"Cualquier cosa que te emocione, ve y hazla. Lo que te desanime, para de hacerlo"
—Derek Sivers
Lo que han demostrado las investigaciones es que la destreza extraordinaria, la maestría, está al alcance de todos.
Con la práctica correcta y una cantidad suficiente de trabajo podemos desempeñarnos a un nivel superior en cualquier disciplina.
Por ello, hablar de dones, talento o genialidad es más una excusa que una realidad. Si le damos a la excelencia categoría celestial, nos liberamos del trabajo duro que significa alcanzarla.
El gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche lo expresó de esta manera:
Con la práctica correcta y una cantidad suficiente de trabajo podemos desempeñarnos a un nivel superior en cualquier disciplina.
Por ello, hablar de dones, talento o genialidad es más una excusa que una realidad. Si le damos a la excelencia categoría celestial, nos liberamos del trabajo duro que significa alcanzarla.
El gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche lo expresó de esta manera:
¡No me hable de genio, de talentos innatos! Es posible imaginar que grandes hombres de todo tipo recibieron muy pocos dones. Ellos adquirieron su grandeza, se convirtieron en "genios" (como solemos expresarlo), por medio de cualidades de las cuales nadie presume si sabe que le faltan: todos poseían esa seriedad del obrero eficiente que primero aprende a construir las partes apropiadamente antes de aventurarse a formar un gran todo. Se dieron tiempo para ello, porque se complacieron más en hacer las cosas pequeñas y secundarias que en el efecto de un conjunto deslumbrante.
La historia de Derek Siver, contada por él mismo en su buen libro Sigue tu pasión es un ejemplo perfecto e inspirador de lo que conlleva “tener un don”:
Ser cantante:
Desde que tenía catorce años estaba decidido a ser un gran cantante. Pero mi timbre era malo, mi tono era malo, y todo el mundo decía que no era cantante.
Durante once años, de los catorce a los veinticinco, tomé lecciones de voz y practiqué al menos una hora al día. Siempre fui el cantante principal de mi banda, realizando algunos shows cada semana, obteniendo así la mayor experiencia posible en el mundo real. En todo momento, la gente continuaba diciéndome que yo no era cantante, que debería renunciar a ello y buscar un verdadero cantante.
A los veinticinco años grabé mi primer álbum. Cuando se lo di a alguien que era un verdadero mentor para mí, lo escuchó con atención y luego me dijo: "Derek, simplemente no eres cantante. Necesitas dejar de intentarlo. Admite que eres un compositor y encuentra un cantante de verdad". A pesar de ello, salí de esa reunión impasible. Sabía que sólo significaba más trabajo que hacer.
A los veintiocho años empecé a notar que mi voz se estaba mejorando. Grabé algunas canciones nuevas y, por primera vez, ¡me gustó mucho la voz!
A los veintinueve, lo había logrado. Después de quince años de práctica, y cerca de mil espectáculos en vivo, finalmente me convertí en un muy buen cantante, al menos para mis propios estándares. (Alguien que me escuchó por primera vez me dijo: "Cantar es un don con el que naces o no, tienes suerte, ¡has nacido con él!")
El punto es: yo no quería tener buena voz. Yo quería ser una gran cantante.
Piensa por unos segundos, ¿que don te gustaría tener?... ¿Listo? ¿Ya lo tienes?... Bien... Ahora sal y consíguelo.
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