“Para que una empresa sea efectiva también tiene que ser afectiva”
Seguimos con los casos de éxito del libro #ConectarTalento, Proyectar eficacia, porque como siempre digo, un ejemplo vale más que mil conceptos. Decía en el primer post de la serie que este fue uno de los motivos principales por los que decidí ilustrar cada capítulo de “Conectar talento, proyectar eficacia” con un ejemplo real, un caso de éxito que por si mismo explicará el cómo se hace eso de #conectartalento para la transformación cultural y en qué tipo de proyectos andamos metidos la gente de Humannova.
Lo mejor del libro es ese regalo de todos y cada uno de esos amigos que han aportado su caso de éxito desinteresadamente. Casos que me gustaría compartir con vosotros porque son muy interesantes y muy prácticos. En el post de hoy contamos con el regalo de Oscar Alcoberro, HR Director en Otsuka Pharmaceutical, porque hay empresas que entienden la importancia de las emociones y ésta es una de ellas.
Las emociones son rentables, cuanto más sabemos sobre ellas más importancia les damos en las organizaciones porque contribuyen a la mejora de resultados de negocio. Hablamos y tratamos de potenciar la felicidad en el trabajo, introducimos lagamificación en los puestos de trabajo y otras herramientas de diseño de emociones colectivas como camino para conseguir objetivos empresariales.
Sabemos que los líderes actuales, los que consiguen transformar organizaciones, son grandes gestores de emociones capaces de mantener el compromiso de sus empleados. Y lo más importante, que las emociones se contagian, tanto las positivas como las negativas y que un líder puede conseguir contaminar a toda una empresa con sus emociones negativas o conseguir un clima positivo y productivo, orientado a objetivos. Una organización, como un todo, puede llegar a sentir una emoción determinada, en función de sus líderes (personas que ejercen influencia en la misma).
Los responsables del contagio de emociones son las conocidas neuronas espejo, la empatía que nos lleva al contagio emocional. De forma innata imitamos lo que hacen los demás, reímos y lloramos si los demás lo hacen, somos así de simples y así de complejos. Transmitimos la alegría, la generosidad, el miedo… a través de nuestro cerebro emocional y reaccionamos acorde a ello. Las emociones nos hacen actuar de una manera u otra. Entonces ¿Es la felicidad contagiosa? Y ¿Si nos contagiamos seremos más productivos como organización?
Aquí os dejo en compañía de Oscar Alcoberro @Alcoberrix
En Otsuka nos dedicamos a mejorar la salud de personas con graves patologías, en un esfuerzo continuo por brindar esperanza tanto a pacientes como a familiares y cuidadores. Esto es lo que hacemos, pero dejadme que os cuente cómo lo hacemos…
Y es que uno se da cuenta desde el inicio que Otsuka es una compañía diferente. En mi caso particular, diferente a todas las que he conocido durante mi experiencia profesional. Sin ir más lejos: durante mi proceso de selección, Jordi, el anterior Director General, me dijo que el objetivo de la Dirección de Recursos Humanos era “contratar a los mejores para hacerles felices” en una compañía que “fichaba delfines, no tiburones”; me dijo que “cogiera lo mejor de mi pasado profesional y dejara en casa la pesada mochila de lo prescindible, o de lo que sé que no funciona”; me recordó que, en definitiva, “esto va de pasarlo bien” o incluso que “me obsesionara en procurar a cada empleado la mejor experiencia profesional de sus vidas”. Porque esta es una historia de Liderazgo Emocional.
A Jordi le sucedió Concha, desde la cantera del equipo de Dirección, mostrando que lo esencial sigue ahí: “busquemos personas que visualicen que la piedra que esculpen hoy se convertirá en la Catedral del mañana”, reafirmando un ADN Otsuka que antepone trascender a ascender.
