Científicos de la Universidad de Harvard descubren por qué nos gusta guardar recuerdos ordinarios y mundanos: nos provocan un inmenso placer al redescubrirlos.
Para aprovechar la tarde, imagina que decides relajarte en la última cafetería que han abierto en el barrio. El camarero, muy amable, te guiña un ojo mientras decora la espuma de tu café con leche con un dibujo de unas hojas. Sonriendo, sacas una fotografía con el teléfono y subes la imagen aInstagram. A diario vivimos pequeños momentos como éste, que se convierten enrecuerdos imborrables en las redes sociales.
El escritor Ernesto Sábato decía en su novela “El Túnel” que “vivir consistía en construir futuros recuerdos”. La memoria permite que archivemos nuestros grandes y pequeños momentos, puesto que gracias a esta actividad mental podemos ser y recordar quiénes somos.
La investigación, sin embargo, aún no ha podido desvelar los secretos que esconde nuestro cerebro para archivar nuestras vivencias. Por ejemplo, a día de hoy sigue siendo un misterio por qué no podemos recordar los primeros años de nuestra vida. Otra de las grandes curiosidades es la necesidad de guardar y compartir nuestros momentos, por pequeños e insignificantes que sean.
El ejemplo del café e Instagram no es excepcional. A diario escribimos en la red qué hacemos, comemos, dónde vamos en nuestros ratos de ocio o cuál ha sido nuestra última escapada. La paella del domingo en Instagram, nuestra actividad deportiva en RunKeeper o Endomondo, las fotografías de las últimas vacaciones en Flickr o Facebook y el check-in en los cines en Swarm. ¿Sirve para algo compartir todas nuestras actividades en las redes sociales?
Científicos de la Universidad de Harvard han indagado en el “placer” que nos produce redescubrir nuestros momentos mundanos. Esas vivencias pequeñas que forman parte de nuestro día a día tienen un valor inesperado, descubierto ahora por los investigadores en el artículo publicado en la revista Psychological Science.
Según Ting Zhang, científico de la Harvard Business School, “generalmente no pensamos que los pequeños momentos sean experiencias que vale la pena redescubrir en el futuro”. Sin embargo, estamos muy equivocados. En palabras de este psicólogo, “su última investigación con 135 voluntarios ha logrado determinar que lo hoy consideramos ordinario, nos parece realmente extraordinario tiempo después”.
Tal vez ésta sea la razón por la que nos guardar y compartir nuestros pequeños momentos en las redes sociales. El placer que sentimos disfrutando del café decorado se tornará mayor con el paso del tiempo, cuando volvamos la vista atrás para rememorar viejos recuerdos y experiencias.
Imágenes | Linh Nguyen (Flickr), Jarmoluk (Pixabay)
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