viernes, 4 de marzo de 2016

Y tu, ¿te entrenas para ser feliz?

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"La facultad de traer voluntariamente de vuelta, una y otra vez, la atención errante, es la raíz misma del juicio, el carácter y voluntad. Ninguno es competente si no la tiene. Una educación que mejore esta facultad sería la educación por excelencia" —William James

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​Durante mucho tiempo se pensó que la mayoría de los rasgos que hacen parte de la personalidad y la inteligencia venían determinados por la genética, y por lo tanto, eran inalterables.

Sin embargo, los avances de los últimos tiempos en la neurociencia han traído consigo buenas noticias: no estamos ineludiblemente condenados por nuestros genes. Tenemos la capacidad de modificar muchas cosas que antes pensábamos que estaban fuera de nuestro alcance.

Veamos cuales son esos avances:

Neuroplasticidad: Es la capacidad del cerebro de cambiar. Resulta que nuestro cerebro varía en función de la experiencia y el entrenamiento. Así que podemos tomar las riendas de ese cambio y darle forma al cerebro para mejorar nuestro bienestar emocional. Podemos decidir ser más optimistas, agradecidos, generosos… y de esta manera ser más felices.

Digamos que hay algo que siempre que ocurre te enfurece. Si la próxima vez que te enfrentes a ese evento, mediante un esfuerzo deliberado logras reaccionar de una manera más positiva, estarás empezando a crear un nuevo patrón de comportamiento. Repetido muchas veces termina convirtiéndose en tu respuesta natural.

Epigenética: Aunque nuestra composición genética viene determinada, resulta que la expresión de nuestros genes, es decir,  la intensidad con la cual se manifiestan, está influida por el ambiente y las interacciones personales. Una investigación realizó pruebas genéticas a un grupo de hombres con sobrepeso, antes y después de que se sometieran a una operación de bypass gástrico. En las pruebas posteriores a la operación, cuando los individuos habían perdido peso, se encontraron miles de cambios en los marcadores epigenéticos en las células del esperma de los hombres. El director del estudio, Romain Barrès, declaró: “Los factores ambientales o de estilo de vida tienen el potencial de cambiar la información hereditaria que tenemos en nuestra esperma".

Bidireccionalidad mente-cuerpo: Desde hace tiempo se sabe que la mente tiene una gran influencia sobre el cuerpo, por ejemplo, las personas optimistas gozan de un sistema inmunológico más robusto que los pesimistas. Lo que no estaba claro era la influencia del cuerpo sobre la mente. Diferentes investigaciones ha demostrado que un cuerpo saludable y en forma tiene un impacto positivo en el cerebro, aumentando sus niveles de bienestar. En otras palabras: cuerpo en forma, mente más feliz.

Bondad intrínseca: Trabajos como los de el científico cognitivo y lingüista Steven Pinker han demostrado cómo a través del tiempo la humanidad cada vez se va haciendo más pacífica. Otros estudios realizados con bebés de seis meses  muestran como estos tienen claras preferencias por comportamientos altruistas que por los egoístas.

Ahora bien, desde el punto de vista de la neurociencia, el bienestar emocional de las personas (felicidad) tiene cuatro componentes:

Resiliencia: Es la capacidad de recuperarse pronto de las situaciones adversas. Las personas con una resiliencia adecuada se sobreponen rápido a los contratiempos que inevitables aparecen en la vida de todas las personas.

Actitud positiva: Las personas más felices son las que tienden a ver el vaso medio lleno. Esto no quiere decir que todo lo ven color rosa, significa que se enfocan más en lo que funciona y lo que está bien en sus vidas.

Generosidad: ¿Conoces a alguien egoísta y feliz? Los pocos que puedan existir son la excepción que confirma la regla. Las personas felices son generosas, en su vida están presentes la bondad y la compasión.

Atención: Una mente distraída es una mente infeliz. Cuando la dejamos suelta, nuestra mente tiene la mala costumbre de pensar en cosas que poco contribuyen con nuestro bienestar (inseguridad, miedo, envidia, celos… ) En una mente concentrada no entran pensamientos malsanos. Cultivar atención es cultivar bienestar.

La gran noticia (o mala según como se le mire) es que nuestro bienestar emocional está bajo nuestro total control y responsabilidad. Los cuatro componentes que lo constituyen son modificables mediante entrenamiento. Y como han descubierto los científicos, tanto la mente como el cuerpo responden a nuestros esfuerzos de cambio.

La buena vida es una elección. Digámosle SÍ con determinación.

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