San PabloPor Jorge A. Blanco
El doctor Facundo Manes quizá sea uno de los hombres más admirados del momento; no solo por su brillante carrera profesional y el extraordinario currículum que posee, sino también por su lúcida mirada sobre los temas que preocupan y su compromiso por lograr una sociedad más justa y solidaria.
Nacido y criado en la provincia de Buenos Aires, este joven neurólogo y neurocientífico estudió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1992 y, luego de concluir su formación de posgrado en el exterior (Estados Unidos e Inglaterra), regresó al país con el firme compromiso de desarrollar recursos locales, a fin de mejorar los estándares clínicos y de investigación en neurociencias cognitivas y neuropsiquiatría. Es rector de la Universidad Favaloro, creador y director de INECO (Instituto de Neurología Cognitiva) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, instituciones de vanguardia que lideran el campo de las neurociencias en América Latina y son centros de referencia internacional para la investigación en neurociencias cognitivas y neuropsiquiatría. Ha publicado gran cantidad de trabajos científicos, libros y hasta dirigió y condujo documentales y programas televisivos. Sus charlas y conferencias desbordan de público, entre otras razones, por su convicción de la importancia de la divulgación científica en la sociedad y su notoria capacidad de saber transmitir sus complejos conocimientos científicos a la gente común, de manera sencilla y atractiva.
Después de una exitosa presentación en la Feria del Libro y en medio de su agitada agenda de trabajo, el Dr. Facundo Manes comparte con los lectores de la ROL su opinión y brinda algunos consejos para tener en cuenta:
Estimado Dr. Manes, pareciera que, de pronto, las neurociencias han pasado a ser un tema central y de elevado interés para gran parte de la gente. Se habla de ellas y su aplicación en la educación, el deporte, la cultura, la vida cotidiana…y hasta en el ámbito empresarial y de los negocios. A la vez, abundan las conferencias, las charlas y los seminarios. Y libros como los que ha escrito usted sobre las neurociencias, se convierten rápidamente en best sellers. ¿Cree que estamos ante una verdadera “moda” o un “boom” del cerebro? ¿A qué atribuye este fenómeno? ¿Considera que puede ser pasajero?
FM/: No, no se trata de una moda pasajera. El interés por las neurociencias se da a nivel mundial. Y creo que tiene que ver con el avance de la ciencia y también con una preocupación por mejorar nuestra calidad de vida, porque el cerebro es un órgano muy complejo, es el responsable de todo lo que hacemos, desde respirar hasta reflexionar sobre los misterios de la humanidad; incluso, es el único órgano que intenta entenderse a sí mismo. Desde siempre los seres humanos nos hemos hecho preguntas sobre el origen del pensamiento, la conciencia, la interacción social, la creatividad, el libre albedrío, la emoción. Hasta hace algunas décadas, estas preguntas eran abordadas únicamente por filósofos, artistas, líderes religiosos y científicos que trabajaban aisladamente. Pero, en los últimos años, las neurociencias emergieron como una nueva herramienta para abordar estos mismos interrogantes.
Precisamente, y a partir de su respuesta, ¿nos ayudaría a definirlas? ¿Qué son entonces las neurociencias? ¿Y en qué o de qué manera pueden sernos útiles?
FM/: La neurociencia es la rama de la ciencia que estudia científicamente el cerebro. Las neurociencias estudian, por ejemplo, los fundamentos de nuestra individualidad: las emociones, la conciencia, la toma de decisiones y nuestras acciones sociopsicológicas. Todos estos estudios exceden el interés de los propios neurocientíficos, ya que captan la atención también de diversas disciplinas, de los medios de comunicación y de la sociedad en general. Por ello, en nuestros laboratorios intervienen psicólogos, físicos, matemáticos, neurólogos, antropólogos, sociólogos, economistas. El impacto de las neurociencias se proyecta en múltiples áreas de relevancia social y en dominios tan disímiles. Por ejemplo, la neuroeducación tiene como objetivo el desarrollo de nuevos métodos de enseñanza y aprendizaje, al combinar la pedagogía y los hallazgos en la neurobiología y las ciencias cognitivas. Se trata así de la suma de esfuerzos entre científicos, educadores y pedagogos. Al tratarse de un área fundamental para el conocimiento humano, resulta comprensible y necesario que los procesos de las neurociencias no queden solamente en los laboratorios, sino que sean absorbidos y debatidos por la sociedad en general.
Es muy interesante leerlo y más aún escucharlo hablar; sobre todo, cuando utiliza algunas imágenes o figuras en particular para ilustrarnos. Por ejemplo, cuando hace mención de la necesidad de “cuidar” y “saber usar bien” el cerebro, o como cuando nos invita a “viajar por el interior” de este…; pero, realmente, ¿esto es así? ¿Podemos cuidar nuestro cerebro? ¿Cómo y de qué manera?
FM/: Para cuidar nuestro cerebro es fundamental mantener una alimentación saludable, por ejemplo, comer verduras, fruta, pescado, omega-3.
También hay que controlar los niveles de colesterol y de glucemia, y la presión arterial. Necesitamos realizar ejercicio físico en forma frecuente, ya que actúa como un ansiolítico, antidepresivo y refuerza el pensamiento creativo. Además, es beneficioso hacer todo aquello que nos plantee nuevas dificultades, por ejemplo, aprender otros idiomas, tener pasatiempos y hobbies. Llevar una vida social activa es estimulante para el cerebro. Y también dormir bien: cuando estamos relajados, durmiendo, el cerebro continúa trabajando, en esos momentos, se afianza la memoria y se procesa la nueva información.
Otra consulta: ¿Qué relación existe entre el cerebro, las neurociencias y la religión? ¿Es bueno para el cerebro tener fe?
FM/: En este último tiempo también, se ha empezado a estudiar la espiritualidad científicamente. Los nuevos avances tecnológicos y el trabajo interdisciplinario hacen posible que se consideren estas inquietudes. Desde las neurociencias, diversos estudios han demostrado que las personas que tienen fe viven más y mejor. A esto también le dedicamos unas páginas de nuestro libro Usar el cerebro (Usar el cerebro, conocer nuestra mente para vivir mejor, Facundo Manes y Mateo Niro, Planeta-Libros del Zorzal) porque es un tema sumamente importante.
Para finalizar, quería compartirle que usted suele transmitir no solo la imagen de un científico apasionado por las ciencias, sino también de un hombre comprometido con el bien común. Y creo que por ello su opinión es cada vez más calificada en diversos ámbitos sociales. De acuerdo con su criterio, ¿cuál es el camino que debemos emprender para la construcción de una sociedad más justa?
FM/: El camino para construir una sociedad más justa es el de la cooperación, la solidaridad y el conocimiento. Todos tenemos que comprometernos en ayudar a que nuestra sociedad sea equitativa. Tenemos que empezar a trabajar como si todos los argentinos estuviéramos conectados como una sola persona. Si un chico hoy no puede comer en el conurbano, ese problema debe ser de todos como si fuera nuestro propio hijo. Si hay un desocupado en el frío sur argentino, ese desocupado debe ser nuestro hermano. Si un jubilado no puede pagar su medicación, me debe importar tanto como me importaría esa situación en nuestro padre o abuelo. Necesitamos trabajar juntos para llevar a cabo una revolución del conocimiento. La gran apuesta en este siglo XXI debe ser esta: investigación, educación, ciencia y tecnología. Muchos países más pobres en recursos naturales que la Argentina se han convertido en naciones fecundas gracias a la inversión en educación, investigación, conocimiento.
Este es el camino para la erradicación de la pobreza y el desarrollo.
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