“Sentir antes de comprender”. Jean Cocteau.
No importa quién soy, de donde vengo ni la edad que tengo, sólo importa que por un error mío, llevo años sintiendo la soledad.
Durante mi vida, me he encontrado con muchas cosas en mi camino. Unas buenas, otras excelentes y otras no tan buenas. De todas ellas he aprendido. Y creo que gracias a tener una mentalidad de aprendizaje continuo, me ha ido bien en la vida.
Pero como te imaginarás, siempre hay excepciones. Y SI, aquí también la hay.
Me acuerdo el día que la vi. Una sonrisa que iluminaba hasta al alma más triste. Unos andares que hacían entre ver una personalidad muy marcada y unos ojos que te desnudaban si se cruzaban con los tuyos.
Era ella. Siempre me acordare de ese día y de todos los siguientes.
Siempre había sido un hombre echado adelante, confiaba en mí, sabía que tenía posibilidades en todo lo que me proponía. Gracias a esa confianza, había llegado hasta donde había llegado, como te comentaba.
¿Pero qué me pasaba? ¿Por qué actuaba de una forma errática, como nunca había hecho?
Siempre que pensamos que actuamos de una forma diferente a nuestra rutina, empezamos a echar la culpa a los demás, cuando en realidad tendríamos que mirarnos al espejo, y preguntarnos: “¿Qué te pasa?”.
A pesar de ser siempre una persona abierta y empática con los demás, me daba cuenta que empezaba a poner distancia con todo el mundo. Ya no actuaba de la misma forma, ya no daba abrazos, ya no sonreía.
A día de hoy, cuando en mi pelo, solo hay canas y mi piel esta arrugada por experiencias, te puedo decir que me pasó.
Tenía miedo a sentir.
Había tenido parejas, amigas, había creído sentir el amor, el desamor, la amistad, todo tipo de emociones que te puedes imaginar,… son las que marcan a día de hoy mi piel.
Pero tenía hasta hoy, una tirita que ocultaba una herida que no quería mostrar.
Por miedo, me empecé a alejar de lo que quería. Llevándome a la más pura de las soledades. Aquella que es impuesta por uno mismo, por miedo, no por decisión.
Tenía miedo a decirle lo que sentía. Tenía miedo a decirle Te quiero, y eso que nunca me había costado nada decirlo a otras personas. Tenía miedo a mostrarme como yo era, lo que yo sentía por ella.
Presiento que por mi falta de confianza en mí mismo. Nunca había creído que lo diría y menos que lo escribiría a una persona que no conozco y que podría ser mi nieto, pero así lo siento.
Vivimos muchos amores a lo largo de nuestra vida. Esos que dicen que te da un vuelco el estomago, en los que el corazón te va a 2.000 por hora, en los que no puedes dormir. Son amores muy bonitos, de juventud, de una noche loca, de un verano.
Pero creo que el gran amor, es aquel que te da miedo.
Si, MIEDO. Sé que estarás pensando que el amor y miedo no es una buena combinación, que darán un resultado satisfactorio. Pero creo que el VERDADERO AMOR, es aquel que al principio te da miedo. Pero miedo de verdad, no hormigueo en el corazón.
Tenía miedo a hablar con ella, tenía miedo a preguntarle como estaba, tenía miedo a pronunciar 2 frases seguidas y me soltará cualquier cosa que me hiciera ver que no quería mi presencia junto a ella.
Si, la mente es muy perra, como bien dices tú. ¿Por qué pensaba todo eso? ¿Por qué pensaba que no quería estar conmigo cuando nuestros paseos eran de horas y sin un minuto de silencio?
Por miedo a mostrar mis sentimientos por ella, por miedo.
Siempre se dice que hay un amor que nunca olvidarás, y como te he dicho, aunque no me atreví a decirle nunca nada, para mí, es y será ella.
Querer guardar las distancias hacia que aumentaran los kilómetros emocionales que me alejaban de ella. Y con ello aumentaba mi soledad.
No sé si la volveré a verla algún día, si sabré de su existencia, o si el destino me la volverá a poner delante de mí, antes de que coja el último tren.
¿Por qué tenemos miedo a expresar lo que sentimos? ¿Por qué tenemos miedo a decir TE QUIERO? Porque nos han enseñado que las emociones, es de “sensiblones” y si eres así… no tienes futuro en esta sociedad.
Las palabras nunca alcanzan, cuando un alma está desbordada. No nos han enseñado a gestionar el miedo, a gestionar nuestras emociones. Y ya no hablo de vuestra generación, sino de la mía, la de la guerra y post-guerra.
Nos enseñan de todo, pero no hablar de alma con alma. Creo que es la conversación más importante y esencial que dos seres humanos pueden tener. Pero sobre todo que cada uno de nosotros, debemos tener.
Quería expresar con esta carta, una forma de quitarme esta tirita que me oprimía mi corazón y como una reflexión, que a quien quiera la haga suya, que POR FAVOR, NO PONGAMOS DISTANCIA CON AQUELLO QUE SENTIMOS, QUEREMOS O HASTA LO QUE NOS DA MIEDO.
¿Por qué?
Porque ESO, nos va a dar los mayores aprendizajes que una persona puede recibir. Saldrá bien o mal, será la persona de tu vida o serán momentos temporales inolvidables, quizá puede ser un peñazo de tío/tía, pero no dejaremos que el miedo gane la partida.
No sé qué aprenderás, pero seguro que mucho más que yo, en esta soledad sin su presencia.
Gracias por dejarme mostrar esta herida y si alguien, leyendo esta carta, le “salvo” de ponerse una y da un paso adelante, te aseguro que podré irme más feliz de lo que soy ahora.
Allá donde quieras que estés, has sido, eres y serás la mujer más importante de mi vida.
Te quiero.
¿Por qué te alejas de lo que sientes? ¿Qué te está produciendo ese alejamiento?
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