Hace unos días leía una gran entrada de Alicia Pomares, en la que explicaba que es laentropía y cómo aplicarla en el contexto de la organización de las empresas.
Tanto su explicación como los términos que Alicia trataba me hicieron reflexionar y buscar su aplicación en el ámbito del desarrollo personal.
Las reglas del juego han cambiado. Puedes jugar a aguantar, o puedes salir a arriesgar.
Foto de micahb37 vía Flickr – Licencia Atribución
En primer lugar, traslado aquí la definición más sencilla de lo que supone el términoentropía, tal y como lo explicaba ella en su blog y que más aplicación práctica tiene: ‘La entropía es la medida del desorden e incertidumbre de un sistema’.
En el mundo en el que vivimos, parece que todo apunta a que no vamos a vivir en sistemas estables, sino en niveles altos de entropía, en los que la tasa de cambios tiende a ser elevada. Por decirlo llanamente, nuestra zona de confort va a ser cada vez más pequeña y el nivel de incertidumbre que tendremos fuera de ella va a ir en aumento.
Decía Charles Darwin que ‘No es el más fuerte de las especies el que sobrevive. Tampoco es el más inteligente, sino aquel que es más adaptable al cambio.” Una frase que hoy sigue plenamente vigente, aunque ahora debemos buscar otros tipos de adaptación.
Si no somos capaces de asumir que viviremos con altos niveles de incertidumbre, que es posible que nuestro puesto de trabajo deje de ser ‘estable’ (si es que lo es), que nuestra sociedad va a demandar cada vez más knowmads o trabajadores del conocimiento y que nuestra ‘elegibilidad’ dependerá del valor diferencial que podemos aportar y de nuestra capacidad para hacerlo visible ante los demás. Si no somos capaces de asumirlo, no nos adaptaremos y peligrará nuestra supervivencia.
¿Y qué podemos poner por nuestra parte para adaptarnos al nivel de entropía?
Las especies más ‘fuertes’ han conseguido adaptarse a lo largo de miles de años de evolución, asumiendo cambios en su ADN, fruto de la hibridación que ha supuesto la combinación con otros individuos y la consolidación de mutaciones que otorgaban distintas ventajas evolutivas.
Puede que nuestra adaptación en una sociedad líquida dependa también de lahibridación, no solo de nuestra capacidad de reinventarnos (que también), sino de incorporar aprendizajes, de fusionar especialidades aparentemente inconexas, de hibridar conocimientos. En definitiva, de formarnos como seres con una propuesta de valor única que suponga una ventaja competitiva, o ‘coopetitiva’.
Sea como sea, el nivel de incertidumbre que nos espera es alto y tendremos que decidir entre aferrarnos a nuestra minúscula zona de confort, o salir a navegar en aguas más profundas en busca de esa hibridación.
Quizás no sea tan necesario tener un buen barco, como estar preparados y anticipar la incertidumbre. ¿Sabremos navegar en las aguas de la entropía?
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