Hace unas pocas fechas el profesor José Antonio Marina impartió una lecciónonline en mi Universidad (UNIR), dentro del foro de gestión y liderazgo público. Ayer la estuve viendo con calma, pues no pude hacerlo en día del evento, y me pareció de mucho interés para este blog.
Desde un territorio aparentemente lejano al nuestro hace una distinción entre inteligencia o capacidad y talento que viene a coincidir con uno de los modelos tratados aquí y que goza de amplia aceptación en la comunidad científica educativa y psicológica. Me refiero naturalmente al Modelo Diferenciado de Dotación y Talento de Françoys Gagné, que en el monográfico de la Revista de Educación del que fui editor invitado con Steven Pfeiffer, amplía a lo que ha denominado Modelo Comprehensivo de Desarrollo del Talento, en el que incluye los fundamentos biológicos del mismo, haciendo referencia al itinerario que va desde el genotipo, el endo y exofenotipo hasta las capacidades naturales. Puede descargarse una versión bilingüe del artículo desde este enlace.
Es interesante ver las coincidencias, pero más aún las implicaciones. En efecto, el talento está después de la educación o con la educación y la materia prima son las capacidades naturales, que no innatas.
Este es otro aspecto que enlaza con la epigenética, pues la separación entre las bases genéticas de las capacidades innatas y las capacidades naturales, hay un proceso de desarrollo no sistemático, pero un proceso, en el que las circunstancias personales y ambientales actúan como catalizadores... Te incluyo la figura por si quieres estudiarla.
En fin, os recomiendo la lectura del artículo de Gagné y que veáis el vídeo que incluyo en esta entrada. Al final decidme si no es cierto el lema de este blog: "el talento que no se cultiva...". Dicho en otros términos, el talento no es una capacidad natural, es el resultado de aplicar las capacidades naturales (no dejéis de lado la parte genética que nos lleva a lo innato) a un campo de la actividad humana convirtiéndolas, de manera sistemática, en competencias.
Las consecuencias para el sistema educativo son inmediatas. Es preciso promover la equidad facilitando que cada alumno, cada estudiante, despliegue todo su potencial y llegue tan lejos como le sea posible. Lo que es trágico es tratar a todos del mismo modo, como si todos fueran iguales. Recordad lo que decía Eisner: "la escuela está para promover la equidad, no la igualdad". La "buena noticia" es que no estamos necesariamente determinados por nuestra genética, es posible crear las condiciones que mejoren nuestras potencialidades y aminoren las debilidades. Todo ello naturalmente, nunca mejor dicho, dentro de unos límites. También se sigue cumpliendo aquello de que "quod natura non dat Salmatica non praestat", pero quizá con menor determinismo de lo que pensábamos, y sin llegar a señalar que la práctica deliberada lo puede todo, porque a la vista está que no es así.
También enlaza esto bien con aquella cita de Treffinger y Feldhusen (1996): "Los talentos emergen y crecen evolutivamente, y para algunos no llegan a emerger porque no se produce una adecuada estimulación en la escuela y la familia. Es imperativo que todos los que trabajan con jóvenes vean los talentos y potencialidades como algo educable y emergente, y no como algo fijo e inmutable".
No me alargo más. El enfoque del profesor Marina, ajustado a lo que la ciencia moderna propone, me trae a la memoria, desde un ámbito lejano a la genética, lo que decía el catedrático de metafísica de la Universidad Complutente, Antonio Millán Puelles: "Somos libres, luego no todo está hecho; pero somos, luego no todo está por hacer...".
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