COMPETIR CON LA MENTE
La mente es la casa de las creencias que promueven los pensamientos que conducen a las acciones que emprendemos.
La mente es lo que desarrolla y dirige la estrategia.
La mente provee una imagen e instruye al cuerpo en los movimientos necesarios para actuar.
La mente es el observador que hace las decisiones acerca de la clase de autodiálogo que utilizamos cuando actuamos.
La mente controla nuestra fisiología.
La mente se hace cargo del control emocional.
La mente es la locomotora que conduce al tren!
Giorgio Nardone: "Es una perversión de la inteligencia creer que la razón lo solventa todo"
Giorgio Nardone: "Es una perversión de la inteligencia creer que la razón lo solventa todo"
Este psicólogo, reconocido internacionalmente, defiende que todos podemos ser víctimas de la duda patológica
El psicólogo y terapeuta, Giorgio Nardone LV / David Airob
Creador de la Terapia Breve Estratégica, y considerado como uno de los mayores exponentes de la
llamada Escuelade Palo Alto, este profesional de la psicología lleva más de veinte años solucionando
los problemas psicológicos de sus pacientes en su centro de Arezzo (Italia), fundado juntamente con
quien fuera su maestro, Paul Watzlawick. Reconocido internacionalmente como uno de los terapeutas
más creativos y rigurosos, es autor de casi una treintena de libros. El último, acaba de ver la luz:
Su último libro versa, en esencia, sobre la duda patológica. ¿De qué hablamos cuando hacemos
referencia a este concepto?Es cuando un sujeto entra dentro de un laberinto mental, donde la persona continuamente intenta obtener
respuestas correctas a través de preguntas mal formuladas. Este laberinto se transforma en una trampa
mortal que, en su máxima expresión, que puede llevar a un trastorno obsesivo paranoico y psicótico.
Kant decía que antes de pensar en la respuesta, hay que analizar si la pregunta que nos hacemos es
correcta.
Nos obsesionamos en obtener la respuesta que nos tranquilice, cuando partimos de una
pregunta errónea…
Esa es la trampa. La necesidad de encontrar la seguridad es, a la vez, una imposición para encontrar
una respuesta tranquilizadora. Cuanto más busques las respuestas, más surgirán las preguntas.
¿Se trata de una anomalía que la modernidad ha acentuado?
Sin duda, porque la modernidad ha incrementado la idea de que el ser humano puede tener el control
de todo. La ilusión de que a través del razonamiento racional yo puedo manejarlo todo crea una
confrontación frente a la realidad. Y cuando esto sucede, la persona que la padece se desmorona.
Aunque parezca contradictorio, usted defiende que con la llegada del razonamiento apareció
también la duda…
Así es. La duda y el razonamiento racional son complementarios. Si yo busco una respuesta racional a
una pregunta que no tiene solución, que es indecidible, entraré en una trampa de la que no podré escapar.
¿Todavía somos víctimas de los postulados de Platón y Aristóteles, quienes apostaban por un
control racional de la realidad?
Efectivamente. Aristóteles decía: verdadero o falso, y excluía una tercera posibilidad. Pero en la realidad
hay cosas que no son ni verdaderas ni falsas, sino que son las dos cosas al mismo tiempo. Es la
paradoja de la ambivalencia lógica. Por ejemplo, tú estás con tu mujer y la quieres mucho. Pero ella,
antes que contigo, compartió la vida con otro hombre. Tú le preguntas si le quería, y ella te responde “sí,
pero a ti te amo más”. Ahí está la ambivalencia. Lo que dice ella es verdadero y falso al mismo tiempo. En
la mayoría de las relaciones afectivas, la ambivalencia es mucho más frecuente que la racionalidad. Y es
por esa razón. Cuando quiero resolver un problema basado en la ambivalencia a través de un razonamiento racional, creo una duda patológica.
Conclusión: “De lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio”, como dijo Wittgenstein,
al que usted cita.Naturalmente [risas].
¿Todos podemos ser víctimas de la duda patológica?
Absolutamente, porque es una perversión de la inteligencia. La ilusión de creer que la razón lo solventa
todo es una perversión de la inteligencia. A más inteligente la persona, más riesgo tiene de caer en la
trampa.
Entonces, ¡viva la ignorancia!
¡No! Los ignorantes tienen la misma cantidad de dudas patológicas que las personas inteligentes. Lo
que pasa es que se hacen preguntas más simples, pero caen en el mismo problema. Te pondré un ejemplo.
Un hombre le dice a su mujer: “Me voy con los amigos de borrachera”. Y la mujer le contesta,
“diviértete cariño” [risas]. El hombre pensará, “¿cómo es posible que mi mujer me de esa contestación?”
