martes, 15 de noviembre de 2011

Los siete atributos del buen emprendedor

http://socrates.ieem.edu.uy/2010/12/los-siete-atributos-del-buen-emprendedor/ 


CARICATURA El Observador 11 de diciembre 2010
Escrito junto con Isabelle Chaquiriand.
Cuando se habla de emprendimientos, más tarde o más temprano, pero inexorablemente, surge la pregunta “¿se nace emprendedor o se hace?” La respuesta académica de esta pregunta está compuesta por cientos de estudios que procuran identificar el perfil psicológico, habilidades y talentos propios del emprendedor. Le ahorramos la lectura de los mismos, la respuesta corta es que no se pueden formular afirmaciones categóricas al respecto y que la evidencia indica que hay infinidad de variantes. Pero sí podemos hablar de algunas características que son suficientemente frecuentes en emprendedores exitosos.
Ver el mundo en términos de oportunidades. Un problema se diferencia de una fatalidad en que en el primero existen opciones de acción, en la segunda sólo queda la resignación. Las oportunidades consisten en ver  un problema –y resolverlo– donde los demás sólo veían una fatalidad; o en encontrar nuevas y mejores opciones para problemas pre-existentes. El emprendedor ve oportunidades donde los demás ven problemas o fatalidades. Hay personas que mantienen esa forma de ver el mundo toda la vida. Es el caso, por ejemplo, de Ingvar Kamprad, fundador de IKEA, la famosa cadena sueca de venta de muebles y artículos para el hogar. En otros casos, en cambio, el emprendedor va perdiendo esa capacidad de identificar nuevas oportunidades a medida que aquello que ha creado requiere una parte creciente de sus energías. En algunos casos esto se debe a que las urgencias del día a día impiden pensar en lo nuevo o en el largo plazo. En otros casos la seguridad y rentabilidad que brinda explotar lo existente hacen poco atractivas innovaciones con una alta carga de incertidumbre. Lo cierto es que en esa transición que se da de emprendedor a empresario la búsqueda de lo nuevo suele ir dejando más lugar a la gestión de lo existente.
Evitar sorpresas desagradables. Cuando uno se enfrenta a una situación imprevista la reacción suele ser inadecuada. Los emprendedores no tienen en la dotación de recursos una de sus fortalezas fundamentales, sino en su capacidad de adaptación. Como decía Darwin, el que sobrevive no es el más fuerte sino el que se mueve más rápido (sino pregúntele a un dinosaurio). Para moverse rápido es necesario anticiparse, no basta con ser especialmente avispado. Esa anticipación se logra a través de una adecuada planificación, evaluación de escenarios y formulación de planes de contingencia. Esta es una de las características que más le cuestan al emprendedor, que quiere volcar todas sus energías a la acción.
Saber vender(se) bien. Todo emprendimiento es una promesa. Es poca la evidencia que se puede exhibir, y dentro de esa evidencia pasa a ser fundamental la capacidad del emprendedor para vender su idea, pero fundamentalmente a sí mismo. Al final del día, los inversores o proveedores de recursos invierten en un emprendedor y en sus capacidades. Saber vender con convencimiento las bondades del proyecto y transmitir confianza en su capacidad para llevarlo adelante es fundamental para lograr la adhesión de los diferentes stakeholders cuya colaboración necesitan: inversores, empleados, proveedores, clientes y organismos públicos.
Saber generar una red de contactos. Cuando uno emprende existen infinidad de obstáculos para sobrellevar, de todo tipo y color. Es frecuente encontrar un patrón claro entre los emprendedores en la forma de enfrentar estas situaciones. El que no tiene madera de emprendedor buscará en Google, por ejemplo, las instrucciones para la habilitación del local. Luego de tres meses de juntar papeles se presentará al mostrador para enterarse que el procedimiento cambió, que ya no se necesita el costoso y reluciente certificado del escribano que tiene entre manos, pero sí se necesita un estudio de impacto ambiental. También se enterará en ese momento que la oficina no ha tenido tiempo ni recursos para actualizar la página web desde hace dos años, y así sucesivamente. El que tiene madera de emprendedor en cambio se preguntará “¿a quién conozco que sepa de esto y me pueda ayudar?” y en el peor de los casos “¿a quién conozco que conozca a alguien que sepa?”, y una vez recibida la información y los consejos adecuados, hará lo que hay que hacer. Muchas veces esta virtud se traduce en términos académicos en disponer de una amplia red de contactos. Las redes de nada sirven si las personas que la componen no están dispuestas a ayudar al emprendedor y las personas tienden a ayudar a quien parece merecérselo. Por eso, no lo olvide, difícilmente logrará una buena red de contactos, especialmente en un medio tan chico como el nuestro, si no hace el mérito suficiente.
Ser humildes. Detrás de la apariencia de emprendedores con grandes egos, en muchos casos existe una persona con un profundo sentimiento de humildad. Sobrevivir pasa muchas veces por saber reconocer las carencias propias en cuestiones que son vitales para el desarrollo del negocio. Cuando se observan las altas tasas de mortalidad de los emprendimientos, el desconocimiento ha sido el virus fulminante en la mayoría de los casos. Para iniciar una empresa se requieren capacidades emprendedoras, pero también capacidades de gestión. Hay muchas personas que creen que una buena idea lo soporta todo. La verdad es que pocas ideas son tan valiosas que pueden sobrellevar los costos de no saber gestionar. Los emprendimientos tienen que diseñarse para soportar los costos del aprendizaje de lo nuevo, pero difícilmente podrán con la ignorancia de lo conocido.
Tener coraje. El coraje es la fuerza de voluntad que le permite a una persona llevar adelante una acción a pesar de los impedimentos. El coraje es la habilidad de sobreponerse a esos miedos y perseverar con la acción que se pretendía realizar. Es raro encontrar un emprendedor que no tenga un relato sobre un momento crítico en la vida de su emprendimiento en donde los obstáculos –muchas veces imprevistos– hubieran llevado a la mayoría a desistir. El sobrellevar obstáculos intimidantes es propio de emprender, y es algo que los que no son emprendedores perciben. Esa es la razón por la cual se suele asociar el emprender con el amor al riesgo, lo que es erróneo. El emprendedor no busca los obstáculos, pero sabe que aparecerán y está dispuesto a enfrentarlos.
Saber lo que se quiere. Hay quienes sostienen que los emprendedores son inadaptados o que les gusta la adrenalina de asumir riesgos. Otros sostienen que su motivación fundamental es el deseo de independencia, que se trata de personas que no soportan recibir órdenes. Lo cierto es que cuando uno tiene el privilegio de conocer emprendedores exitosos, se encuentra que sus motivaciones son muy diversas. Hay personas que luego de una exitosa carrera en una organización altamente estructurada pasan a ser buenos emprendedores. Hay emprendedores extremadamente precavidos que repasan con sus asesores cada decisión –muchas secundarias– decenas de veces. Independientemente de eso, todos los emprendedores tienen claro qué buscan. Algunos desean hacer dinero, otros disfrutan de crear algo y verlo crecer, otros encuentran que la empresa es el medio a través del cual pueden dar rienda suelta a su inventiva y creatividad. Las respuestas frente a la pregunta “¿Qué busca usted?” serán múltiples, pero nunca serán un “No sé”, o “No estoy seguro”.
Publicado en El Observador, 11 de diciembre de 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario