“Hay una diferencia entre vulnerabilidad y decirle todo a la gente sobre ti mismo. La vulnerabilidad es un sentimiento. Decirle a todo el mundo a todo el mundo acerca de ti es sólo hechos y detalles”. Simon Sinek.
Me siento desprotegido de toda armadura que haya podido incorporar a mí durante todo este tiempo. Me siento desnudo, no literalmente, porque hace mucho frio en mi casa. Pero como si no tuviera ropa.
Pero creo que como en toda emoción, hay una vulnerabilidad buena y otra mala.
De la buena, hablaré más tarde. Ahora quiero hablar de la mala. De la que nos desconecta a cada uno de nosotros, de los demás.
Sentirse vulnerable, es sentirte diferente, raro, especial, un espécimen único que la sociedad no va a entender. O eso piensas tú.
¿Por qué lo piensas?
Porque sientes vergüenza a lo que estás sintiendo en esos momentos. No estoy diciendo que lo que sientas es una locura, sino que lo que piensas, no quieres pensarlo, porque sientes que la sociedad al enterarse, te señalara.
Sientes vergüenza de querer hacer otra cosa que los demás “recomiendan” que hagas, sientes vergüenza de estar enamorado de esa persona que darías todo por ella pero no quieres decírselo, sientes vergüenza de querer hacer cosas que los demás, no consideran como “normales”.
Al sentir vergüenza, sientes que tienes que ocultar tus sentimientos. ¿Por qué? Porque quieres sentirte considerado como “optimo” y “bueno” para los demás. No quieres ser un paria desterrado de la sociedad.
Así que mejor ocultar lo que sientes, porque quieres sentirte bueno para los demás.
Quieres mantener la dignidad, la cara que ofreces a los demás. Pero mientras tanto, dentro de ti hay una lucha, que siempre termina en la cama llorando con la luz apagada y pensando que eres un “bicho raro” que la sociedad no aceptará.
En ese caso, te estás desconectando de la sociedad.
En esa situación, estamos renunciando a lo que queremos ser, por lo que debemos ser. En esa situación estás cavando tu propia tumba.
Pero si en el fondo lo que quieres, es ser uno más, perfecto. No soy quién para decirte nada, pero lo peor es que tú sabes que no eres uno más, y has optado por esa opción.
Así me sentía hace unos años, un vulnerable, que a cualquier palabra, gesto de cariño, respondía con gritos, lloros. Era una llamada de atención, era un grito de desesperación, diciendo: “Me siento vulnerable, tengo miedo a lo que me pasa y no sé lo que pasa. Me da vergüenza sentir lo que siento, pero siento que es coherente con quien yo soy. Pero aún así para no sentirme rechazado, lo ocultaré…”
No queremos sentir lo que estamos sintiendo. No queremos sentir miedo, no queremos sentir vergüenza, no queremos sentir nada. Y lo mejor, es ocultarlo en el cajón de casa con la ropa interior, y que allí coja polvo.
¿Qué hacemos además cuando nos sentimos vulnerables? Pensar que todo lo incierto es cierto.
¡¡ERROR!!.
“Es que tengo miedo a decirle lo que siento, porque SE A CIENCIA CIERTA, que me va a rechazar… Es que me da vergüenza decirlo, porque SÉ que no me van a entender y no me hablaran… Es que no pienso decirle nada a mi jefe, porque SÉ CÓMO me va a responder…”
¿Y qué te sabes cómo va a responder la persona o la sociedad? ¿O es que eres adivino? Pues entonces dime la combinación ganadora de la primitiva de esta semana.
¿Sabes quién está hablando? TU MIEDO.
Al creer que sabes cómo responderá la persona o personas, y así crearte una excusa para no dar el paso, no pasas miedo dándolo. No pasas miedo viendo las consecuencias de ese paso.
Lo que pasa es tenemos miedo a darnos cuenta que fuera de lo que piensan los demás somos imperfectos, y dentro del “rebaño” de la sociedad, nos creemos que somos perfectos y que todo irá genial.
Si tú crees que una vida de rutinas, miedos y vergüenzas, es una vida genial. ALLÁ TÚ.
Pero una cosa me gustaría recordarte, NADIE es PERFECTO, TODOS somos IMPERFECTOS.
Pero ahora mismo siento vulnerabilidad de la buena. ¿De qué trata?.
Me siento vulnerable, porque cada vez me enfrento a retos nuevos en la vida. No sólo profesionales sino también personales.
Conferencias en lugares que no conozco, retos profesionales imposibles y que se hacen realidad, personas que aparecen en tu vida y sabes que darías todo por ellas y lo haces, retos físicos increíbles y motivantes…
Situaciones que dan respeto, nerviosismo, dan miedo o que te podrían bloquear.
¿Pero por qué no pasa así? Porque esa sensación de desnudez, de enfrentarme a todo lo que está viniendo y vendrá, tiene un lugar de nacimiento, el corazón.
Me enfrento a todas ellos, a corazón abierto.
Las afronto de manera entusiasta, sincera, sabiendo que la vida me las ha puesto delante por algo, de lo que tengo que aprender.
Me siento “desnudo”, sin ninguna coraza que me pueda proteger de las previsibles “inclemencias”, pero es la única manera de aprender, sintiéndonos así.
Amo esas personas que han entrado a mi vida, sin ninguna garantía de que me vayan a devolver nada, ni amar como yo las amo, ni lo exijo. Me muestro como soy, vulnerable, “sin ropas ni etiquetas”. Vivo el presente con ellas, porque es el mayor regalo que le puedes dar a una persona.
Porque sé que será y es la única forma de vivir el presente, de aprender, de amar.
Cuando te sientes vulnerable, sientes que eres imperfecto pero que dentro de ti está todas las herramientas que necesitas para enfrentarte a esa situación, para luchar por un sueño.
Cuando te sientes vulnerable, no gritas. No lanzas un lamento pidiendo que los demás te entiendan, que gritando se solucione tus dudas de un plumazo.
Sabes lo que vales, sabes quién eres y lo qué haces. ¿Qué conlleva? Que escuches más lo que dicen los demás, que tú hables
Me siento muy vulnerable, pero me gusta esta sensación.
Siento que es la única forma de aprender y progresar en la vida.
Sin miedos ni vergüenza, porque me muestro como soy, a corazón abierto.
¿Y tú?
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