino mismo”.
- Se echa por tierra “el mito de que todos los triunfadores nacen deliberadamente dotados para el éxito, de que se nace o no con un cerebro óptimo”.
- Todos los triunfadores “dan muestra de un uso estratégico y proactivo de su capacidad intelectual; descubren y utilizan la adaptabilidad de su cerebro, en vez de dejarla al azar o de esperar a que las circunstancias ideales se presenten por sí solas”. Citando al poeta latino, “pueden porque creen que pueden”.
- Naturaleza y educación (Nature/nurture, en inglés) trabajan juntas. “una de las leyes fundamentales de las neurociencias es que este órgano (el cerebro) conserva su capacidad de cambio hasta el momento de su muerte”.
- “El pensamiento fértil se elabora lentamente en el cerebro. Ya no es un soñador, es un creador” (Auguste Rodin).
Después presenta un breve recorrido por el cerebro: Corteza cerebral (reflexión, control), con sus cuatro lóbulos: occipital (vista), temporal (oído, lenguaje, memoria, reconocimiento), parietal (tacto, temperatura, atención) y frontal (procesamiento motor, memoria operativa); cuerpo calloso, que une los hemisferios izquierdo y derecho; corteza prefrontal (multitareas mentales), Corteza cingulada anterior (conflictos por resolver), Ínsula (aversión física y psicológica), Amígdala (emociones), Hipocampo (formación de recuerdos a largo plazo, dirección espacial, memoria) y ganglios basales (motivación).
Tras repasar la historia de las neurociencias, se centra en las “cinco herramientas de capacidad intelectual”, que son:
1. Radar de oportunidades: Buscar soluciones, opciones, nuevas formas de atacar los problemas.
2. Indicador de riesgo óptimo: Salir de la zona de confort, prudencia + audacia, no arrepentirse de las decisiones.
3. Láser de metas: Contar con sueños y convertirlos en metas, concentración, perseverancia.
4. Acelerador de esfuerzos: Compromiso, dedicación, superación de obstáculos.
5. Medidor de talento: Una idea clara de para qué la persona es buena y para qué no, potencial, análisis de para qué no vale.
A partir de estas cinco herramientas, los autores destacan 8 “factores de triunfo” (estrategias para que aprovechar las herramientas”, que son:
A. Autoconsciencia. “Una armonizada consciencia de ti mismo te ayudará a conocerte mejor, saber cómo te relacionas con el resto del mundo y cómo el resto del mundo se relaciona conmigo”. Actúa sobre el acelerador de talento y el acelerador de esfuerzos. Tiene que ver con las “neuronas espejo” (descubierta por Giacomo Rizzolatti, U de Parma) y con las investigaciones de análisis de datos de electroencefalografía (EEG) de Phillipe Schyns (U de Glasgow): el cerebro requiere de menos de 200 milésimas de segundo para obtener de una expresión facial la información que necesita. Para desarrollar la consciencia, practicar yoga, meditación, etc. El 25% de los estudiantes con calificaciones más bajas pensaban que habían superado a la mayoría de sus compañeros (David Dunning y Justin Kruger, U de Cornell, 2007).
B. Motivación. Es “cultivar el impulso para ganar”, lo que impacta en el acelerador de esfuerzos y en el láser de metas. Requiere de preparación, arranque y avance. Está basada en la idea de “flow” (Csíkszentmihályi). Son recompensas intrínsecas (Teresa Amabile, U de Harvard). Las recompensas materiales sólo funcionan como “peldaños de motivación” (Kevin Volpp, U de Pennsylvania).
C. Concentración. Es “fijarse en lo importante”, y actúa sobre el láser de metas, acelerador de esfuerzos y radar de oportunidades. Es evitar la “ceguera mental” temporal (Jane Raymond, U de Calgary), el “fisgoneo de atención” (Steven Most, U de Delaware), como mirar un accidente, o la “ceguera por falta de atención” (Arien Mack, Irvin Rock). Se deben fijar prioridades y practicar.
D. Equilibrio emocional. “Los triunfadores reconocen y anticipan respuestas emocionales tanto en sí mismos como en los demás”, lo que influye en el radar de oportunidades, en el láser de metas y en el indicador de riesgos. Podemos “escoger la felicidad” (Sonja Lyubomirsky y Julia Boehm, 2008) y esta elección suele preceder al éxito. Para la serenidad, separar las actividades.
