Dime cómo ríes y te diré quién eres
El humor hoy se considera no sólo como una característica individual, sino también como una herramienta determinante en las relaciones personales y el ambiente de trabajo.
El humor, como la belleza, es fácil de identificar pero difícil de definir. ¿Sería "el reposo del alma", como escribió Santo Tomás de Aquino? ¿O "la mayor bendición de la humanidad", como quería el escritor norteamericano Mark Twain? Por mucho tiempo, la definición del humor usada por los psicólogos que estudian el tema fue aquella creada por Sigmund Freud, el inventor del psicoanálisis. En su obra "El chiste y su relación con el inconsciente", Freud escribió que el humor es el mayor mecanismo de defensa del ser humano, un instrumento que permite equilibrar las emociones y elaborar las frustraciones. Hoy, la psicología prefiere entrever el humor menos sobre la óptica individual y más a la luz de su capacidad de influir en nuestros modos de relacionarnos. El tipo de humor que una persona practica es un componente fuerte de la percepción que los demás tienen de ella, la definición que se da de su personalidad.
Esa es una de las conclusiones principales de uno de los mas completos estudios ya realizados sobre el humor, el libro "The Psychology of Humor" (La psicología del humor), recién lanzado en los Estados Unidos. Su autor es el psicólogo Rod Martin, de la Universidad de Western Ontario, en Canadá. Según Martin, el humor no es un estado del espíritu único, sino que tiene cuatro variantes principales. Y cada una de ellas, con sus implicancias específicas en las relaciones personales y profesionales de cada ser humano.
No es difícil asociar personas conocidas –o a uno mismo– a los cuatro tipos de humor compilados por Rod Martin. Un humor "auto despreciativo", usa las propias imperfecciones para hacer gracia; es el tipo de humor característico del director de cine Woody Allen. Quien hace observaciones que no perdonan a nadie y prefiere perder al amigo antes que un chiste, utiliza el humor "corrosivo". El humor "agregador", por su parte, identifica a las personas que se llevan bien con todo el mundo y sorprenden con sus ocurrencias; por lo general son figuras populares. Quién pasa por dificultades pero siempre encuentra un lado positivo en todo, practica el humor del tipo "bien con la vida".
"Hasta poco tiempo atrás, los estudios sobre el humor se resumían a medir como las personas reaccionan, o cuál es el impacto de las situaciones graciosas, bromas y cargadas sobre cada individuo", dice el psicólogo Robert Weiss, de la Universidad de Oregon, Estados Unidos. "La verdad, el humor es una herramienta social como otra cualquiera", completa.
Como herramienta en las relaciones sociales, el humor ofrece óptimas oportunidades para conocer los valores y las opiniones ajenas. "Una broma es capaz de revelar más sobre alguien que las preguntas directas, principalmente en asuntos polémicos como política, religión o sexo", dice Martin en su libro.
El humor también acostumbra a ser un aliado en el juego de seducción. Una declaración ensamblada con humor puede hasta no dar resultado, pero es una garantía de que el que habla no será interrumpido bruscamente, con el consiguiente retraimiento de ambas partes. La tentativa puede terminar en buenas risotadas y abrir las puertas para un segundo encuentro para la pareja, aunque más no sea como buenos amigos. "El mensaje contenido en la declaración nunca queda totalmente claro, lo que permite colocar a las ideas en una especie de juego de prueba y error", dice Martin. "Puede ser cambiado, si es preciso, diciendo que fue apenas una broma".
El humor también es un arma eficiente en el mantenimiento de las normas sociales y de las jerarquías. Al satirizar también con humor de tipo corrosivo, las actitudes y aspectos de la personalidad de alguien, los integrantes de un grupo comunican implícitamente las reglas para ser parte del mismo.
Una investigación citada en el libro de Martin, muestra que en el ambiente de trabajo, quienes ocupan los cargos más altos, usan el humor un 40% más que los empleados en posiciones inferiores. El discurso con humor de los jefes casi siempre contiene mensajes críticos o amonestaciones disfrazadas. Funcionarios con menor estatus, al contrario, acostumbran reír de las bromas de los jefes para agradarlos o llamar la atención para sí.
La investigación concluye que todo el mundo tiene, en mayor o menor grado, los cuatro tipos de humor: los comportamientos a los que se asocian forman parte de la naturaleza humana. El modo y la intensidad con que se practica cada tipo de humor es lo que marca la diferencia en las relaciones. Al principio, puede parecer que los tipos de humor "corrosivo" y "auto despreciativo" son negativos, en tanto que el "agregador" o el "bien con la vida" son positivos.
No es tan así. Un individuo considerado agregador por lo general utiliza el humor para reunir personas y formar grupos. "Pero, según como se use, el sentido del humor también puede servir para excluir a algunos", puntualiza Weiss. El humor corrosivo también puede servir a otros propósitos más allá de la humillación. Puede funcionar, por ejemplo, como reacción a un ambiente hostil. Los empleados que sufren directivos tiranos acostumbran tornar más ameno el ambiente de trabajo o, por lo bajo, hablan mal del jefe en tono ácido y jocoso.
Aunque no haya formas buenas y malas de humor, los psicólogos consideran al tipo "bien con la vida" como el más saludable. "Quien conserva el buen humor a pesar de los contratiempos, difícilmente esté ansioso por largos periodos. Y eso mantiene el organismo bajo control", enfatiza Martin.
En efecto, un trabajo norteamericano de la Universidad de Wisconsin demostró que ese tipo de humor tiende a fortalecer las defensas del organismo. Los investigadores verificaron que quien acostumbra tener un comportamiento pesimista presenta una mayor actividad en la parte frontal derecha de la corteza cerebral. Eso altera los neurotransmisores secretados en esa región y reduce la producción de células de defensa del organismo.
Fte: Revista Noticias
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