domingo, 25 de mayo de 2014

“Todos nosotros deberíamos jugar más y trabajar menos, entonces produciríamos más. ¿O es acaso una coincidencia que los chinos, para quienes originalidad y genialidad son conceptos desconocidos, sean los responsables de casi toda invención que ha dejado huella en Occidente?”

http://www.matosas.com/competir_con_la_mente/2014/05/la-sociedad-del-cansancio.html 

La sociedad del cansancio

Byung-Chul Han,


“Todos nosotros deberíamos jugar más y trabajar menos, entonces produciríamos más. ¿O es acaso una coincidencia que los chinos, para quienes originalidad y genialidad son conceptos desconocidos, sean los responsables de casi toda invención que ha dejado huella en Occidente?”

Byung-Chul Han, una de las voces filosóficas más innovadoras que ha surgido en Alemania recientemente, afirma en su libro La sociedad del cansancio –inesperado best seller cuya primera tirada se agotó en unas semanas- que la sociedad occidental está sufriendo un silencioso cambio de paradigma: el exceso de positividad está conduciendo a una sociedad del cansancio. Así como la sociedad disciplinaria foucaultiana producía criminales y locos, la sociedad que ha acuñado el eslogan Yes We Can produce individuos agotados, fracasados y depresivos.

Según el autor, cada época tiene sus enfermedades emblemáticas. La invención del antibiótico acabó con la época bacterial y las técnicas inmunológicas han acabado con el miedo a la pandemia de gripe. El comienzo del s. XXI no sería bacterial ni viral sino neuronal. La depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o el trastorno límite de personalidad definen el panorama de comienzos de este siglo. Estas enfermedades no son infecciones sino estados patológicos que siguen a su vez una dialéctica de la positividad, excesiva según Han.

Según el autor, la resistencia solo es posible en relación con la coacción externa. La explotación a la que uno mismo se somete es mucho peor que la externa, ya que se ayuda del sentimiento de libertad. Esta forma de explotación resulta, asimismo, mucho más eficiente y productiva debido a que el individuo decide voluntariamente explotarse a sí mismo hasta la extenuación. Hoy en día carecemos de un tirano o de un rey al que oponernos diciendo No. Resulta muy difícil revelarse cuando víctima y verdugo, explotador y explotado, son la misma persona.

Han señala que la filosofía debería relajarse y convertirse en un juego productivo, lo que daría lugar a resultados completamente nuevos, que los occidentales deberíamos abandonar conceptos como originalidad, genialidad y creación de la nada y buscar una mayor flexibilidad en el pensamiento: “todos nosotros deberíamos jugar más y trabajar menos, entonces produciríamos más”. ¿O es acaso una coincidencia que los chinos, para quienes originalidad y genialidad son conceptos desconocidos, sean los responsables de casi toda invención –desde la pasta hasta los fuegos artificiales- que ha dejado huella en Occidente? Sin embargo, esto no deja de ser para el autor una utopía inalcanzable para una sociedad en la que todos, incluso el ejecutivo mejor pagado, trabajamos como esclavos aplazando indefinidamente el ocio.

Byung-Chul Han, de origen coreano, estudió Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich. En 1994 se doctoró por la primera de dichas universidades con una tesis sobre Martin Heidegger. En la actualidad es profesor de Filosofía y Teoría de los medios en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe. Autor de más de una decena de títulos, esta es su primera traducción al castellano.

COLECCIÓN PENSAMIENTO HERDER, dirigida por Manuel Cruz

Irrumpir en el panorama editorial con una nueva serie dedicada al pensamiento es una iniciativa que está lejos de resultar obvia o evidente por sí misma. Vivimos tiempos cambiantes en lo relativo al modo en que nos relacionamos, no ya sólo con los productos culturales (libros, periódicos o medios de comunicación en general), sino también con aquello de lo que dichos productos tratan (la información, la cultura o, en el límite, el pensamiento mismo). Incluso podría añadirse, para terminar de oscurecer el panorama, que parece haberse convertido en lugar común indiscutible el juicio pesimista acerca del futuro de cualquier cosa que suene a humanística.

Sin embargo, junto a todo ello también podemos constatar la creciente presencia de elementos y realidades que invitan a un juicio distinto, incluso opuesto. Así, en los medios de comunicación proliferan -en curiosa coexistencia con la banalidad más desatada- espacios en los que se deja oír (o leer) la voz del pensador, del mismo modo que es frecuente encontrar en la mesa de novedades de nuestras librerías textos de introducción o presentación de la actividad filosófica con clara vocación de llegar a un número máximamente amplio de lectores.

Pensamiento Herder prefiere nutrirse de este segundo orden de indicios. La colección pretende constituir una apuesta abierta, plural y renovadora. Un territorio amable que brinde su hospitalidad a autores —tanto nacionales como extranjeros, que escriban en español o en otra lengua— dispuestos a aportar claves de inteligibilidad para nuestro presente. Las claves, conviene advertirlo, pueden ser de muy variado tipo, tanto desde el punto de vista ideológico como disciplinar o generacional. Dicho con una verticalidad fronteriza con la dureza: no es necesario ser progresista, filósofo profesional y consagrado (signifique esto lo que signifique) para encontrar acogida en este espacio. Lo único que se espera de los autores que aparezcan publicados aquí es que ofrezcan herramientas intelectuales eficaces para que el lector pueda entender más y, en esa misma medida, vivir un poco mejor. Porque, finalmente, éste es el convencimiento mayor que alimenta el nuevo proyecto: no hay vida buena fuera de la inteligencia.

Manuel Cruz

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