La realidad está ahí pero lo que más importa es la percepción. Las cosas se ven distintas según la posición del observador que además suele ver lo que quiere o lo que puede. Lo que para uno es oportunidad para otro es amenaza.
Hay una vieja historia de dos vendedores de zapatos que fueron a África a vender sus productos. Uno los halló a todos descalzos y mandó un telegrama a su jefe: regreso de inmediato, aquí nadie usa zapatos. El otro envió este telegrama: Me quedo. Perspectivas fabulosas. No tenemos competencia.
La profecía que se autorrealiza. Ford decía que “siempre tenemos razón: si pensamos que nos irá bien o que nos irá mal”. Pensar en positivo es aplicar la ley según la cual se cosecha lo que se siembra. Para obtener resultados hay que saber lo que se quiere, concentrarse en el fin y aprender a observar.
El factor clave es el propósito o misión. La visión es la imagen de una meta. Sin una conexión con la fuente la visión carece de potencia. Sin la visión la misión es intrascendente sin la misión la visión es ciega.
La realidad es una aliada que de cierto modo construimos. No hay que luchar contra ella ni esperar que algo pase para cambiar. Hay que aceptar lo que es, comprometerse con la verdad, ser auténtico, evitar el autoengaño, ensanchar la percepción y reconocer que nuestras creencias pueden perjudicarnos.
La verdad libera. La visión permite elegir y crear el destino. Junto a la verdad generan la tensión creativa entre la actualidad y el futuro deseado.
Así se produce la energía. Paciencia, perseverancia y ver al error como parte del éxito son virtudes con las que el subconsciente automatiza el dominio. Hay que silenciar la crítica, sembrar lo mejor, sentir el logro como realizado.
De este modo se supera la dicotomía entre razón e intuición, ya que el bilateralismo (el diseño en pares) es un principio de la naturaleza (dos hemisferios, dos manos, dos brazos, dos ojos, dos oídos). La lengua es una sola, quizás para enseñarnos la importancia de saber escuchar. El que triunfa puede porque cree que puede. Para eso renuncia a lo negativo del pasado.
Lo primero es lo primero. El proceso de cambio comienza por aceptarse como uno es. Luego hay que ir directamente al bien en lugar de evitar el mal. La opción polariza y el obstáculo termina ejerciendo una atracción fatal.
La mente tiene una capacidad sugestiva que le permite transformar en acto lo que decide aceptar. Sembrando pensamientos positivos se puede ganar.
La realidad es la única verdad pero tarda en manifestarse. Se puede hacer cualquier cosa pero no evitar las consecuencias. Somos parte de la historia y como dijo Keynes a largo plazo estaremos todos muertos. Procusto era como un comunista utópico que imponía la igualdad acostando a todos en un lecho. A los petizos los estiraba hasta alcanzar su tamaño, a los más altos los serruchaba. Se aplica a los que disfrazan la realidad para adecuarla al modelo. A un rey le vendieron tela mágica, el que no la veía era un estúpido. El monarca andaba desnudo hasta que un niño gritó: el rey está desnudo. Se aplica a los que creen que pueden violar la ley de gravedad impunemente. En el Titanic avanzaban festejando hacia la tragedia. No vieron el témpano pero su ceguera era ideológica: no sabían que tenían sólo 20 botes ni que el barco no estaba blindado. Se aplica a los que abrazan el populismo, la democracia de los pueblos ignorantes. La ignorancia es una noche triste y sin estrellas.
Modos de distorsionar la realidad.
Todo o nada. Es ver la realidad en blanco y negro sin matices intermedios. Supone rigidez mental, pasar de la euforia al desánimo con mucha facilidad.
Generalizar. Es partir de un suceso y globalizarlo excesivamente con expresiones como todo, nunca, siempre, etc.
Filtrar. Es elegir un único detalle y centrar ahí toda la atención, de manera que la perspectiva general se oscurece.
Descartar. Cuando se rechaza lo positivo insistiendo en que no cuenta.
Precipitarse. Interpretar sin suficiente análisis que avale la conclusión.
Leer el pensamiento. Asumir que se sabe lo que otro piensa, sin evidencias.
Magnificar-Minimizar. Exagerar o rebajar la importancia de un problema.
Razonamiento emocional: Utilizar las emociones como evidencia.
Creencias rígidas. Suponer que las cosas son como queremos que sean. Etiquetar. Tomar el todo por las partes.
Personalizar. Asumir responsabilidades por lo que está fuera de control.
Victimizarse. Sentirse indefenso en lugar de hacer algo para mejorar.
El campo de fuerzas. Lo crean fuerzas impulsoras y restrictivas, potencias visibles o invisibles, activas o pasivas, materiales o inmateriales.
Para evaluar el impacto de un cambio se compara la situación actual con la ideal. Se grafica el diagnóstico del problema. A partir de allí se disminuyen o eliminan, se aumentan, se agregan o se modifican fuerzas asociadas al tema.
El diagrama del cómo completa el análisis. Si una solución es aceptada, ahora hay que implementarla. La técnica consiste en preguntar ¿cómo? una y otra vez hasta que no se pueda preguntar más. Es una gran ayuda para seleccionar soluciones, preparar el plan de implementación y sortear obstáculos.
Si, acepto. No se trata de una respuesta extraordinaria, es la elección diaria consciente ante un tipo de impotencia. Luego de intentarlo todo, qué más podríamos hacer o si es cuestión de resignarse, rendirse y asumir la derrota.
La sabiduría no es sumar intentos, ni resignación, conformismo o cobardía. Es aceptar lo que nos toca, los límites y la voluntad de vivir en clave de sí. Resignarse es renunciar, aceptar es hacernos cargo. No es la actitud de ser víctima del destino sino la de tomar conciencia de lo posible.
Del mismo modo en que se elige algo para siempre, se adopta una actitud, no como excusa para detener la marcha ni como una alegría eufórica. Es la paz que brinda tranquilidad interior y empuja hacia el bien. No es autoengaño, falso optimismo, reemplazo de la verdad o de la fe. El pequeño sí, acepto, es un ejercicio que quita rigidez y prepara para las situaciones más complejas.
Y… si no me queda otra… Es la actitud de estar entre la espada y la pared, en cambio, el que acepta, lo hace desde la libertad entre opciones no deseadas.
En el primer caso hay resentimiento y frustración. En el segundo una liberación hacia la acción que afloja, abre al perdón y a la generosidad.
No se claudica, es la voluntad para empezar de nuevo. Tiene la energía del sí construido con cada decisión de mirar la realidad con los ojos bien abiertos, asentado en las convicciones, pero interpelando la conciencia con la razón y el afecto. Es menos complejo que idealizar, es vivir a pleno cada instante.
Mientras que el pesimista se queja del viento y el iluso espera que cambie, el optimista es realista y ajusta las velas. Para Séneca “no existen vientos favorables para el que no sabe a qué puerto quiere llegar”.
Como la realidad tarda en manifestarse el feedback continuo con ella es la mejor forma de evitar que un error se convierta en hábito.
Dr. Horacio Krell. CEO de ILVEM Contacto horaciokrell@ilvem.com
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