E. Memoria. No solo almacenar gran cantidad de información, sino aplicar la experiencia para elaborar estratégicamente nuevos conocimientos, lo que impacta en el radar de oportunidades, en el indicador de riesgos y en las otras tres herramientas restantes. A los 18 meses, los bebés recuerdan 10 palabras al día; a la edad adulta, procesamos 60.000 palabras. Los memoriones tienen “cerebro proactivo” (Moshe Bar, Harvard Medical School, 2007): no ven la memoria como un DVD sino para influir en el presente y en el futuro. El don de la anticipación es la contribución más importante de la memoria al éxito. La memoria se afianza si se vincula con algo que ya se conoce (Elizabeth Kensinger, U de Boston). Y por supuesto, cuanto más amplia es la práctica, más automática la tarea (Russell Poldrack, UCLA). Señalar (hacer señas mientras se trata de memorizar) es un gran recurso mnemotécnico (Susan Cook, U de Rochester). Por otro lado, el olvido intencional da resultado (Glenn R. Wylie, U de Nueva Jersey, 2008)
F. Resiliencia. “El arte del aguante: el cerebro de un triunfador se recupera de los retos de la vida haciendo frente a las deficiencias, errores y fracasos, sean autogenerados o producto de las circunstancias. Los triunfadores reformulan los fracasos para que trabajen en su beneficio, y saben que cuando las cosas no salen como se planearon, el viaje no necesariamente ha llegado a su fin, y que de hecho el fracaso suele esconder una nueva oportunidad”. Por eso algunos diferenciamos el error (del que se aprende) del auténtico fracaso, que te hunde. Los resilientes aprenden a “desconectar” la ínsula (Christian Waugh, U de Michigan, 2008). Depende mucho del “Locus de control” (Julian Rotter), porque “tu desempeño nunca podrá ser mejor que tu concepto de ti mism@”. “Si caes siete veces, levántate ocho”, es el lema de la Marina de EE UU. Reformular el fracaso (aprender) modifica los patrones de actividad cerebral, en especial en áreas de la corteza prefrontal, e influye sobre la amígdala (Sarah Banks). Y cuando todo lo demás falla, haz una pausa: un paseo, una siesta… (Chen-Bo Zhong, U de Toronto, 2008).
G. Adaptabilidad. La capacidad de remodelar el cerebro ante nuevas circunstancias, lo que influye en las cinco herramientas. Ejemplo: los taxistas de Londres, que tienen el hipocampo derecho notablemente más grande (Eleanor Maguire, University College de Londres). Los músicos profesionales tienen muy activa el área de Broca (Vanessa Sluming, 2007) y los matemáticos el lóbulo parietal (Kubilay Ardin). Es la gimnasia mental. “Si imaginas que tus pensamientos fluyen como el agua en un río, puedes alejarte de ellos y concentrarte en el tomo emocional de fondo. Empezarás a distinguir patrones de emociones y acciones. Reconocer esos patrones es el primer paso para cambiarlos” (Sara Lazar, Harvard Medical School). Una mejor conducta cerebral pasa, según estos expertos, por evaluar tus fortalezas y debilidades (oportunidades de mejora, las llamamos en el coaching estratégico) y por identificar metas mensurables específicas. Hacerlo uno en solitario es tarea ardua. Esto además modera la respuesta de la amígdala a exageradas respuestas emocionales (Greg Siegle, U de Pittsburgh). “El cerebro posee un poder asombroso para remodelarse, aun en la edad madura”.
H. Cuidados del cerebro. El cerebro triunfador disfruta de la actividad física, de experiencias abundantes y significativas, de buen sueño y de una dieta apropiada, lo que afecta a todas las herramientas de capacidad intelectual. El ejercicio regular aumenta la concentración, mejora el aprendizaje y la memoria, reduce la impulsividad, mejora el estado de ánimo, reduce el estrés e incrementa el volumen de importantes estructuras cerebrales (Christopher Hertzog, 2009), porque proporciona oxígeno y glucosa al cerebro. Los “entornos enriquecidos” (una vida interesante, llena de retos, relaciones y logros) ayuda mucho (Yonas Geda, Clínica Mayo, 2009). Respecto a la dieta, son buenas las grasas “buenas” como el pescado, nueces, aceite, huevos y los ácidos grasos esenciales: pescado (Alan Dangour, 2009); las frutas y las verduras enriquecen la memoria y el aprendizaje (Amy Chan, U de Massachussets en Lovell); las manzanas son ricas en antioxidantes, protegiendo las neuronas. El sueño es vital para el funcionamiento cerebral, porque su deficiencia provoca cambios profundos en la amígdala (Seung-Schik Yoo, Harvard Medical School, 2007). Y además, la meditación y la capacidad de hacer cambios positivos en el cerebro. Respecto a la cafeína, debe limitarse a las primeras horas del día y no más de 4 tazas diarias (Carrie Ruxton, 2008).
Un libro muy interesante, con ocho claves trascendentales, y con las últimas investigaciones. Como se suele decir, sentido común (Autoconsciencia, Automotivación, Concentración, Equilibrio emocional, Memoria, Resiliencia, Adaptabilidad y Cuidados), aunque no práctica común. El coaching puede hacer mucho para ayudar al autodiagnóstico de las cinco herramientas y de las ocho claves de los cerebros ganadores.
Mi agradecimiento a estos tres autores por sus generosas aportaciones.
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