Los últimos en intentarlo han sido científicos japoneses y norteamericanos de la
Universidad de Boston (Estados Unidos), y del
Laboratorios de Neurociencia Computacional ATR
de Kyoto (Japón). Y lo han hecho a través de un sistema que permite
'aprender' gracias a unos dispositivos de resonancia magnética funcional
(IRMf) que se emplean normalmente para registrar imágenes de la
actividad cerebral cuando se realizamos tareas. Los resultados, que se
publicaron en la revista científica
Science,
se han centrado en mejorar la capacidad visual, aunque, según
manifiesta el principal autor del estudio, Takeo Watanabe, "pese a estar
orientado a la visión, puede aplicarse en otras disciplinas, como la
memoria, las emociones o el control del movimiento y el aumento del
rendimiento atlético".
El sistema consiste en exponer a la
persona a señales visuales que activan unos patrones concretos de las
neuronas vinculados al área visual temprana y que, según Watanabe, "es
lo suficientemente plástica como para hacer posible el aprendizaje
perceptual", ya que registran movimientos, líneas, formas y colores. "Lo
sorprendente es que al inducir esos patrones en una característica o
rasgo concreto se produjo una mejora del rendimiento visual sobre dicho
rasgo, incluso aunque el sujeto no fuera consciente de lo que estaba
aprendiendo", asegura Watanabe. Sería algo así como diferenciar a unos
gemelos sin conocerlos. Es decir, una madre los distingue porque está
siempre con ellos, lo novedoso es que alguien que no les conozca también
les distinga rápidamente gracias a ese aprendizaje que hace que
automáticamente nos llegue un mensaje diferencial entre ambos hermanos.
Si
esto se aplica en otras áreas cerebrales, ¿seremos más... listos? Para
muchos expertos aún estamos lejos de convertirnos en unos 'cerebritos',
pues es un salto demasiado grande, aunque sí es cierto que los
científicos buscan "identificar en qué áreas somos más efectivos para
trabajarlas y mejorar el rendimiento", explica Carlos Tejero, de la
Sociedad Española de Neurología
(SEN), que especifica que "la consecuencia práctica de esta
investigación es complicada, porque el modelo que usamos para el
aprendizaje y la memoria no lo conocemos en toda su extensión. Es un
anhelo concebirlo".
DE PIANOS Y OTROS INSTRUMENTOS Porque
para aprender se producen miles de conexiones entre las 100.000
neuronas que tenemos repartidas en áreas cerebrales específicas para
determinadas funciones, pero tienen que ser vías muy rápidas de conexión
para que lleguemos a retener la información. Así, por ejemplo, al leer,
primero reconocemos trazos como letras, luego aprendemos a juntarlas y
finalmente podemos llegar a comprender textos incompletos a los que les
faltan vocales o consonantes. Pero es un aprendizaje que se hace
precisamente con esa conexión neuronal y con entrenamiento.
En
cuanto a las habilidades, como la que los japoneses comentaban en su
trabajo sobre aprender a tocar el piano, por ejemplo, ocurre lo mismo.
Bien podremos imitar una melodía como se hace en el colegio con mayor o
menor tino, pero lo que no tenemos todos es la habilidad manual o la
capacidad de interpretación musical. Lo mismo que ocurre con la
capacidad lectora, pues depende de esa distribución de neuronas; por eso
hay quienes no son capaces de leer a gran velocidad.
APRENDIENDO IDIOMAS No obstante, hay investigadores que han dado otra vuelta de tuerca. Concretamente en el
Instituto de Neurociencias de Castilla y León
(INCYL), desde donde afirman que el cerebro se vuelve hipersensible a
lo que los niños escuchan en las primeras etapas de la vida. Realizado
en roedores, el análisis muestra cómo éstos se vuelven hipersensibles a
los sonidos a los que han sido expuestos gracias al papel que juega en
este proceso el llamado colículo inferior del cerebro (relacionado con
los aspectos clave de la audición). Un hecho que, según los científicos,
podría tener implicaciones prácticas en el aprendizaje de idiomas, que
es más efectivo en los pequeños. Porque, según explican los responsables
del trabajo, al estimular algunas neuronas con un sonido concreto, las
que están al lado modifican su posición y todas en conjunto se
'resintonizan' a una frecuencia concreta, lo que tiene implicaciones en
el aprendizaje de idiomas, ya que un niño en edad de aprender un
lenguaje absorbe el idioma con facilidad y no sólo las palabras o la
gramática, sino también la pronunciación. Pero de momento las nuevas
generaciones tendrán que continuar 'hincando los codos' para aprender y
cultivar sus mentes, porque memorizar
El Quijote en apenas unos minutos seguirá siendo por muchos años ciencia ficción.
Autor: A. Jiménez
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