domingo, 25 de diciembre de 2016

El directivo robótico

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Bridgewater Associates es un fondo que gestiona 165,000 millones de dólares. Su fundador lleva tiempo buscando la manera de reducir el impacto de la variabilidad humana en la gestión, lo que implica considerar a los directivos como sistemas imperfectos influenciados por factores de muy difícil o imposible control – estado de ánimo, percepciones, etc. – que les llevan a tomar decisiones que podrían ser mejorables.  La idea en la que la compañía lleva tiempo trabajando consiste en algo tan ambicioso como una serie de algoritmos capaces de aprender de todas las decisiones tomadas en la compañía, examinarlas en función de los resultados obtenidos, y evaluar a todas las personas implicadas en ellas mediante un sistema que asigna a cada persona un rendimiento determinado.
La unidad, llamada Systematized Intelligence Lab, está dirigida por David Ferrucci, el investigador principal que dirigía el equipo que, en IBM, logró en 2011 que Watson venciese a los mejores jugadores de la historia en el concurso televisivo Jeopardy. Los algoritmos se alimentan de datos generados por una compañía que recoge absolutamente todo, incluyendo la grabación y procesamiento de todas las reuniones, y la evaluación permanente del rendimiento de cada persona por todas las que le rodean. Si todo va según los planes previstos, en un plazo de cinco años, tres cuartas partes de las decisiones corporativas serán tomadas de manera automatizada, teniendo en cuenta los principios generales y la visión que el fundador tiene para la compañía. Básicamente, como alguno de los artículos vinculados detalla, se trata de replicar el cerebro del fundador en una inteligencia artificial. 
Lo comentábamos hace alrededor de un mes: si alguien piensa que la automatización del trabajo solo afecta a trabajos mecánicos, repetitivos, o a las llamadas “tres D”,Dull (aburridos), Dirty (sucios) o Dangerous (peligrosos), que vaya pensándolo de nuevo. Aquí tenemos un ejemplo de una compañía importante, con directivos de los que toman decisiones de inversión en un entorno completamente “de cuello blanco“, invirtiendo dinero de verdad, contratando personas cualificadas y proporcionándoles los recursos suficientes como para que la compañía sea dirigida en la gran mayoría de sus decisiones por una inteligencia artificial, bajo las directrices y objetivos estratégicos que (todavía) marque una persona. 
¿Qué va a ocurrir si el rendimiento de esta compañía como hedge fund sobrepasa sistemáticamente el de compañías dirigidas de la manera tradicional, con seres humanos tomando decisiones en el día a día? ¿Cuánto tardaríamos, en un entorno como este en el que los diferentes competidores son comparados de manera constante en función de parámetros objetivos y bien establecidos, en ver una auténtica carrera por la adopción de este tipo de tecnologías?
Nos queda mucho por ver.

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