"El éxito no es nada más que unas pocas simples disciplinas practicadas todos los días"—Jim Rohn
Hace un par de semanas terminaron las finales de la NBA con una soberbia, histórica y quizá irrepetible actuación de Lebron James.
Cuando todos lo daban por muerto (iban 3-1 abajo en la serie ante los fabulosos Warriors), regresó de la forma más espectacular posible para alzarse con un título que parecía imposible.
Hoy el mundo del baloncesto, y aquellos que disfrutamos del deporte, no podemos sino maravillarnos ante tan majestuoso despliegue de talento y poderío físico. Ya hace parte de la historia del baloncesto el descomunal tapón realizado a Iguodala.
No obstante, en lo que pocas personas reparan, es que todos esos elogios públicos que ha merecido la gran actuación de James, son fruto de las rutinas y el trabajo que el jugador realiza en privado. “Las personas son recompensadas en público —afirma Tony Robbins— por lo que practican durante años en privado”.
El éxito no surge de la nada. La gran actuación del jugador de los Cavaliers es la consecuencia de lo que hace todos los días; es el resultado de pequeñas acciones y rutinas practicadas de forma consistente durante mucho tiempo.
El gran triunfo de Lebron no es su tercer anillo, eso es una consecuencia; sus verdaderas victorias son las que ocurren todos los días en el gimnasio, en el campo de entrenamiento; es su alimentación y su descanso.
Si Lebron James, un día cualquiera entrenó, comió y descansó como tiene que hacerlo para rendir de la forma en que lo hace, ese día es un verdadero triunfo.
De la misma manera, cada uno de nosotros podemos hoy mismo ser tan exitosos como lo es Lebron James. Si al final de cada día hemos vivido según los valores que hemos decidido son los más importantes en nuestra vida ¡buum!... Nos convertimos en un éxito instantáneo.
Para mi, cada día que realizo trabajo creativo, que me comporto de manera amable, altruista e íntegra con todas las personas; cuando cuido mi salud física y mental (hago ejercicio, medito, tomo alimentos saludables); son un éxito.
Al final del día, si he logrado vivir de acuerdo a mis principios, duermo con una gran sonrisa en la cara y me siento un triunfador.
Yo no puedo controlar (aunque sí influenciar) quien contrata mis servicios o cuántas personas leen mis artículos, y mucho menos a quienes les van a agradar o resultar de utilidad. Lo que sí puedo controlar es mi esfuerzo por aprender, por aportar valor y crear de forma consistente contenido que pueda servir a algunas personas.
La fama, las recompensas económicas, los éxitos profesionales son un reflejo, un síntoma de la actitud con la cual vivimos. Así que si quieres victorias públicas, primero triunfa en privado.
Cuando todos lo daban por muerto (iban 3-1 abajo en la serie ante los fabulosos Warriors), regresó de la forma más espectacular posible para alzarse con un título que parecía imposible.
Hoy el mundo del baloncesto, y aquellos que disfrutamos del deporte, no podemos sino maravillarnos ante tan majestuoso despliegue de talento y poderío físico. Ya hace parte de la historia del baloncesto el descomunal tapón realizado a Iguodala.
No obstante, en lo que pocas personas reparan, es que todos esos elogios públicos que ha merecido la gran actuación de James, son fruto de las rutinas y el trabajo que el jugador realiza en privado. “Las personas son recompensadas en público —afirma Tony Robbins— por lo que practican durante años en privado”.
El éxito no surge de la nada. La gran actuación del jugador de los Cavaliers es la consecuencia de lo que hace todos los días; es el resultado de pequeñas acciones y rutinas practicadas de forma consistente durante mucho tiempo.
El gran triunfo de Lebron no es su tercer anillo, eso es una consecuencia; sus verdaderas victorias son las que ocurren todos los días en el gimnasio, en el campo de entrenamiento; es su alimentación y su descanso.
Si Lebron James, un día cualquiera entrenó, comió y descansó como tiene que hacerlo para rendir de la forma en que lo hace, ese día es un verdadero triunfo.
De la misma manera, cada uno de nosotros podemos hoy mismo ser tan exitosos como lo es Lebron James. Si al final de cada día hemos vivido según los valores que hemos decidido son los más importantes en nuestra vida ¡buum!... Nos convertimos en un éxito instantáneo.
Para mi, cada día que realizo trabajo creativo, que me comporto de manera amable, altruista e íntegra con todas las personas; cuando cuido mi salud física y mental (hago ejercicio, medito, tomo alimentos saludables); son un éxito.
Al final del día, si he logrado vivir de acuerdo a mis principios, duermo con una gran sonrisa en la cara y me siento un triunfador.
Yo no puedo controlar (aunque sí influenciar) quien contrata mis servicios o cuántas personas leen mis artículos, y mucho menos a quienes les van a agradar o resultar de utilidad. Lo que sí puedo controlar es mi esfuerzo por aprender, por aportar valor y crear de forma consistente contenido que pueda servir a algunas personas.
La fama, las recompensas económicas, los éxitos profesionales son un reflejo, un síntoma de la actitud con la cual vivimos. Así que si quieres victorias públicas, primero triunfa en privado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario