“La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.”-Henry Van Dyke.
¿Qué es la felicidad?… para algunos se trata de un lugar al que es imposible llegar y se le puede comparar con la Atlántida ¿ficción o realidad?.
En esta ocasión tomo este tema porque para una gran número de personas la verdadera felicidad es directamente proporcional a lo que poseen…entre más posesiones se tengan será más grande la sonrisa y puede ser que así sea, cada uno de nosotros tiene su propia versión de la felicidad.
Hace algunos años conocí a un hombre muy adinerado. Un hombre con una experiencia de vida increíble. Siempre proyectaba una enorme sonrisa cada vez que lo veía, una sonrisa acompañada por una plenitud de conciencia. En una ocasión en la que no me encontraba en mis mejores días y pasaba por un momento crítico le pregunté, ¿Cómo haces para estar siempre feliz?, el me contestó, -No es que siempre esté feliz, simplemente un día me di cuenta en una de las situaciones más críticas de mi vida que tenía dos opciones; hacerme más pesado ese momento probándome el traje de víctima y maldiciendo a mi suerte o aligerarme la vida y serenarme, ver de lejos el problema para darme cuenta de la dimensión real y sonreír, así que desde ese entonces opté por esta última.
La gente asocia la felicidad con lo que posee, prosiguió, y no los culpo. Hace muchos años antes de hacer mi actual fortuna pasé por momentos fuertes y mi estado de ánimo estaba por los suelos, siempre que veía gente conduciendo sus Mercedes Benz o Cadillacs pensaba, ¡Qué felices deben ser esas personas! Seguramente hacen lo que más les gusta… yo sería feliz si tuviera muchísimo dinero, un auto de lujo y pudiera hacer todo lo que me gusta…hasta que eso ocurra seguramente conoceré la felicidad. Si me hubiera esperado a eso habría vivido infeliz un par de décadas. ¡Qué triste hubiera sido!. Continué escuchándole…
-El tiempo pasó así como mi mala racha. Todo pasa. Un día leí una frase de Jean Paul Sartré que cambió mi manera de pensar en ese entonces y que me rige hasta la actualidad; “Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”,así que combinando esto con mi decisión de aligerarme la vida encontré la formula que me funcionó para tener mi propia versión de la felicidad, concluyó.
La plática con él en ese momento me reconfortó e hizo darme cuenta de muchas cosas y de la dimensión real de lo que me ocurría. Hice un balance sobre mi “problema” y mi realidad…mi problema en ese momento era básicamente material…algo que se resolvía relativamente fácil quizá vendiendo mi súper auto y algunas pertenencias pero los apegos que uno viene coleccionando en la vida son difíciles de abandonar. Al final lo hice y la tranquilidad tocó a mi puerta.
Mi realidad en ese momento y ahora es la misma. Ahora sé lo que me hace feliz. Soy una mujer sana y productiva y tengo el poder de decidir mi propia versión de la felicidad. Ahora sé que amar lo que hago tendrá lógicas consecuencias monetarias, pero sólo es eso…una consecuencia. Mi felicidad la busco todos los días y me permito que ella también me encuentre. Definitivamente los momentos más felices que he vivido no fueron conduciendo mi BMW de ese entonces, el tráfico lo viví igual que cuando conducía un Volkswagen 1975, incluso con más nervios de que fuera blanco de algún delito. Los instantes más felices de mi vida son cada segundo que tengo la oportunidad de vivir y de compartir mi vida, de conocerme, de quererme y aceptarme. Los instantes más felices de mi vida nada han tenido que ver con lo que poseo a mis treinta y pocos años.
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