lEl miedo, ¿una ilusión?
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Los antídotos para acabar con un día de ira
El último personaje de Marvel nos enseña que el orgullo profesional puede jugar malas pasadas y no conduce a nada.
Arrogancia, prepotencia y orgullo. Una gran vulnerabilidad y un terrible miedo al fracaso. Todos estos atributos definen a Stephen Strange -Benedict Cumberbatch-, el Doctor Strange que da título a la última producción de la factoría Marvel. Este personaje, creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1963, comparte con Iron Man las virtudes y defectos de los genios y su humanidad -quizá es el más humano de los superhéroes-. Pero en la historia de este neurocirujano, cuya vida de éxitos cambiará de la noche a la mañana, es el fracaso y el miedo lo que marca su destino. "Mi miedo al fracaso... eso fue lo que me convirtió en un gran doctor", dice.
Los efectos especiales, la imaginación y la magia inundan una película marcada por las escenas tridimensionales que impactaron en Origen (2010, Christopher Nolan) y aún ahora siguen atrapando al espectador. Al margen de la técnica y la espectacularidad de las imágenes de este film, típicas de Marvel, este hechicero navega en un mar de dudas sin renunciar a su sentido del humor que, aunque muy básico, aporta cierto ritmo a la historia.
De la ficción...
Strange es considerado un semidios en su círculo. En el hospital en el que trabaja y en medio mundo nadie pone en tela de juicio su prestigio como neurocirujano. Es él quien escoge los pacientes, quien soluciona cualquier contratiempo y quien decide cómo y cuándo se hacen las cosas. Por todo eso tiene su propio séquito de incondicionales que le admiran por lo que es y que agachan la cabeza cuando deja claro que él es el que más sabe de todo. Strange ha fabricado un escudo duro como el acero que le hace indestructible. Sin embargo, hay algo que escapa a su control: el destino. Y es un trágico acontecimiento lo que le pone en su sitio y saca a la luz su fragilidad humana. Al principio se revela, pero la frustración ante lo inevitable le convierte en una persona de carne y hueso distinta del orgulloso impertinente que era hasta ese momento. Empeñado en buscar una salida viaja al otro lado del planeta donde descubre un mundo de emociones alejado de la ciencia y la lógica en la que lleva años curtiéndose como profesional. Allí conoce a La anciana -Tilda Swinton-, su guía espiritual que le dice: "La arrogancia y el miedo, aún evitan que aprendas la más simple y más importante lección de todas. Deja de pensar en ti". Esa es la clave de la historia.
...a la realidad
Algunos profesionales no pueden evitar dejar de pensar en ellos mismos. Algunos lo fomentan y utilizan el orgullo y la prepotencia a modo de coraza para ocultar su vulnerabilidad y el miedo. Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, habla de dos tipos de miedo: el sano o la prudencia y el tóxico, que es el que nos hace daño. El Doctor Strange padece el segundo, por eso le resulta tan difícil salir de ello. Por lo mismo pasan, aún sin darse cuenta, muchos profesionales. Lo peor de todo es que según ascienden más complicado es superarlo. Jericó apunta algunas claves para conseguirlo que, en definitiva, son la base para evitar la frustración. Definir un objetivo, mirar hacia adelante es la primera recomendación. Esta experta asegura que "el miedo mira hacia atrás, a aquello que tenemos y no queremos perder". Es lo que le sucede al personaje de Marvel. De hecho, empieza a avanzar cuando renuncia al pasado y piensa en su nuevo futuro.
Poner pasión en lo que haces es otro de los consejos que apunta la presidenta de Be-Up. Al superar la primera fase, Strange se apasiona por lo que tiene entre manos, dentro de la incertidumbre. El sentido del humor, aprender, tomar distancia, buscar referentes y apoyarse en otros -el neurocirujano recurre a Christine Palmer -Rachel Adams-, colega en urgencias del hospital y exnovia cuando las cosas se ponen mal- son las siguientes etapas que analiza Jericó, quien cierra el círculo haciendo referencia a las fortalezas y a la confianza en uno mismo.
El miedo es superable y las corazas no son la solución, sino un parche que nos hace más tóxicos como profesionales y personas. A veces es tan sencillo como ser humano. Es lo que nos hace superhéroes y fantásticos. Y no hace falta saber volar, basta con tener los pies en la tierra
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