sábado, 12 de noviembre de 2016

Elon Musk y la gestión de lo imposible

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Elon Musk: misión imposible - El Confidencial
David Losa me llamó para hablar sobre un artículo dedicado a Elon Musk que estaba preparando para El Confidencial, y lo publicó ayer bajo el título “Elon Musk: misión imposible“.
Aún no he tenido el placer de conocer a Musk, aunque sí llevo siguiendo y estudiando su trayectoria empresarial desde hace mucho tiempo. El título del artículo me pareció muy adecuado, porque precisamente incide en esa característica que tantos critican de tratar de enfocarse en proyectos que supongan verdaderos retos, en cosas que muchos otros descartan porque sencillamente las ven como imposibles. La fina línea que separa al charlatán o al vendehumos de los grandes gestores es la capacidad de utilizar ese esquema, inspirarse en lo aparentemente imposible, para hacer avanzar a la humanidad en su conjunto: antes de Musk, pensar en fabricar un automóvil eléctrico en unas condiciones mínimamente competitivas era sencillamente utópico y no estaba incluido en la agenda de ninguna de las grandes marcas. Después de su incursión en la industria, en donde le queda aún mucho por decir, no solo tenemos automóviles eléctricos impresionantes y que superan en prestaciones a todos los propulsados por combustibles fósiles, sino que además, ha forzado a muchas otras marcas a seguir esa misma línea, e incluso ha liberado las patentes necesarias para que puedan hacerlo en mejores condiciones.
El proyecto Space X, que nos lleva a ver al hombre por primera vez como especie interplanetaria, es fácil de minimizar. Es sencillo tildarlo ” absurdo, fantasioso u oportunista”… hasta que te encuentras con que, aunque no cumpla sus hitos temporales, termina consiguiendo una parte muy significativa de lo que tenía en su agenda. Esa capacidad de organizarse para cumplir un proyecto, teniendo claro que aunque se consiga la mitad del mismo ya supone un avance increíble, es lo que separa a los genios y visionarios de los que simplemente se dedican a vender humo. Un elemento de gestión, los llamados moonshotssobre cuyo uso dentro del ciclo de la innovación he escrito en otras ocasiones, y que considero muy interesante: mientras algunos los utilizan simplemente como inspiración, como desiderata, otros realmente apuntan a conseguirlos, hacen planes con visos de realismo y los persiguen a pesar de que muchos al otro lado los tildan de estafadores. Mientras Larry Page y Sergey Brin, otros defensores del uso de moonshots, terminan habitualmente años después archivando sus proyectos o mostrándose incapaces de convertirlos en económicamente viables mientras su compañía sigue siendo radicalmente monoproducto, Musk ha demostrado ya su capacidad para alterar la agenda de toda una industria. Y las que le quedan. La palabra que me queda en la cabeza cuando leo cosas sobre Musk es, sencillamente, “respect”.

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