"Su trabajo es descubrir cual es su trabajo y luego entregarse a él con todo su corazón"—Buda
Cuando le preguntaron a Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, ¿en qué consiste la felicidad? Respondió: “Amor y trabajo, trabajo y amor… Eso es todo lo que hay”.
Y, si, dado que pasamos una gran parte de nuestra vida trabajando (¡entre 90.000 y 125.000 horas!), es imposible experimentar una felicidad completa si una porción tan importante de nuestra experiencia vital no es fuente de dicha y satisfacción.
Por desgracia, solo el 13% de la población a nivel mundial (según una encuesta de Gallup) piensa que su trabajo contribuye a su bienestar emocional.
El restante ¡87%! empiezan desde el lunes a desear que llegue el viernes. Sobrellevando como pueden esos interminables cinco días para empezar a disfrutar su vida, la verdadera, a partir del viernes en la tarde y durante el fin de semana.
[Ya se que tu no. Tu estás a muerte con la empresa (es lo que le dices a tu jefe, ¿no?). Incluso los fines de semana vistes orgulloso la gorra que te dieron por cumplir 10 años de labores.]
La matemáticas no cuadran: sacrificamos cinco días para vivir dos. Durante 49 semanas al año soportamos el aburrimiento para poder disfrutar de las tres de vacaciones.
Pero esto no tiene porqué ser así. Es posible hallar ¡o crear! un trabajo que ames. Un trabajo que te inspire, que te llene de energía y satisfacción.
Es posible diseñar una vida —toda, no solo una parte— que ames.
Una vida donde hagas uso de los dones que ya posees. Una vida que exprese tu mejor y más auténtico yo.
Las investigaciones han encontrado que cuando trabajamos haciendo uso de aquello que se nos da bien, donde nuestra vocación y nuestro propósito (aquello que la vida nos pide que hagamos) se encuentran, hallamos felicidad auténtica y profunda satisfacción.
Sin embargo, no todos sabemos cual es nuestro propósito. Aunque algunos lo intuyen, en el fondo de su corazón saben lo que deberían estar haciendo. Otros no tienen ni idea, y eso es normal.
Para ayudar a aquellos que solo lo intuyen, o a quienes no tienen ninguna idea (aunque yo creo que todos tenemos alguna sospecha), aquí dejo cuatro preguntas que te pueden servir para hallar tu propósito.
Un secreto: la última fue la que me ayudó a mi. Incluso antes de estar buscando mi propósito, a menudo me decía: "si me gano la lotería me dedico solo a estudiar".
La lotería todavía no ha llegado (será porque nunca la compro), y de igual manera hoy me dedico a aprender para poder ayudar.
Y, si, dado que pasamos una gran parte de nuestra vida trabajando (¡entre 90.000 y 125.000 horas!), es imposible experimentar una felicidad completa si una porción tan importante de nuestra experiencia vital no es fuente de dicha y satisfacción.
Por desgracia, solo el 13% de la población a nivel mundial (según una encuesta de Gallup) piensa que su trabajo contribuye a su bienestar emocional.
El restante ¡87%! empiezan desde el lunes a desear que llegue el viernes. Sobrellevando como pueden esos interminables cinco días para empezar a disfrutar su vida, la verdadera, a partir del viernes en la tarde y durante el fin de semana.
[Ya se que tu no. Tu estás a muerte con la empresa (es lo que le dices a tu jefe, ¿no?). Incluso los fines de semana vistes orgulloso la gorra que te dieron por cumplir 10 años de labores.]
La matemáticas no cuadran: sacrificamos cinco días para vivir dos. Durante 49 semanas al año soportamos el aburrimiento para poder disfrutar de las tres de vacaciones.
Pero esto no tiene porqué ser así. Es posible hallar ¡o crear! un trabajo que ames. Un trabajo que te inspire, que te llene de energía y satisfacción.
Es posible diseñar una vida —toda, no solo una parte— que ames.
Una vida donde hagas uso de los dones que ya posees. Una vida que exprese tu mejor y más auténtico yo.
Las investigaciones han encontrado que cuando trabajamos haciendo uso de aquello que se nos da bien, donde nuestra vocación y nuestro propósito (aquello que la vida nos pide que hagamos) se encuentran, hallamos felicidad auténtica y profunda satisfacción.
Sin embargo, no todos sabemos cual es nuestro propósito. Aunque algunos lo intuyen, en el fondo de su corazón saben lo que deberían estar haciendo. Otros no tienen ni idea, y eso es normal.
Para ayudar a aquellos que solo lo intuyen, o a quienes no tienen ninguna idea (aunque yo creo que todos tenemos alguna sospecha), aquí dejo cuatro preguntas que te pueden servir para hallar tu propósito.
Un secreto: la última fue la que me ayudó a mi. Incluso antes de estar buscando mi propósito, a menudo me decía: "si me gano la lotería me dedico solo a estudiar".
La lotería todavía no ha llegado (será porque nunca la compro), y de igual manera hoy me dedico a aprender para poder ayudar.
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