Por JESÚS A. MÁRMOL
Llevamos prácticamente una década en crisis económica, una crisis que al principio parecía coyuntural, posteriormente vimos que era estructural y ahora somos conscientes (aunque nos resistimos a aceptarlo a falta de un modelo alternativo) que es de naturaleza sistémica. Una crisis que ha generado una brecha insondable en materia de desequilibrios sociales (afectando principios sobre los que se cimienta la propia democracia), creando una nueva figura laboral –tristemente extendida y aceptada– llamada precariedad; una crisis cuya posible recuperación tiene efectos limitados a los frágiles y volubles mercados pero no así en la economía real de la gente de a pie, y cuya previsión de fin de ciclo se alarga a cada nuevo análisis por parte de los gurús económicos. Y, mientras tanto, todos sabemos que sin empresas no hay economía, así como que sin emprendedores no hay empresas.
Ante este panorama, ¿qué hemos hecho para activar, potenciar y proteger el emprendimiento que nos devuelva un estatus de bienestar propio de una sociedad sana y equilibrada? Pues lo cierto es que, si hacemos balance, el resultado es bien pobre, por no decir deprimente. Veamos:
En el ámbito público, a nivel nacional el balance se reduce a un par de tímidas medidas fiscales insuficientes que se ven anuladas por el implacable engranaje tributario del Estado en materia de Hacienda Pública, lo que aborta impositivamente cualquier proyecto emprendedor en el momento incluso anterior al de su puesta en marcha; mientras que en el ámbito municipal, el balance se limita a la puesta en marcha de viveros de empresa con barreras selectivas de acceso tales como la edad (como si a partir de los 35-40 años no se puede ser emprendedor), el coste de alquiler de los servicios o la limitación de un aforo irrisorio (ejemplo: 20 plazas para una población media de 200.000 habitantes). Y ya en el ámbito privado, nos hemos focalizado en la creación interesada de plataformas selectivas de lanzamiento de startups de alta rentabilidad económica, reduciendo la actividad al sector tecnológico. En resumidas cuentas: a la Administración no le preocupa el emprendimiento más allá de cubrir el expediente, y al sector privado –por idiosincrasia–, más que el beneficio social del emprendimiento busca el beneficio de la rentabilidad económica a corto plazo de éstas en los proyectos que son objeto de su inversión.
Si partimos de la base de que no hay empresas sin emprendedores, que el actual estado de carencia de oferta laboral aboca al desempleado al emprendimiento por una simple cuestión de supervivencia personal y familiar, que el emprendimiento no entiende de franjas de edad ni de sectores económicos, y que todas las personas son en esencia emprendedores por condición humana, está claro que si deseamos reactivar la economía productiva de un país debemos sociabilizar el emprendimiento.
Sociabilizar el emprendimiento –que representa un salto cualitativo para un país cuya población activa tenía como prioridad el ser funcionario, y que consideraba el emprender como algo elitista tan solo hace una década atrás–, no es más que el integrar la cultura del emprendimiento en todos y cada uno de los estamentos que conforman el tejido social, sin barreras de entrada a ningún ciudadano en edad de trabajar por cuestiones de renta familiar, de nivel académico, de tipo de proyecto empresarial o de edad. Sociabilizar el emprendimiento significa, en definitiva, velar por la realización de todo trabajador como emprendedor, lo que conlleva indiscutiblemente el proveer y facilitar transversalmente los recursos sociales necesarios para tal finalidad.
He aquí una propuesta de una medida alternativa e imaginativa, como tantas otras pueda haber, de socialización del emprendimiento mediante la creación de un vivero profesional para reinsertar socialmente a las personas sin trabajo (mayores de 40 años incluidos):
Proyecto: Creación de un Vivero Profesional Social
Objetivo: Reinsertar a las personas en situación de exclusión social y promover la reactivación de la economía productiva, dentro de un marco de actuación de la promoción de la cultura de socialización del emprendimiento tutelada como instrumento de reinvención profesional.
Estrategia: Desarrollar el proyecto en base a tres ejes principales:
1. Principio del Derecho fundamental de una vida digna para toda persona, del que se deriva que una sociedad moderna que se precie concibe que todo ciudadano representa un inestimable activo con un alto valor añadido para el conjunto de la sociedad.
2. Principio de Redistribución de los Bienes Comunes, del que se deriva que en una sociedad moderna que se precie establece los mecanismos necesarios para garantizar un estatus de equidad social de sus recursos comunes, sin el cual no tiene cabida el derecho fundamental a una vida digna para toda persona.
3. Principio del Deber del Bien Común, del que se deriva que en una sociedad moderna que se precie establece las sinergias necesarias entre el sector público y privado para crear un marco de funcionamiento social que tenga como objetivo una política económica y social del bien común, que garantice el derecho fundamental a una vida digna para toda persona.
Acción: Realizar el proyecto en base a dos fases básicas de actuación:
1. Fase Constitutiva:
1.1. Constituir en cada capital de provincia y capital de comarca o, en su defecto, poblaciones más importantes de cada provincia, un órgano mixto de trabajo formado por agentes de promoción socio-económica de la Administración local, del ente universitario de influencia local, de la patronal y sindicatos locales, de la federación de asociación de vecinos local y de la plataforma local de ongs laica y religiosa, que tenga como función la dirección, coordinación y dinamización de los Viveros Profesionales.
1.2. Dotar a los correspondientes Viveros Profesionales Sociales de cada población de un espacio físico como sede operativa, vía reutilización de instalaciones públicas (como centros cívicos), cesión de propiedad privada, expropiación de uso o propiedad de inmuebles de entidades financieras bajo contraprestaciones fiscales de competencia municipal (IBI, tasas de basuras, etc).
