El problema es cuando este patrón se convierte en una constante, cuando la mayor parte de nuestro tiempo transcurre en un intento por ser algo distinto de lo que somos. Por fingir o actuar de acuerdo con un papel que asumimos será el correcto en cada situación. Este patrón es característico de personas inseguras o excesivamente perfeccionistas que han asumido dos ideas erróneas. La primera de esas ideas es que existe una manera correcta de comportarse en cada situación. La segunda, mucho más destructiva e irracional, es que su forma de ser, es decir, lo que ellos son en realidad es incorrecto o insuficiente.
El nivel de autenticidad con el que nos comportamos guarda una estrecha relación con nuestra autoestima y con nuestro bienestarEn la mayor parte de los casos, estas dos ideas se traducen en comportamientos de sumisión. Aceptamos y nos plegamos a las influencias y expectativas de los demás para evitar la confrontación o sencillamente para no decepcionar. Nos limitamos a decir lo que creemos que los demás quieren oír, y actuamos silenciando nuestros propios criterios y necesidades a cambio de la aprobación de los otros. Numerosas investigaciones en la última década han demostrado que estos patrones de comportamiento tienen importantes consecuencias psicológicas. El nivel de autenticidad con el que nos comportamos guarda una estrecha relación con nuestra autoestima y con nuestro bienestar subjetivo o dicho de otra manera, con nuestra felicidad.
Conócete y aprende a decir “no”
Pero ¿qué es la autenticidad? Ser auténtico implica darnos permiso para ser nosotros mismos, asumir nuestro derecho a equivocarnos y dar permiso a los demás para que juzguen nuestro comportamiento como inadecuado de vez en cuando. Bajo estas premisas, podemos ser auténticos, actuar de acuerdo con nuestros valores y nuestras metas y no como meros intermediarios de las expectativas y metas de los demás. Por supuesto no existen recetas milagrosas, pero vamos a sugerirte algunas claves que te permitirán potenciar tu integridad y coherencia personal.
Aceptamos y nos plegamos a las influencias y expectativas de los demás para evitar la confrontación o sencillamente para no decepcionarEn primer lugar te sugerimos una mirada hacia dentro. Dedica tiempo a observarte y a tratar de conocerte de verdad. Es imposible actuar de acuerdo con tus intereses y valores si no los conoces. Si llevas demasiado tiempo pendiente de los demás, es posible que se te haya ido olvidando quien eres en realidad, cuáles son tus metas, tus proyectos, todo eso que soñabas que podría pasarte algún día y te hacía vivir con entusiasmo. A veces basta con preguntarse cómo te gustaría vivir mañana si esta noche, mientras duermes, ocurriera un milagro. En otras ocasiones, la ayuda de un profesional es clave para fijar bien el nuevo rumbo.
El segundo paso tiene que ver con la comunicación. Ser auténtico te llevará inevitablemente a decir con mucha más frecuencia dos cosas: “no” y “me gustaría que…”. Son dos sencillas herramientas que te permitirán romper esos límites absurdos que un día te fijaste y que te hacen sentir pequeño en las relaciones con los demás. Di “¡no!” sin miedo, sin complejos. Tienes todo el derecho del mundo y lo peor que puede pasar es que a alguien no le parezca bien. Y pide, no exijas. Pedir y exigir no es lo mismo aunque a veces pueda confundirse. Exigir implica negarle a la otra persona el derecho a decir no, y como resulta que lo tiene, el que acabará frustrándose serás tú. Pedir, por el contrario, es un ejercicio de transparencia. Pedir es sencillamente dejar claro lo que te gustaría, asumiendo desde el principio que la otra persona puede decirte que no.
Examina tus automatismos y corrígelos
La tercera clave es actuar con integridad. Empieza por analizar al final de cada día en qué medida has contribuido a tus objetivos. Pregúntate si lo que has hecho contribuye a acercarte a tus metas, si volverías a hacer exactamente lo mismo si hoy fuese el último día de tu vida. Si las respuestas son negativas, es decir, si te alejan de tus valores y metas, examina con detalle tus decisiones y automatismos. Es posible que muchos de ellos sean la respuesta al miedo, al rechazo o al fracaso, o sencillamente un intento de evitar la confrontación con los demás y la sensación de no estar haciendo lo correcto.
Por último te aconsejamos enérgicamente ser flexible. La autenticidad implica perseverancia no rigidez. Nuestros mecanismos de percepción y de razonamiento son profundamente imperfectos. Nos equivocamos y distorsionamos la realidad a menudo, y la realidad tiene la curiosa costumbre de no ser la misma de un día para otro. Lo inteligente es estar dispuestos arevisar nuestra percepción de las cosas y la forma en la que actuamos a partir de ella.  La evolución nos ha dado un cerebro con una asombrosa capacidad para aprender, para extraer de la experiencia las regularidades y relaciones entre nuestro comportamiento y las consecuencias de éste en nuestro entorno. Se trata de poner todo ese potencial al servicio de lo que de verdad nos importa para conseguirlo y disfrutar por el camino. Suerte en el intento y ¡que tengas un buen día!

*Daniel Peña Molino es doctor en Psicología, consultor de Recursos Humanos y coach Ejecutivo
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