domingo, 26 de enero de 2014

Estilos de vida y control de las emociones

http://escuelaconcerebro.wordpress.com/2014/01/26/estils-de-vida-i-control-de-les-emocions/ 
Júlia Vernet

El ser humano ha sido provisto de una capacidad que es a la vez su virtud y una gran
carga: la conciencia. Tenerla no sólo nos distingue del resto de seres vivos de nuestro
planeta, sino que también es el condicionante y motor básico de nuestra existencia. Ser
consciente implica sentir mucho más allá de los sentidos y, por lo tanto, darnos cuenta
que hay mucho más de lo que éstos puedan percibir. Tener conciencia de la vida, de la
muerte, del tiempo, del lugar, de nuestro cuerpo, de lo individual, de lo colectivo, tener
conciencia de la propia conciencia nos permite analizar nuestro entorno y a nosotros
mismos de una manera racional. Pero es esta introspección de nuestro ser la que hace
que nos demos cuenta que tiene que haber muchas más cosas que se nos escapan de la
racionalidad, que hay todo un mundo del cual no tenemos conciencia que nos supera y
que no podemos más que intuir. De hecho, sin ir más lejos, el hombre es incapaz de
describir en términos absolutos la conciencia o la razón, pero sabe que existen. Ahora
bien, si nos adentráramos un poco (o mucho) más en nuestro ser, ¿hasta donde podemos
o podríamos llegar? Yo creo que hasta nosotros mismos en el estado más puro y
abstracto que pueda existir en cada uno, un punto del cual parten tanto nuestra esencia
racional como biológica, un punto donde se relacionan la mente y el cuerpo.
Partiendo de esta reflexión inicié mi trabajo de investigación en el bachillerato titulado
“Cuerpo y mente, 360º”. La parte teórica consta de dos apartados: la exposición de las
teorías filosóficas respecto a la relación mente-cuerpo y la profundización científica en
el cerebro, no sólo como órgano principal de nuestro organismo, sino también como
sede de la razón y la conciencia. De esta parte me he enriquecido mucho
conceptualmente, pero, a pesar de que ya era una de las motivaciones de mi trabajo, me
he dado cuenta que la magnitud de la cuestión va mucho más allá de lo que me podía
imaginar y que todavía puedo estirar mucho más el hilo de toda esta madeja. Las teorías
filosóficas son muchas y muy diversas, cada una de ellas plantea respuestas y
explicaciones, pero todas ellas tienen carencias. Del mismo modo, el estudio del cerebro
también ha llegado muy lejos, acotando la investigación en cuanto a la conciencia y el
pensamiento, a la vez que amplía los aspectos importantes a tener en cuenta, como las emociones,
la gestión de las cuales va ligada al estrés.

Todos estos conceptos son los planteados en las entrevistas, la parte práctica del trabajo.
Las emociones y la gestión que de ellas hacemos, relacionándolo con la concepción que
tenemos de la mente y el cuerpo, tiene su propio peso en la vida de toda persona, pero
de maneras diferentes. Es por este motivo que buscaba algún tipo de valor añadido en
las personas que quería entrevistar; el del conocimiento o la experiencia. Considero que
los dos vienen dados, en gran parte, por la necesidad que tenemos las personas de
encontrar nuestro lugar en este mundo y el motor que lo estimula en último término: el
encontrarnos a nosotros mismos.
Esta base, el conocimiento y la experiencia motivados por una investigación personal,
creo que es lo que hace que las entrevistas nos expongan unas opiniones fundamentadas
y argumentadas respecto a la relación cuerpo-mente. Pero sobre todo también nos
aportan interesantes puntos de vista en cuanto a la manera de entender y gestionar el
estrés y las emociones en cada caso.
Las entrevistas elegidas con motivo de los conocimientos son en los ámbitos, por una
parte, de la filosofía y la neurología, puesto que aportan cada una de ellas una
perspectiva concreta del trabajo, pero también la neurofilosofia, la cual añade una visión
reflexiva y de conjunto de las anteriores. Por otro lado, la otra parte de las entrevistas
procede de prácticas, en particular la meditación, el deporte y la danza contemporánea.
Podemos considerar que cada una de estas actividades es una balanza con equilibrios
diferentes que expresan la relación entre la mente y el cuerpo en una persona. En el caso
de la meditación, la persona realiza una actividad mental que, además de los beneficios
que pueda aportar a su mundo interior, pasa por un determinado estado físico. En
cambio, el deporte (a un alto nivel, sobre todo) requiere de una parte mental para
obtener el rendimiento físico necesario. Finalmente, la danza contemporánea puede ser
el caso más equilibrado, puesto que es tan importante expresar físicamente aquello que
se encuentra en la mente como ser consciente del cuerpo y su movimiento. En
consecuencia, podemos afirmar que todas estas personas a las cuales hemos entrevistado
tienen un especial trato con el estrés y las emociones y un nivel de reflexión profundo
respecto a la relación cuerpo-mente desde sus respectivos campos de trabajo.

Como conclusiones de las entrevistas tengo que corregir una de las premisas que tenía
en un principio, según la cual las personas a las que iba a entrevistar habían obtenido
beneficios respecto al estrés y la gestión de las emociones gracias a dedicarse a aquello
qué quieren y les realiza como personas. Me encontré que este mismo hecho o algunos
aspectos de su proceso eran causa de sufrimiento o angustia, a pesar de que fueran
conscientes. El desconcierto filosófico, la falta de más conocimiento científico, el trato
inadecuado a nuestro organismo como fenómeno social, el hecho de destapar las propias
inquietudes al meditar, el compromiso con el entrenamiento diario que comporta el
deporte de élite y la presión emocional de un determinado estilo de vida como la
profesión de bailarina. Todo esto me lleva a pensar que no hay una manera de gestionar
la vida emocional, sino que esto va ligado a cada persona y su búsqueda personal. El
hacer una cosa u otra nos aporta unas determinadas herramientas para convivir con
nuestro mundo interior, a pesar de que estas puedan venir dadas por la misma dificultad
de mantenerse fiel al proyecto que uno mismo se ha propuesto. Por lo tanto, es
importante ser consciente del propio estrés y valorar la persistencia en aquello que
deseamos.

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