Por Edison Audi Kalaf, profesor de BSP-Business School São Paulo
Autor: Edison Audi Kalaf
El momento actual es único en la historia de la humanidad. La elevación del nivel de vida de una parte considerable de la población mundial, en gran medida debida a los significativos avances tecnológicos, hace de ésta la Era del Conocimiento.
Se observa una transformación, en que el foco principal eran los productos en un mundo en que lo que las personas realmente quieren son servicios, o sea, el trabajo pesado está siendo sustituido por el intelectual, que parece ser la vocación final del ser humano.
En la feroz competencia por los mercados, las organizaciones están creando competencias específicas, que generan ventajas competitivas y que diferencian a las empresas. Una escala de valores puede, entonces, ser simplemente conceptualizada por la diferenciación cada vez mayor. En general, los elementos que agregan valor a los productos y servicios, creando la diferenciación, vienen de la innovación. La innovación no está dada exclusivamente por el poder económico y por los activos físicos, sino por los activos intelectuales y por el poder del conocimiento. Por lo tanto, la innovación viene de las personas.
Valor e Innovación
“La innovación es la introducción de un producto, de un servicio o de una mejora en el proceso, a partir de la explotación de alguna forma de cambio: una técnica, un nuevo material, un nuevo modelo comercial, alteraciones demográficas o geopolíticas”*.
La innovación está siempre relacionada con algún tipo de cambio: en la economía, en la tecnología, en el comportamiento de las personas. Sin embargo, la mayoría de las personas se aferra a hábitos, ideas, direcciones, a su propia forma de ver la vida y el mundo. Estas actitudes pueden, de hecho, evitar imprevistos indeseados. Pero también evitarán imprevistos deseados, como mejorar sus valores y las formas de hacer las cosas. Esto hace posible que la gran mayoría de los profesionales sea usuario de los grandes cambios promovidos por los pocos innovadores.
Las personas capaces de aprovechar y administrar oportunidades, mejorar procesos, inventar y reinventar un negocio, es decir, las personas capaces de crear valor para los medios en los que actúan, se denominan emprendedores. El espíritu emprendedor puede definirse como un conjunto de virtudes y comportamientos que permiten a los individuos aprovechar y administrar oportunidades, mejorar procesos e inventar y reinventar un negocio. La buena noticia es que estas virtudes y comportamientos pueden ser adquiridos, practicados y reforzados en los individuos, de forma tal de convertirlos en emprendedores.
Es común que el término emprendedor nos remita a la idea de empresario, pero ésta es apenas una parte del concepto. Es posible que un profesional sea un emprendedor sin necesariamente ser un empresario. Así, decimos que existen varios tipos de emprendedores:
1. Emprendedor (entrepreneur): persona que planea o construye nuevas empresas. Éste es el empresario.
2. Intra-emprendedor o Emprendedor Corporativo (intrapreneur):profesional que promueve cambios dentro de la organización en la que trabaja y es capaz de mejorar la empresa y los negocios.
3. Emprendedor comunitario o social: promueve cambios, reúne recursos y construye en beneficio de la comunidad. Ejemplos: tercer sector y voluntariado.
La Cultura Organizacional y el Espíritu Emprendedor
La cultura organizacional tiene un gran efecto sobre la capacidad de una empresa para innovar, en función del grado de libertad para emprender que otorga a sus empleados. Muchas empresas ya implementaron procesos específicos de innovación, institucionalizando el espíritu del emprendedor interno como un valor para sus empleados.
Por lo tanto, un emprendedor puede ser estimulado y desarrollado. Para formarlos, las organizaciones deben dar prioridad al aprendizaje continuo, a la multidisciplinariedad e invertir en el desarrollo de actitudes, habilidades y destrezas, produciendo individuos capaces de aprender con rapidez y dispuestos a hacerlo durante todas sus vidas.
*Fuente: Innovation in Industry Survey. The Economist
No hay comentarios:
Publicar un comentario