. Es una paradoja, ¿no? Por tanto, no es un canto a la ignorancia lo que digo. Precisamente, para salir de
la duda patológica se necesita un salto lógico que requerirá inteligencia. Porque para convivir con la lógica
de la ambivalencia se necesita no sólo inteligencia, sino también una flexibilidad mental y una capacidad
de mirar las cosas desde diferentes perspectivas.
¿Qué problemas acarrea ser víctima de la duda patológica?
La persona que la padece necesita estar tan segura antes de tomar una decisión que acaba por ser
incapaz de decidir algo rápido. Este sería el primer efecto. Dicha realidad puede conducir al segundo
efecto: la incapacidad de tomar decisiones. Y si el problema persiste, la situación se puede complicar
patológicamente hasta llegar a la total invalidación de la persona.
La duda patológica adopta multitud de formas. Usted hablaba de la perversión de la razón,
de la inteligencia, pero estaría también la figura del inquisidor interior…
Así es. El inquisidor interior es el que te dice que “tú siempre eres el culpable de todo”. También existe
el saboteador interior. Es el que te va diciendo que no estarás a la altura de la circunstancias, “que no
tienes suficiente capacidad”. Y el perseguidor interior es el que defiende que “tarde o temprano las cosas
irán mal”. Todas ellas son formas de duda patológica. Este descubrimiento deriva del estudio de las
estrategias que nosotros llevamos a cabo desde hace muchos años. Descubrimos cómo el problema
trabaja a través de la estrategia que lo soluciona. La solución que resuelve el problema indica cómo éste
se estructura. Esto conlleva que utilicemos diferentes estrategias para resolver las diferentes formas de
duda patológica.
¿Y todos tenemos ese inquisidor, ese saboteador interior?
Efectivamente. Ya sea el inquisidor, o el saboteador, o la perversión de la razón. No tenemos la capacidad
de hacerles frente si no tenemos en cuenta el equilibrio que debe haber entre las preguntas y las respuestas.
Cuando aparece una duda que no tiene solución, ninguna respuesta la bloqueará.
Para invalidar la duda patológica, usted sugiere bloquear la respuesta que nos damos. ¿Por qué
no la pregunta?
Cuantas más preguntas intentes bloquear, más preguntas crearás. Si yo me opongo a la pregunta, surgen
más. Si yo, por el contrario, acepto la pregunta e intento bloquear la respuesta, atenuaré, inhibiré, la
pregunta. La respuesta depende de ti, la pregunta no, simplemente surge, aparece.
Y cómo hacer frente a una duda que se ha convertido ya en obsesión y que nos corroe por dentro…
Primero, intentamos explicar a la persona la trampa en la que ha caído. Una vez hecho esto, explicamos
las dos posibilidades que hay. La primera, bloquear la respuesta para inhibir la pregunta. Si la persona no
es capaz de llevarlo a cabo, pasamos a la segunda opción. Se trata de escribir el desesperante diálogo
interior que acosa a la persona: duda, respuesta, duda, respuesta… A medida que van escribiendo, son
más capaces de bloquear las respuestas para inhibir las preguntas. Es una estrategia que funciona.
Si practicamos esta gimnasia mental que usted propone, ¿acaba uno por automatizarla?
La psicología aspira a encontrar el estado de tranquilidad total, pero no existe. Tú puedes ser el mejor en
el control de tus emociones, con esta gimnasia mental de bloquear las respuestas para bloquear las dudas
que surgen, pero cuanto más inteligente seas, más problemas te surgirán para que los intentes resolver.
Einstein escribió: “Mayor es mi capacidad de descubrir, más misterios me van surgiendo”. No hay tregua.
En las artes marciales chinas, hay una imagen bonita que lo explica. Se enfrentan los dos mejores maestros.
Uno tiene una técnica de ataque, el otro la anula con una buena defensa. El primero utiliza otra, el segundo
vuelve a neutralizarla. Una nueva llave recibe la misma respuesta… y así hasta el infinito. Estamos
predestinados a bregar con nosotros mismos hasta el final de nuestros días.
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El psicólogo y terapeuta, Giorgio Nardone LV / David Airob
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Creador de la Terapia Breve Estratégica, y considerado como uno de los mayores exponentes de la
llamada Escuelade Palo Alto, este profesional de la psicología lleva más de veinte años solucionando
los problemas psicológicos de sus pacientes en su centro de Arezzo (Italia), fundado juntamente con
quien fuera su maestro, Paul Watzlawick. Reconocido internacionalmente como uno de los terapeutas
más creativos y rigurosos, es autor de casi una treintena de libros. El último, acaba de ver la luz:
Su último libro versa, en esencia, sobre la duda patológica. ¿De qué hablamos cuando hacemos
referencia a este concepto?Es cuando un sujeto entra dentro de un laberinto mental, donde la persona continuamente intenta obtener
respuestas correctas a través de preguntas mal formuladas. Este laberinto se transforma en una trampa
mortal que, en su máxima expresión, que puede llevar a un trastorno obsesivo paranoico y psicótico.
