Leo Farache
Acudimos al tercer Congreso de Neurociencia que organizó Ainace (Asoc. Iberoamericana de Neurociencia Comunicación y Economía) que además tuve la suerte y honor de presentar.
Que somos seres emocionales es el descubrimiento (resumido) más importante que los neurocientíficos han realizado durante las últimas décadas. Desde que Antonio Damasio escribiera “El error de Descartes” supimos y pudimos entender que la arquitectura de nuestro cerebro está debidamente estructurada y que permite saber dónde se alojan nuestros sentimientos, nuestras emociones. Sabemos ahora que, como dice Eduardo Punset, que una de las características que diferencia al ser humano de otros seres vivos no es la inteligencia en tanto en cuanto no seamos flexibles. Y sabemos que podemos adquirir esa flexibilidad gracias a la elasticidad que tiene el cerebro…es cuestión de saber más de nosotros mismos y ejercitarnos.
¡Es apasionante!
Estas reflexiones se pueden aplicar a todos los terrenos en la que se establece una relación entre personas. Podemos ser capaces de ayudar a aprovechar la elasticidad del cerebro en la educación de nuestros hijos, podemos conseguir la ansiada felicidad, podemos conseguir influir en aquellos que nos rodean en el ámbito empresarial – compañeros, subordinados, clientes, proveedores -, podemos dialogar más eficazmente con nosotros mismos. El cerebro contiene la solución.
El CEO y fundador de Unobrain, José Ignacio Bescós sugirió que el entendimiento del carácter emocional de parte de nuestro cerebro no debería suponer el “enterramiento” de la razón. Nos costó siglos desligarnos de la fe como única conductora de los actos, incorporamos la razón como eje vital y no se trata ahora de “matar” ni a la fe (que bien aplicada ayuda a tantas personas), ni la razón (que nos permite objetivizar), ni por supuesto la emoción (que nos permite, entre otras cosas, empatizar)
La ciencia aplicada a los negocios encuentra su expresión más transversal en el conocimiento del cerebro. Motivar, segmentar, comunicar, entender son verbos, acciones sin las cuales las empresas no pueden progresar verdaderamente. Cada uno de esos verbos requiere de interacciones con el cerebro y solo el conocimiento científico (que no significa absoluto) de nuestro órgano más importante nos puede conducir por la senda del verdadero florecimiento.
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