Estoy leyendo y disfrutando del libro del experto en neurocreatividad Arne Dietrich. Se llama “How creativity happens in the brain” No es un libro fácil. Desgraciadamente no está traducido al castellano ni al catalán, y además está escrito en un inglés muy refinado. Pero vale la pena.
Dietrich es, sin duda, el ”enfant terrible” de la neurocreatividad. El inicio del libro es, en este sentido, demoledor. Carga contra todo: los hemisferios derecho e izquierdo, el pensamiento divergente, la creatividad inconsciente, las ondas alfa, el pensamiento lateral y también contra la famosa “caja” de la que se supone que las personas creativas saben salir. También carga fuerte contra la idea que la creatividad y la locura guardan algún tipo de relación.
Dietrich lo critica todo con una ironía que a veces resulta humillante. Pero se tiene que reconocer que sus argumentos son sólidos. Dietrich dice que no podemos reducir el fenómeno creativo a una suela variable o que, viene a ser lo mismo, no podemos pensar que las personas que, por ejemplo, son habilidosas pensando de forma divergente, ya pueden ser calificadas como creativas. ¿Qué pasaría, se pregunta, si Mozart puntuara bajo en un test de pensamiento divergente? ¿Negaría eso su indudable creatividad?
Pero después de cargárselo todo, Dietrich construye. Explica de forma magistral las diferencias entre los creativos deliberados (secuenciales y lógicos) y los espontáneos (intuitivos y asociativos) pero añade, a diferencia de Shelley Carson, que hay una tercera vía: fluir.
Dietrich defiende que la creatividad es un fenómeno demasiado complejo como para reducirlo a unas pocas variables o características. El cerebro, afirma, actúa creativamente de forma sistémica, es decir, activando muchos mecanismos de forma simultánea. Por lo tanto, resulta complicado encontrar “la zona de creatividad” del cerebro.
Una lectura imprescindible para cualquier forofo a las neurociencias …
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