Kant decía que antes de pensar en la respuesta, hay que analizar si la pregunta que nos hacemos es
correcta.
Nos obsesionamos en obtener la respuesta que nos tranquilice, cuando partimos de una
Nos obsesionamos en obtener la respuesta que nos tranquilice, cuando partimos de una
pregunta errónea…
Esa es la trampa. La necesidad de encontrar la seguridad es, a la vez, una imposición para encontrar
Esa es la trampa. La necesidad de encontrar la seguridad es, a la vez, una imposición para encontrar
una respuesta tranquilizadora. Cuanto más busques las respuestas, más surgirán las preguntas.
¿Se trata de una anomalía que la modernidad ha acentuado?
Sin duda, porque la modernidad ha incrementado la idea de que el ser humano puede tener el control
¿Se trata de una anomalía que la modernidad ha acentuado?
Sin duda, porque la modernidad ha incrementado la idea de que el ser humano puede tener el control
de todo. La ilusión de que a través del razonamiento racional yo puedo manejarlo todo crea una
confrontación frente a la realidad. Y cuando esto sucede, la persona que la padece se desmorona.
Aunque parezca contradictorio, usted defiende que con la llegada del razonamiento apareció
Aunque parezca contradictorio, usted defiende que con la llegada del razonamiento apareció
también la duda…
Así es. La duda y el razonamiento racional son complementarios. Si yo busco una respuesta racional a
Así es. La duda y el razonamiento racional son complementarios. Si yo busco una respuesta racional a
una pregunta que no tiene solución, que es indecidible, entraré en una trampa de la que no podré escapar.
¿Todavía somos víctimas de los postulados de Platón y Aristóteles, quienes apostaban por un
¿Todavía somos víctimas de los postulados de Platón y Aristóteles, quienes apostaban por un
control racional de la realidad?
Efectivamente. Aristóteles decía: verdadero o falso, y excluía una tercera posibilidad. Pero en la realidad
Efectivamente. Aristóteles decía: verdadero o falso, y excluía una tercera posibilidad. Pero en la realidad
hay cosas que no son ni verdaderas ni falsas, sino que son las dos cosas al mismo tiempo. Es la
paradoja de la ambivalencia lógica. Por ejemplo, tú estás con tu mujer y la quieres mucho. Pero ella,
antes que contigo, compartió la vida con otro hombre. Tú le preguntas si le quería, y ella te responde “sí,
pero a ti te amo más”. Ahí está la ambivalencia. Lo que dice ella es verdadero y falso al mismo tiempo. En
la mayoría de las relaciones afectivas, la ambivalencia es mucho más frecuente que la racionalidad. Y es
por esa razón. Cuando quiero resolver un problema basado en la ambivalencia a través de un razonamiento racional, creo una duda patológica.
Conclusión: “De lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio”, como dijo Wittgenstein,
Conclusión: “De lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio”, como dijo Wittgenstein,
al que usted cita.Naturalmente [risas].
¿Todos podemos ser víctimas de la duda patológica?
Absolutamente, porque es una perversión de la inteligencia. La ilusión de creer que la razón lo solventa
¿Todos podemos ser víctimas de la duda patológica?
Absolutamente, porque es una perversión de la inteligencia. La ilusión de creer que la razón lo solventa
todo es una perversión de la inteligencia. A más inteligente la persona, más riesgo tiene de caer en la
trampa.
Entonces, ¡viva la ignorancia!
¡No! Los ignorantes tienen la misma cantidad de dudas patológicas que las personas inteligentes. Lo
¡No! Los ignorantes tienen la misma cantidad de dudas patológicas que las personas inteligentes. Lo
que pasa es que se hacen preguntas más simples, pero caen en el mismo problema. Te pondré un ejemplo.
Un hombre le dice a su mujer: “Me voy con los amigos de borrachera”. Y la mujer le contesta,
“diviértete cariño” [risas]. El hombre pensará, “¿cómo es posible que mi mujer me de esa contestación?”
. Es una paradoja, ¿no? Por tanto, no es un canto a la ignorancia lo que digo. Precisamente, para salir de
la duda patológica se necesita un salto lógico que requerirá inteligencia. Porque para convivir con la lógica
de la ambivalencia se necesita no sólo inteligencia, sino también una flexibilidad mental y una capacidad
de mirar las cosas desde diferentes perspectivas.
