sábado, 26 de octubre de 2013

Darle significado a lo que hacemos

http://socrates.ieem.edu.uy/wp-content/uploads/2013/10/Darle-significado_Mendioroz.pdf
Por Juan Manuel Mendioroz, MBA 2013-2014

Que los resultados económicos mueven a las empresas y a quienes trabajan en ellas, puede parecer poco romántico pero es absolutamente cierto. Las empresas tienen como primer objetivo ganar dinero y por su parte, las personas que allí trabajen lo harán a cambio de recursos económicos o materiales.
Esta visión materialista propia de las empresas tiende a valorar especialmente las motivaciones extrínsecas, derivadas del ambiente externo, que mueven a personas y organizaciones relegando las vinculadas al significado que tanto las personas como las empresas dan a lo que hacen; cuando ponemos el foco en esto
es cuando se obtienen resultados extraordinarios.
Para algunos escépticos, esto de la significancia puede parecer muy válido pero secundario para el día a día de sus empresas. Para intentar ilustrar su importancia resulta interesante ver cómo se obtienen resultados extraordinarios en otro ámbito; como por ejemplo en el deporte -profesional o competitivo- y si algo de
esto se puede aplicar al mundo empresarial.
En casi cualquier deporte, aquellos quienes se desempeñan en seleccionados nacionales o están fuertemente identificados con el colectivo que representan (comúnmente diríamos que son hinchas del equipo en el que juegan) tienden a defender su causa de una manera especial, tal vez con mayor entrega que cuando lo hicieran solo por profesionalismo, deportividad o por el premio económico. Esto es lo que comúnmente conocemos como tener la “camiseta puesta”. Quienes integran el equipo tienen un fuerte sentido de pertenencia y comparten los valores de la institución que defienden. Esta mayor identificación con “la causa” probablemente les permita potenciar al máximo sus capacidades y superar limitaciones. Además de su propia performance, no es de extrañar que estos sean mejor valorados por los aficionados que los que cumplen su desempeño de manera “profesional”.

Llevando esto al mundo empresarial, resulta interesante ver cómo el autor y conferencista británico Simon Sinek1 desarrolla el siguiente concepto: las empresas que se centran en el porqué (hacen las cosas) y no en el qué (hacen) logran mejores resultados. Un ejemplo emblemático es el de Apple, la compañía fundada por Steve Jobs ha logrado destacarse de sus competidores (fabricantes de computadoras) buscando ofrecer la mejor experiencia de informática mediante un permanente desafío al statu quo. Esto tiene como resultado productos y una forma de entregarlos “diferente”; los cuales cumplen con ese desafío. Quienes trabajan en Apple tienen un sentido de pertenencia y orgullo que los hace alcanzar niveles de excelencia en su desempeño. Sus clientes además muestran una conocida fidelidad hacia la marca, lo cual se transforma en ventas y en altísimo valor de marca.
A la hora de armar nuestros equipos de trabajo, o cuando cada uno de nosotros decide incorporarse a una organización, es vital que tengamos presente las motivaciones relacionadas al significado que le damos a lo que hacemos. El mismo Sinek utiliza una frase ilustrativa: “Si uno contrata gente que solo necesita un trabajo, ellos trabajarán por el dinero. Pero si contratas a gente que cree en lo que tú crees, trabajarán para ti con sangre, sudor y lágrimas”. Si empresa y persona comparten valores y una forma de hacer las cosas, estarán dadas las condiciones necesarias para alinear los objetivos de cada parte.
La conformación del equipo o la sola definición de a dónde queremos llegar (misión o alcance de un proyecto), por sí solos no generan lealtades, la mayoría de las veces es necesario el rol de un líder que con su propio carisma logre las lealtades necesarias para alcanzar la meta. Pero conseguir que las personas estén alineadas y comprometidas con la misión no es algo que debe quedar reservado exclusivamente a los grandes líderes inspiradores sino que cada directivo, o líder, tiene el desafío de crear un marco de procesos y canales de comunicación, que permita a las personas encontrar su lugar desde donde contribuir para alcanzar la meta común.
A modo de resumen, lograr la excelencia parece estar más vinculado a motivaciones relacionadas al significado que las personas y empresas dan a lo que hacen que a las motivaciones económicas o materiales. Los desafíos del directivo serán por tanto armar un equipo donde se compartan determinados valores y creencias, generar un marco en donde cada uno pueda hacer propia la misión y encontrar su contribución para alcanzarla. En paralelo debemos ir gestionando el talento individual para obtener el máximo de cada uno. Si como directivos somos capaces de lograrlo seguramente seamos capaces de obtener resultados extraordinarios que serán valorados por nuestros clientes. Sucede en el deporte y sucede en Apple.

1
 Simon O. Sinek, “Start with Why: How Great Leaders Inspire Everyone to Take Action”. Penguin
Group US, 2009.

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