sábado, 27 de abril de 2013

Lectura: perfecta gimnasia cerebral

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Cuanto más leamos y escribamos, mejor llegaremos a la tercera edad. El hábito de la lectura y de la escritura activan y mejoran nuestra reserva cognitiva, es decir, nuestra capacidad para seguir manteniendo actividades cerebrales con el paso del tiempo. Día del Libro, leer es salud.  

EFE/Héctor Río
A corto plazo, leer es un delicioso placer para el corazón; con el paso del tiempo, toda una recompensa para el cerebro

La lectura es una de las actividades cerebrales más complejas que hay, sólo exclusiva del ser humano. Los cetáceos y primates tienen algo parecido a una interpretación de signos pero la lectura y la escritura es exclusiva de la especie humana y ocupa un tercio de nuestra actividad cerebral.
Tenemos medio hemisferio cerebral, el izquierdo, dedicado a dichas funciones; así es en el 90 % de los seres humanos, “el otro 10%, unos, la mitad, lo tienen cambiado, el hemisferio dominante es el derecho y hay un porcentaje de menos de un 2 ó 3 % que tienen el lenguaje en los dos hemisferios. Aquí surgen los disléxicos; los dos hemisferios compiten con el lenguaje y hacen una interpretación diferente del mismo”, afirma Guillermo García-Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Los estudios sobre los efectos de la lectura y la escritura son limitados por cuestiones éticas. “Existen hechos anecdóticos en niños salvajes; lo más estudiado son efectos tras una lesión: traumatismos, ictus, una zona afectada por un tumor que se extirpa. Al producirse dicha lesión se comprueba qué se pierde por esa causa, se interpreta y vemos si va más allá de la propia lesión” asegura García-Ribas.

Monjas y reserva cognitiva

El doctor David Snowdon, profesor de Epidemiología en el Departamento de Gerontología de la Universidad de Kentucky, realizó en 1986 una investigación con 678 monjas. Estas se sometieron a estudios anuales psicológicos y neurosicológicos, durante su vida y luego donaron el 100% de su cerebro al morir por lo que se podía ver cuáles eran sus alteraciones cerebrales y se conoce su histórico documentado.
Las novicias cuando entran al convento tienen que escribir un diario y dichos diarios han sido analizados. “Aquellas que tenían una riqueza de lenguaje en la producción del diario y empleaban un vocabulario extenso con frases mejor construidas, se demenciaron menos que las que tenían una escritura pobre”, afirma García-Ribas.
Sabemos que lo que nos ocurre en los primeros años tiene un impacto posterior. “Vemos que el modo en el que actuamos en nuestra juventud, puede tener un impacto en nuestra vejez”, insiste el doctor.
Un cerebro activo no sólo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta. Mientras leemos, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar nuestra capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas.

Plan perfecto para niños y mayores

Con la lectura y la escritura creamos imágenes sobre aquello que estamos leyendo o escribiendo por lo que fomentamos la imaginación de los más pequeños. Para ellos es fundamental; les focaliza y aumenta la capacidad de concentración.
Lectura: perfecta gimnasio cerebral
EFE/EPA/Akhtar Soomro
“La idea de la lectura debe ser muy corta, el niño más pequeño tiene una obsesión por acabar las cosas. Desde los 8-10 años conviene que corten de manera que eso les obligue a retomar la lectura en un punto y por tanto a recordar; eso mejora la memoria”, aconseja el doctor.
El hábito de la lectura empieza con la lectura hablada, con la lectura de cuentos por parte de los padres.
“No que se los cuenten de memoria, que el niño vea a los mayores con un libro entre las manos, es un vínculo que se genera y luego entienden que las personas mayores utilizan los libros”, afirma García-Ribas.
“Que lean lo que sea pero que lean, hay que evitar la lectura informativa pura y dura; lo que no está claro es que un libro más o menos denso sea más activador del cerebro que otro”, afirma el doctor.
No todo el mundo lo hace igual. “Muchas personas tienen una lectura poco imaginativa y el hecho de estar delante de un libro no significa que estés metido dentro del libro. Hay mucho “pasapáginas”.
Si le aburre el libro, lea el periódico pero léalo, no el titular, lea el editorial; el artículo suele ser un texto muy concreto, con mucho mensaje informativo pero poco mensaje ficcional”, comenta García-Ribas.

Salud… no sólo física

La lectura es un hábito saludable para nuestro cerebro y por lo general estamos muy inmersos, tan solo, en el ejercicio físico que beneficia nuestro cuerpo. En la lectura, lo importante es ir más allá de la decodificación de los símbolos. El cálculo mental, por ejemplo, activa zonas muy focales del cerebro, las que tienen que ver con el sistema numérico y es mucho más reducido que la lectura ficcional.
“Somos seres visuales, la visión ocupa un grandísimo campo en nuestra actividad cerebral , y además somos competitivos, por lo que los videojuegos, por ejemplo, dan de lleno con lo que más le va a nuestro organismo”, afirma García-Ribas.
“Cuando yo leo c-i-e-l-o, sé que es algo de color azul, tengo un sistema inicial que decodifica los símbolos, las letras, pero cuando leo hay zonas del cerebro que se activan que no son propiamente las implicadas en la decodificación de la señal; activo sensaciones sobre la última vez que vi el cielo y emociones asociadas a ello…”, asegura este experto.
Mucho más que gimnasia cerebral.

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