¿Qué problemas acarrea ser víctima de la duda patológica?
La persona que la padece necesita estar tan segura antes de tomar una decisión que acaba por ser
¿Qué problemas acarrea ser víctima de la duda patológica?
La persona que la padece necesita estar tan segura antes de tomar una decisión que acaba por ser
incapaz de decidir algo rápido. Este sería el primer efecto. Dicha realidad puede conducir al segundo
efecto: la incapacidad de tomar decisiones. Y si el problema persiste, la situación se puede complicar
patológicamente hasta llegar a la total invalidación de la persona.
La duda patológica adopta multitud de formas. Usted hablaba de la perversión de la razón,
La duda patológica adopta multitud de formas. Usted hablaba de la perversión de la razón,
de la inteligencia, pero estaría también la figura del inquisidor interior…
Así es. El inquisidor interior es el que te dice que “tú siempre eres el culpable de todo”. También existe
Así es. El inquisidor interior es el que te dice que “tú siempre eres el culpable de todo”. También existe
el saboteador interior. Es el que te va diciendo que no estarás a la altura de la circunstancias, “que no
tienes suficiente capacidad”. Y el perseguidor interior es el que defiende que “tarde o temprano las cosas
irán mal”. Todas ellas son formas de duda patológica. Este descubrimiento deriva del estudio de las
estrategias que nosotros llevamos a cabo desde hace muchos años. Descubrimos cómo el problema
trabaja a través de la estrategia que lo soluciona. La solución que resuelve el problema indica cómo éste
se estructura. Esto conlleva que utilicemos diferentes estrategias para resolver las diferentes formas de
duda patológica.
¿Y todos tenemos ese inquisidor, ese saboteador interior?
Efectivamente. Ya sea el inquisidor, o el saboteador, o la perversión de la razón. No tenemos la capacidad
¿Y todos tenemos ese inquisidor, ese saboteador interior?
Efectivamente. Ya sea el inquisidor, o el saboteador, o la perversión de la razón. No tenemos la capacidad
de hacerles frente si no tenemos en cuenta el equilibrio que debe haber entre las preguntas y las respuestas.
Cuando aparece una duda que no tiene solución, ninguna respuesta la bloqueará.
Para invalidar la duda patológica, usted sugiere bloquear la respuesta que nos damos. ¿Por qué
Para invalidar la duda patológica, usted sugiere bloquear la respuesta que nos damos. ¿Por qué
no la pregunta?
Cuantas más preguntas intentes bloquear, más preguntas crearás. Si yo me opongo a la pregunta, surgen
Cuantas más preguntas intentes bloquear, más preguntas crearás. Si yo me opongo a la pregunta, surgen
más. Si yo, por el contrario, acepto la pregunta e intento bloquear la respuesta, atenuaré, inhibiré, la
pregunta. La respuesta depende de ti, la pregunta no, simplemente surge, aparece.
Y cómo hacer frente a una duda que se ha convertido ya en obsesión y que nos corroe por dentro…
Primero, intentamos explicar a la persona la trampa en la que ha caído. Una vez hecho esto, explicamos
Primero, intentamos explicar a la persona la trampa en la que ha caído. Una vez hecho esto, explicamos
las dos posibilidades que hay. La primera, bloquear la respuesta para inhibir la pregunta. Si la persona no
es capaz de llevarlo a cabo, pasamos a la segunda opción. Se trata de escribir el desesperante diálogo
interior que acosa a la persona: duda, respuesta, duda, respuesta… A medida que van escribiendo, son
más capaces de bloquear las respuestas para inhibir las preguntas. Es una estrategia que funciona.
Si practicamos esta gimnasia mental que usted propone, ¿acaba uno por automatizarla?
La psicología aspira a encontrar el estado de tranquilidad total, pero no existe. Tú puedes ser el mejor en
Si practicamos esta gimnasia mental que usted propone, ¿acaba uno por automatizarla?
La psicología aspira a encontrar el estado de tranquilidad total, pero no existe. Tú puedes ser el mejor en
el control de tus emociones, con esta gimnasia mental de bloquear las respuestas para bloquear las dudas
que surgen, pero cuanto más inteligente seas, más problemas te surgirán para que los intentes resolver.
Einstein escribió: “Mayor es mi capacidad de descubrir, más misterios me van surgiendo”. No hay tregua.
En las artes marciales chinas, hay una imagen bonita que lo explica. Se enfrentan los dos mejores maestros.
Uno tiene una técnica de ataque, el otro la anula con una buena defensa. El primero utiliza otra, el segundo
vuelve a neutralizarla. Una nueva llave recibe la misma respuesta… y así hasta el infinito. Estamos
predestinados a bregar con nosotros mismos hasta el final de nuestros días.
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