OBJETIVOS, FLEXIBILIDAD E INNOVACIÓN
Las organizaciones son sistemas sociales capaces de asumir tareas para ofrecer soluciones a los problemas de la sociedad. En la época contemporánea, distintas organizaciones se cuentan entre los principales actores que participan activamente en sus procesos de desarrollo y crecimiento.Para cumplir sus funciones, las organizaciones dividen el trabajo entre sus departamentos y luego coordinan las actividades de estos, de acuerdo con los objetivos perseguidos.
1. La organización inteligente. Desde hace algunos años, se habla de inteligencia organizacional para referirse a notables logros obtenidos por organizaciones que, reuniendo especialistas y combinando el trabajo de muchas personas, llevan a cabo tareas complejas que ninguno de sus integrantes domina del todo.
Por ejemplo, si nos preguntáramos quién sabe fabricar un automóvil en Toyota, la sorprendente respuesta sería nadie, y, no obstante, Toyota sí sabe fabricarlos, aprender de sus errores y de los de la competencia, mejorar sus diseños y soluciones, e innovar creativamente. En suma, Toyota es una organización inteligente que se ha posicionado como uno de los principales actores de la economía mundial.
PROPIEDADES DE LAS CLEVER
A partir del ejemplo, podemos destacar algunas de las propiedades de las organizaciones inteligentes. Se trata de entidades diseñadas para cumplir sus objetivos, vale decir, se ha tomado la misión definida para la organización como guía de su diseño.En términos de toma de decisiones, se ha puesto la prioridad en las decisiones relacionadas con los objetivos, dejando en un segundo lugar, subordinado, las decisiones referidas a los medios.
Además de esto, son organizaciones flexibles, capaces de aprender y modificar su estrategia y su diseño, si las circunstancias lo hacen aconsejable.
Al respecto, los especialistas saben que el éxito de una estrategia debe ser el indicador que señale el momento de cambiarla.
En este sentido, no se debe temer que otros —como las empresas de la competencia— copien una estrategia, un diseño, un invento, etc. Hay que entender que la imitación es algo inevitable, sobre todo si se trata de factores que han dado buenos resultados.
Toyota ha hecho grandes avances en productividad y calidad y, en lugar de ocultarlos celosamente, los enseña a quienes se interesen. Un periodista le preguntó al CEO de Toyota la razón por la cual esta empresa daba a conocer a otros sus descubrimientos, considerando que podrían ser ventajas competitivas. La respuesta fue que nadie podría jamás copiar la cultura de Toyota y que en ella radicaba la ventaja competitiva más importante de dicha empresa.
La capacidad de innovación es otra característica de las organizaciones inteligentes. Para incentivarla, aprovechan la información y el conocimiento que se encuentra distribuido en su estructura.
Así, las personas que tienen contacto directo con los clientes disponen de mucha información valiosa y por eso las organizaciones inteligentes empoderan a esta clase de empleados y escuchan sus sugerencias, porque tienen canales de comunicación fluidos y abiertos, exhibiendo disposición a abandonar hábitos y supuestos antiguos.
2. La organización tonta. El aprendizaje organizacional dista de ser algo poco usual. En la práctica, toda organización aprende. Lo que hace la diferencia, entre una organización inteligente y una que podríamos llamar tonta, no consiste en que una aprenda y la otra no, sino en que las poco inteligentes aprenden prácticas inadecuadas y las convierten en hábitos, en lugar de dejarlas de lado.
Momentos de prosperidad económica, por ejemplo, pueden llevar a que la organización tonta desarrolle rutinas, cuya ineficiencia no puede ver porque la situación favorable lo impide.
No es raro que las organizaciones, como las personas, atribuyan sus fracasos a factores externos incontrolables y estimen que el éxito se debe a su propia excelencia. Las organizaciones incapaces de poner en duda sus propios supuestos y evaluar la validez del conocimiento de que disponen, tienden a repetir, estúpidamente, los mismos errores.
Aunque parezca curioso, la tontería organizacional no hace que la organización desaparezca. Pese a desarrollar prácticas ineficientes e incluso hacerlas habituales, las organizaciones poco inteligentes consiguen mantenerse en su mediocridad, porque logran insertarse en ambientes poco exigentes.
Sin necesidad de buscar demasiado, se puede encontrar esta clase de organizaciones en todos los ámbitos. Este hecho permite dudar del supuesto del darwinismo social que postula que solo son capaces de mantenerse en funciones las mejores organizaciones, aquellas que han demostrado ser las más aptas entre sus pares. En cualquier rubro es posible encontrar organizaciones que parecen hacerlo todo mal, lo cual sugiere que han encontrado un nicho que les permite subsistir.
Las organizaciones tontas tienden a ser jerárquicas y centralizadas y, por eso, desaprovechan el conocimiento de sus empleados de menor nivel jerárquico.
Las informaciones no circulan en esta clase de organizaciones, porque se las considera fuentes de poder y, por consiguiente, son filtradas al subir o bajar la pirámide jerárquica. En ellas no se comparten los conocimientos, y el trabajo en equipo no logra funcionar, porque se producen pugnas de poder entre los integrantes de cualquier equipo que se intente generar.
Es frecuente que en esta clase de organizaciones reine un ambiente de desconfianza y temor que conduce a que los empleados no se atrevan a expresar sus opiniones.
Aunque la organización sea escasamente inteligente, puede tener profesionales altamente capacitados. Sin embargo, con frecuencia también tiene a personas incompetentes en lugares clave y, dado que estas personas temen perder sus privilegios, se encargan de impedir que los mejores funcionarios se destaquen y por eso ponen obstáculos a sus proyectos.
Para decirlo en términos de la teoría de sistemas, si en la organización inteligente la sinergia potencia los talentos de tal modo que resulta ser más que la suma de sus partes, la organización tonta no logra generar sinergia, porque sus partes no colaboran, sino que se obstaculizan unas a otras y el resultado es menos que la suma de las partes.
Esto ocurre porque se confunden los niveles estratégicos con los operacionales y el corto plazo impide cuidar las visiones de mayor alcance. La ceguera derivada de las urgencias puede incluso conducir a accidentes laborales, porque no ha habido tiempo para velar por la seguridad.
Se cometen errores tanto en las organizaciones inteligentes como en las tontas. La diferencia es que las inteligentes aprovechan la oportunidad de aprender del error, mientras las tontas buscan culpables.
¿ADAPTARSE O AFERRARSE?
Las organizaciones inteligentes son flexibles, revisan constantemente sus supuestos y varían adaptativamente sus decisiones. Por su parte, las organizaciones tontas se aferran obtusamente a decisiones que el cambio interno y externo han dejado obsoletas.Por esta misma razón, las organizaciones tontas son incapaces de innovar y mejorar sus prácticas. Prefieren buscar recetas e imitar irreflexivamente las prácticas de otras organizaciones, sin que nada garantice su copia.
Las organizaciones tontas no toman en cuenta las improbabilidades de la comunicación y, por consiguiente, dan por hecho que sus estrategias, políticas y decisiones son comprendidas del mismo modo por los niveles estratégicos, tácticos y operacionales, en circunstancias que con frecuencia ni siquiera llegan a ser conocidas por todos ellos.
Tampoco definen con claridad las responsabilidades, lo cual se hace especialmente palpable en situaciones de crisis en las cuales muchos gritan: “¡Hay que llamar a los bomberos!”, pero nadie lo hace.
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