La felicidad no es una “pistola caliente“, es una onda cerebral gamma. Tampoco es una gran cuenta de banco, se parece más a un estado de paz mental. 
Las ondas cerebrales de Matthieu Ricard, un investigador francés que se convirtió en un monje budista muy cercano al Dalai Lama, fueron medidas  por Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin. Usando 256 sensores electroencefalográficos, Davidson encontró una extraordinaria cantidad de ondas gama, ligadas a la conciencia, la atención y la memoria. Sus escaneos también revelaron una sobresaliente cantidad de actividad en córtex prefontal izquierdo, una zona que los neurocientíficos han ligado a la felicidad y a una reducida propensión a la negatividad. Estas mediciones no tendrían parangón en la literatura científica.
Todo esto le ganó a Matthieu Ricard el título no-oficial del hombre más feliz del mundo. Y aunque quizás otros hombres, con otros aparatos de medición podrían producir ondas cerebrales similares, lo significativo del caso es observar y entender los efectos que tiene la meditación y el trabajo de la compasión en el cerebro humano. Recordar este caso, de felicidad a través de la claridad de una intención de paz mental, siempre es útil.
Ricard pertenecía a la élite intelectual francesa, con un doctorado en genética celular del Institutu Pasteur, cuando viajó a la India en 1972, donde conoció al maestro Dilgo Khyentse Rinpoche. Abandonó su vida en París para irse a vivir a la India y abrazar un camino espiritual. La recompensa de esto es tangible e incontrovertible: poderosas crestas de gamma. ¿Es la meditación el arma más poderosa para alcanzar la felicidad?