Me acabo de dar cuenta de algo que creo que es importante y por eso me gustaría compartirlo contigo…
A veces tienes uno de esos días en el que las ideas no abundan, o más bien escasean y tienes que tirar de hemeroteca para salir del paso…
Una idea sin acción no es nada. Pero sin contexto aún es menos que nada.
Foto de Nicole vía Flicr – Licencia Atribución
Hoy ha sido uno de esos días en los que tenía ganas de retomar la escritura para el blog, pero no acababa de encontrar el tema adecuado. Así que he echado mano de mi ‘cajón de ideas’ (una etiqueta en gmail en la que voy agrupando temas sobre los que quiero escribir) y me he dado cuenta de que ninguna de ellas valía realmente la pena…
Y es que a veces cuando se enciende la chispa y se conectan pensamientos, corremos aregistrarlos para que no se pierdan, con la esperanza de retomarlos algún día o al menos reflexionar sobre ellos. Así que agarramos una libreta, una nota de voz, o lo primero que tenemos a mano para conseguir captar ese momento.
Y cuando por fin lo hacemos pensamos que la hemos atrapado y nos sentimos realmente aliviados de que no se haya perdido. Pero… ¿realmente está ya en nuestro poder?
Lo cierto es que estoy empezando a pensar que el contexto en que se produce tiene el mismo valor que la idea en sí misma. Por eso muchas veces cuando volvemos al cabo de un tiempo sobre la idea, nos parece algo pobre, porque nos hemos olvidado de pintar en el cuadro los detalles del contexto y sin él, será difícil que consigamos recrear aquellas sensaciones que provocaron que en ese momento nos pareciera tan buena idea.
Es como cuando nos cuentan una historia. Cuantos más detalles nos den sobre los hechos, qué día ocurrieron y qué clima había, qué sentían los personajes y qué emociones estaban involucradas, más fácil será que al evocar la historia sintamos lo mismo que cuando nos la contaron. Dicen que es posible que no recordemos lo que nos contaron en una buena presentación, pero si cómo nos hicieron sentir en ese momento.
Lo mismo nos pasa cuando queremos evocar una idea. Que sin el contexto, son solo palabras vacías que evocan un concepto y poco más. Se convierten en chispas efímeras de lo que pudieron haber sido, pero nunca fueron.
Pero mira, el simple hecho de no encontrar ideas sirve al menos para reflexionar sobre la importancia de qué hacer con ellas cuando surgen
Y gracias a ello me he dado cuenta de la importancia de dibujar bien todos los detalles. Para que sean como los nodos de la red que mantienen el contexto intacto impidiendo que la idea se escape o pierda su esencia.
Así que a partir de ahora cuidaré mejor los detalles. Porque son los que convierten las historias en algo inolvidable; son los matices que aumentan la calidad del cuadro y son los que diferencian una experiencia normal de una realmente memorable.
Y por supuesto, me aplicaré mejor cuando registre mis ideas
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