Uno de los elementos centrales para entender Otsuka es la idea de Felicidad como fórmula única (que no única fórmula) para la sostenibilidad de los resultados a largo plazo. Siempre me preguntan que cómo se consigue esto. Siempre respondo lo mismo: Una empresa feliz no es más que la suma de la felicidad de su personal. Una empresa feliz no es más que una empresa con gente feliz. Así de simple, así de complicado. Moraleja: ficha a gente potencialmente feliz (que sea o pueda ser feliz. Busca el rasgo, no el estado puntual) y procura que “los tristes” y otros tóxicos sean felices…en otro proyecto. Gente feliz, atrae gente feliz. Gente feliz hace que quieras trabajar con ellos, interaccionar con ellos, crear con ellos. Gente feliz puede inspirarte, gente que no lo es, sólo puede hacerte expirar. Esta es la historia de delfines que fichan delfines.
En Otsuka demostramos confianza máxima en la familia, asumiendo responsabilidad y profesionalidad en lugar de presumir de entrada lo contrario. Es una empresa llena de emoción, ideas locas (he visto gente disfrazada haciendo video conferencias sólo para arrancar una sonrisa inesperada en su interlocutor), pasión, ganas de pensar diferente y de reto por hacer cosas innovadoras y disruptivas. Todo puede pasar. No hay barreras ni más jerarquía que la del mero sentido común.
Al ser una historia de poco más de cien familias en España, con una actividad febril que no fabril, las medidas de flexibilidad horaria, que incluyen la posibilidad de teletrabajo, forman parte de nuestra día a día, haciendo válido el dicho de “el trabajo ya no es un lugar”.
La posibilidad de participar en proyectos diferentes donde se valora y reconoce tu participación; donde se te escucha y se te tiene en cuenta; donde aprecias que realmente tu contribución es importante, es otro de los factores que explican la reconocida “magia” que hay en Otsuka, una compañía con mucha sonrisa por metro cuadrado.
La combinación de gente joven, inteligente, muy bien formada, creativa y apasionada; con la existencia de seniors jóvenes (ejem…), provenientes de las mejores empresas y que saben muy bien qué no quieren volver a vivir, definen la morfología de una experiencia única. A los líderes de esta organización nos divierte desarrollar a nuestros equipos y darles todo el protagonismo que se ganan día a día. Ellos serán, en definitiva, más capaces que nosotros en la empresa del mañana, así que no cabe cualquier otra estrategia. Sé feliz, haciendo felices a los demás. Piensa que dentro de treinta años, con suerte, si alguien te recuerda por algo, será únicamente por cómo hiciste sentir a quienes te rodearon…jamás por tu competencia técnica.
Otsuka es una empresa donde el liderazgo es atronadoramente silencioso y que tiene en su antítesis al concepto de visibilidad mal entendida de los jefes pequeños, indignos de nada más. Otsuka es una compañía singular donde lo que predomina es el plural. Es el imperio del por favor, en lugar del porque sí.
Liderazgo Emocional es el que líderes carismáticos, que además de ser gente buena son buena gente, te traten por encima de tus posibilidades hasta convertirte en la mejor versión de ti mismo; hasta hacerte creer que no tienes límites; hasta convencerte de que está en tu mano cambiar el mundo. Y es que uno acaba creyéndose lo que los demás creen de uno. Así es como nació el concepto de “Arquitectura Emocional”, que un día sustituirá un “Recursos Humanos” con perfume a Naftalina. Esta es una historia de gente que te hace sentir mejor que tú mismo. Una historia de gente sencilla, humilde y generosa. Gente muy grande porque hacen que el grande parezcas tú.
Esta no es una historia de procesos, de corsés, de políticas o de estructuras filosóficas. Esto no va de gurús que imponen métricas y teorías para poner puertas al campo. Esto va de quitar las puertas y dejar que la gente pase, se esté mientras se divierta y que el día que decida ser feliz en otro lugar, pueda decir adiós y alejarse con una media sonrisa, pensando: sí, yo estuve allí, lo viví y comprobé que otro mundo era posible…
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