“Puedes hacer más amigos en dos meses interesándote sinceramente en otras personas, de los que puedes hacer en dos años al tratar de que la gente se interese en ti.”
—Dale Carnegie
Una presentación es un medio privilegiado para influir en los demás. De hecho, me atrevería a decir que toda presentación persigue un único propósito: influir. Si la influencia es por tanto la piedra angular de toda presentación, ¿cómo podemos mejorar nuestra capacidad de influir en los demás?
Como punto de partida, podrías acudir a Amazon y encontrarás cientos de libros sobre el noble arte de la influencia y sobre la ciencia de la persuasión. Te hablarán de leyes y principios inmutables e infalibles. Todos ellos tratan a las personas como las bolas de billar de los problemas de Física del instituto: todas iguales, todas sometidas a las mismas leyes universales, todas sin alma. Haz esto y lo otro y verás cómo reaccionan de esta o aquella manera. Científicamente probado.
Y no digo que estos trucos mentales Jedi no funcionen bajo ciertas condiciones. Al contrario, van de perlas. Yo mismo los he utilizado con éxito. Todos los hemos sufrido en nuestras carnes en manos del marketing y de la publicidad. Lo que me asusta es la posibilidad de acabar tratando a las personas como sujetos de laboratorio sobre los que poner a prueba la última técnica de influencia descubierta en la Universidad X tras experimentar con 140 estudiantes de primer curso.
Puedes influir a las personas más eficazmente cuando les ayudas a lograr lo que quieren de manera que también te ayude a ti y simultáneamente sirva a un bien mayor
Por eso, después de tanto libro hablando de resortes ocultos y palancas infalibles para influir en los demás, me ha sorprendido muy gratamente toparme con un enfoque humanista y fresco, enfocado en la bondad. Lo descubrí en Busca en tu interior, el libro sobre mindfulness que ha escrito el atípico ingeniero de Google Tan Chade-Meng.
Chade-Meng parte de la premisa de que todos poseemos capacidad de influencia, no sólo unos pocos elegidos. Todo lo que hacemos o no hacemos y todo lo que decimos o no decimos provoca un efecto en las personas a nuestro alrededor. La clave no es adquirir influencia, sino expandir la influencia que ya poseemos y usarla en beneficio de todos.
El plan de cuatro pasos para expandir la magnitud y alcance de tu influencia
Basándose en el modelo SCARF (Status, Certainty, Autonomy, Relatedness, Fairness) de David Rock, propuesto en su libro Your Brain at Work: Strategies for Overcoming Distraction, Regaining Focus, and Working Smarter All Day Long, Chade-Meng nos lanza su plan de cuatro pasos para expandir la magnitud y alcance de nuestra influencia:
1Sé consciente de que ya posees influencia
Ya influyes en las personas. Se trata simplemente de que mejores lo que ya sabes hacer.
2Fortalece tu autoconfianza
Cuanto más cómodo te sientas y mayor conciencia tomes de tus fortalezas y debilidades, mayor confianza ganarás en ti mismo y mayor influencia podrás desplegar. Emocionalmente, las personas gravitan hacia la confianza, en especial el tipo de autoconfianza basada en la amabilidad y la autenticidad.
3Comprende a las personas y ayúdalas a tener éxito
Influirás con mayor eficacia en los demás si los entiendes y tratas de ayudarlos a alcanzar sus objetivos de formas que también te ayuden a alcanzar los tuyos.
4Sirve al bien mayor
Aun ocupándote de ti mismo, nunca olvides ir más allá de tus propios intereses. Actúa también por el bien del equipo, o por el bien de la organización, o por el bien del mundo. La bondad es muy inspiradora e inspira de una manera que transforma a la gente.
“Si quieres influir en los demás, no hay poder mayor que la bondad.”
—Tan Chade-Meng
[¿Quieres aprender a expandir tu influencia?
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