1.3. Adecuar logísticamente a coste cero los correspondientes Viveros Profesionales Sociales de cada municipio mediante convenios provinciales (bajo paraguas marcos estatales), bajo la fórmula de la cooperación y la responsabilidad social corporativa, con proveedores de servicios y bienes de consumo principalmente de telefonía, informática, material de oficina, vehículos, gasolineras y eléctricas, bajo contraprestaciones tributarias de competencia municipal (impuesto de bienes inmuebles, de vehículos, de licencias de actividad, etc.) y estatal (exenciones y/o bonificaciones fiscales).
1.4. Establecer los criterios básicos del perfil de personas beneficiarias de los Viveros Profesionales Sociales, haciendo especial énfasis en aquellas familias en situación de exclusión social, así como aquellos elementos de ayuda social complementarios y vinculantes para que los beneficiarios puedan realizar su proceso de reinserción social desde una situación de normalidad retomada (cobertura de vivienda, alimento y vestimenta social, así como acceso gratuito al transporte público para su movilidad: Renta básica/complementaria…).
1.5. Definir el marco de cobertura de la actividad de los Viveros Profesionales Sociales: tiempo estimado de estancia de las personas beneficiarias, vida útil de la cobertura social de las iniciativas profesionales promovidas desde el Vivero, etc.
2. Fase Ejecutoria
2.1. Identificar a las personas en situación de marginalidad social de los municipios competencia de cada Vivero Profesional Social, y facilitarles los recursos básicos necesarios y vinculantes para que inicien su proceso de reinserción profesional desde los Viveros Profesionales Sociales a partir de una nueva situación de normalidad social.
2.2. Establecer un proceso de definición de proyectos de actividad económica, bajo criterios de selección de nichos potenciales de trabajo local y provincial centrados en el sector servicios (terciario y cuaternario), entre las personas participantes del Vivero Profesional Social y bajo el tutelaje del órgano directivo, coordinador y dinamizador del ente.
2.3. Definir la responsabilidad de cada persona en su participación activa dentro del proyecto de actividad económica seleccionado, así como la distribución del margen de beneficio comercial fruto de la explotación de la actividad profesional bajo criterios de equidad social y de sostenibilidad del proyecto.
2.4. Amparar jurídicamente la actividad económica bajo el paraguas social del Vivero Profesional Social, poniendo límites a su cobertura (tiempo de carencia de rentabilidad económica, volumen de facturación máximo, etc.).
2.5. Desarrollar los proyectos de actividad económica de los grupos de trabajo formado por las personas beneficiarias del Vivero Profesional Social, compaginándolo con una formación continua de reciclaje profesional y de visión transversal sobre los diferentes elementos claves de gestión empresarial que configuran el proyecto profesional específico (producto/servicio, precio, promoción, punto de venta), para que todo trabajador tenga un conocimiento global de la responsabilidad y funcionamiento de cada una de las partes, así como un sentimiento de identidad corporativa propio y de responsabilidad social con la comunidad.
2.6. Instaurar una metodología de trabajo por cada actividad económica para su buen control y evaluación de gestión continua por parte de las personas miembros del proyecto, bajo el tutelaje del órgano directivo, coordinador y dinamizador del ente.
2.7. Desplegar una política estratégica de financiación, para la adquisición de los instrumentos necesarios para el buen desarrollo de las actividades económicas del Vivero, mediante la fórmula del patrocinio y mecenazgo de entidades proveedoras bajo contraprestaciones fiscales de ámbito municipal, autonómico y estatal.
2.8. Establecer un proceso supervisor de posible redefinición de responsabilidades y reubicación de las personas beneficiarias del Vivero Profesional Social, si se requiere, dentro del mismo proyecto o entre diferentes proyectos del ente, así como entre proyectos de otros Viveros Profesionales Sociales provinciales y supra provinciales, para el buen encaje de las personas en el desarrollo de su labor profesional que les conduzca a una óptima reinserción social.
Y, a partir de aquí, qué decir que los proyectos, y con ellos las personas que lo forman, se independizarían del Vivero Profesional Social una vez puedan independizarse por sí mismos y, de esta manera, se conseguiría la doble finalidad de la reinserción social y la reactivación de la economía productiva local mediante el tutelaje de un emprendimiento sociabilizado.
Está claro que la propuesta del proyecto, diseñada en un breve momento de tiempo de ocio por este humilde autor, puede desarrollarse y mejorarse tanto como se quiera, pero este no era el objeto del artículo, sino el de mostrar una medida alternativa, imaginativa y de inmediata aplicación a nivel local. Y, lo que es más importante, poner el acento en tres aspectos claves a destacar y que están pasando desapercibidos entre la densa pesadumbre de la actual situación socio-económica:
1. Toda persona (ya sea joven o senior) tiene capacidad de reinventarse profesionalmente si se le facilita la oportunidad y los medios.
2. Toda persona es capaz de crear y participar de un proyecto común si se le facilita el encuentro con otras personas con igual motivación.
3. Los agentes sociales, públicos y privados, pueden hacer mucho más de lo que están haciendo –en una sociedad de excedentes mal repartidos–, si se percatan de que ha llegado la hora de hacer las cosas de manera diferente de cómo se están haciendo hasta la fecha, y teniendo la firme certeza de que solo sumando podremos vencer la actual situación de crisis económica y social.
Así pues, llevemos de nuevo la imaginación al poder, recoloquemos el derecho fundamental de las personas a una vida digna en el epicentro de nuestras políticas públicas, y ejercitemos nuestra inteligencia individual y colectiva trascendiendo cualquier concepción social caduca de la actual realidad inexistente.
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